El alto valor de la integración: Una empresa dinamarquesa convocó a autistas para corregir
errores informáticos. Por Jorge Mosqueira |
LA NACION
Los cambios no siempre son sorpresivos. Pueden construirse a
través de pequeñas mutaciones enlazadas en el tiempo hasta que un día, mirando
para atrás, aparecen las grandes diferencias. Las fotos de los bañistas en Mar
del Plata al comienzo del siglo XX -siempre presentes en estas épocas de
verano- llaman la atención por la vestimenta que se llevaba a la playa. Las
damas casi totalmente cubiertas, dejando al desnudo sólo sus pantorrillas. Los
caballeros, con una especie de enterito de lana, siempre negro. Mediante un
pensamiento lineal, podemos imaginar a algún bisnieto que exclamará
escandalizado, al fin de este siglo: "¡Mirá! ¡La gente se ponía ropa para
entrar en el mar!"
En esta línea de visión histórica pueden descubrirse nuevos
y alentadores enfoques sobre la selección de personal, cuya base es la
identificación de competencias, pero si agregamos a esto la persecución de
talentos, terminaremos imaginando que se trata de descubrir sólo a los
superhombres y supermujeres, desbordantes de belleza, sociabilidad e
inteligencia.
Un rígido escenario de este tipo no permitiría nacer la
brillante iniciativa de Thorkill Sonne, quien fundó en Dinamarca una empresa,
Specialisterne, donde la mayoría de sus empleados tienen distintos grados de
autismo (conocido como ASD, siglas del inglés correspondiente a Autism Spectrum
Disorder). Por ser metódicos, precisos, detallistas al máximo, identificadores
de estructuras y rutinas -vale aquí recordar la película Rain man- los autistas
poseen una condición privilegiada para corregir programas de computación
sofisticados como los de Microsoft u Oracle, entre otras compañías que son
clientes de Specialisterne.
Las estadísticas señalan que el autismo está presente entre
0,25% y 1% de la población y solamente 6% tiene empleo. Bajo los cánones
estereotipados, no serían "empleables". Pero la experiencia de Sonne
sirvió para crear un modelo aplicable a otras organizaciones empresarias, de
modo que ofrecen servicios de consultoría, asesorando y entrenando a las
personas con ASD, abriendo la posibilidad de ingresar a trabajos bien
remunerados. La metodología consiste en identificar un puesto que coincida con
las particularidades de los autistas, pero a la vez se capacita a los empleados
de la empresa con un curso de cinco meses, para que estén debidamente
preparados para recibirlos y trabajar con ellos, ya sea como compañeros o como
jefes. En la actualidad, el entrenamiento y el sistema se encuentran difundidos
y en marcha en lugares como Escocia, Islandia, Gran Bretaña y Alemania.
A través de los resultados de Specialisterne, se confirma
como una de "las 12 ideas más impactantes que pueden cambiar el
mundo", como tituló la revista Wired. El reemplazo de la calificación de
"discapacitados" por "capacidades especiales" encaja con la
iniciativa de Specialisterne y nada impide extenderla a otras situaciones que,
por prejuicio o incomprensible codicia, dejan a millares de personas con
escasas posibilidades de acceso al mundo laboral. Ocupar un puesto de trabajo
sigue siendo una necesidad fundamental, no sólo para alimentarse, vestir o
comprar sino para consolidar la autoestima. Todavía trabajar sigue otorgando
sentido a la vida de las personas, autistas o no.
jorgemosqueira@gmail.com