sábado, 5 de junio de 2021

ADVERTENCIA DEL PRESIDENTE DE MICROSOFT SOBRE LA I.A.: "LA NOVELA 1984 DE ORWELL PODRÍA SER UNA REALIDAD EN 2024"

Apunta a China y sus inmensos desarrollos. Por qué lo ve peligroso.

Brad Smith, presidente de Microsoft. Foto Microsoft. 04/06/2021 13:14

“Si los legisladores no protegen al público de la inteligencia artificial (IA), la vida tal y como la describe George Orwell en su novela 1984 podría llegar a ser así en 2024”, advirtió el presidente de Microsoft Brad Smith.

Smith se refirió al uso cada vez mayor que hace China de la inteligencia artificial para monitorear a sus ciudadanos, de ahí el paralelismo con la novela publicada en 1949 por el escritor británico donde hay un “Gran Hermano” que vigila a toda la población.

Smith, quien además de presidir Microsoft es su director legal y técnico, dijo que "será difícil seguir estando al día" ante el rápido avance de dicha tecnología, en declaraciones a BBC. "Si no promulgamos leyes que protejan al público en el futuro, nos encontraremos con que la tecnología avanza y será muy difícil ponernos al día", advirtió con preocupación Smith.

"Recuerdo constantemente las lecciones de George Orwell en su novela 1984", la novela en la que el Estado puede ver lo que hacen sus ciudadanos todo el tiempo.

Smith se refirió a “la ambición de China” en tanto apunta a “convertirse en el líder mundial en inteligencia artificial para 2030”. Lo cierto es que por su infraestructura, el país asiático tiene recursos de sobra para desarrollar un sistema inmenso de vigilancia, muy cuestionado por entidades de todo el mundo y sobre todo la Unión Europea.

De hecho, en 2019, China superó a EE.UU. en el número de patentes obtenidas por instituciones académicas para la innovación en tecnologías de IA. El 54% de los 770 millones de cámaras CCTV del mundo se encuentran en China, según una investigación de Comparitech.

Las declaraciones de Smith tienen un contexto: este jueves, investigadores de la Academia de Inteligencia Artifical de Beijing (BAAI, en sus siglas oficiales en inglés) dieron detalles sobre la segunda versión de Wu Dao, un modelo de Inteligencia Artificial (IA) multimodal diez veces más grande que GPT-3, la más grande hasta la fecha, y capaz de soportar 1.75 billones de parámetros. La BAAI anunció el lanzamiento de su nuevo modelo de aprendizaje profundo Wu Dao 2.0 en su conferencia anual este martes, según informa Engadget, unos meses después de la presentación de la primera versión del modelo, en marzo de este año.

La Academia develó que el modelo fue entrenado con 1,75 billones de parámetros, diez veces más que el modelo de OpenAI, GPT-3, lanzado en mayo de 2020, y hasta ahora "el modelo de lenguaje más grande y avanzado del mundo", según aseguró en septiembre Microsoft, cuando se alió con OpenAI para llegar este modelo a sus soluciones.

El modelo chino es multimodal, lo que supone que puede realizar varias tareas a la vez. Como recogen en Endgaget, este puede escribir ensayos, poemas y coplas en chino tradicional, así como crear textos alternativos en base a una imagen estática e imágenes de carácter cercano al fotorrealismo según descripciones hechas en lenguaje natural.

La BAAI también demostró que la IA puede generar ídolos virtuales ayudado por el chatbot social de Microsoft en China, Xiaolce, además de predecir las estructuras en tres dimensiones de proteínas.

Para entrenar al modelo en tantos parámetros y con tanta rapidez, informa Engadget, los investigadores desarrollaron un sistema de aprendizaje de código abierto denominado FastMoE. Este funciona en PyTorch y es similar al Mixture of Experts de Google, aunque tiene mayor flexibilidad debido a que permitió entrenar a la IA en GPUs convencionales y en supercomputadoras, y se puede ejecutar en hardware estándar.

La Academia indicó en la conferencia que los modelos grandes y los ordenadores de gran computación son el futuro de la Inteligencia Artificial. El presidente de BAAI, el Dr. Zhang Hongjiang, indicó que están construyendo "una planta de energía para el futuro de la IA, con mega datos y gran poder computacional", y que con ello pueden "transformar los datos para alimentar las aplicaciones de IA del futuro".

domingo, 30 de mayo de 2021

UCRONÍAS Y VIAJES A MARTE: LA CARRERA ESPACIAL TIRA DEL CARRO DE LA INNOVACIÓN

30 de mayo de 2021. Sebastián Campanario. PARA LA NACION

¿Qué hubiera pasado si un determinado suceso del pasado no hubiera ocurrido, o si se hubiera desarrollado de otra manera? La “historia contrafactual” tiene una amplia tradición en la academia, con promotores como Niall Ferguson, y también da el pie para un género literario donde brilló Philip Dick con su novela El hombre en el castillo. En este libro de 1962 –y en la serie homónima de Amazon de 2015– se especula con el devenir histórico alternativo si Alemania y Japón ganaban la Segunda Guerra y se repartían a los Estados Unidos en dos partes.

Otra obra ucrónica más reciente, Para toda la humanidad (2019, Apple TV) se plantea un contrafáctico interesante: qué hubiera pasado si la Unión Soviética llegaba primero con una misión tripulada a la luna. Probablemente toda la trayectoria geopolítica posterior (incluyendo la debacle de la URSS) se habría alterado, lo que muestra lo medular que resultan en la sociedad moderna los hitos espaciales. ¿Qué pasaría si China llegara antes que Estados Unidos con humanos a Marte? ¿Marcaría eso el final del siglo de dominio americano?

En un libro lanzado en 2019, a los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, Un paso gigante, el periodista de la revista Fast Company Charles Fishman repasa el legado de “externalidades tecnológicas” que dejó el programa Apollo en los 60 y 70, con avances que se pensaron en primer término para llegar a la Luna pero luego tuvieron un impacto enorme en la tierra. Así como en el campo de la innovación se habla de “moon-shots” (tiros a la luna) para caracterizar a una meta grandiosa, su contraparte “earth-shots” sirve para evaluar cómo esas fronteras tecnológicas que se van corriendo impactan en la Tierra.

Fishman cuenta que a principios de los 60, cuando se inició el programa Apollo, que en su cenit ocupó a más de 400.000 personas (fue por lejos el trabajo colaborativo más ambicioso de la historia de la Humanidad), los Estados Unidos eran un país “tecnológicamente naif”. La carrera espacial fue el origen de invenciones como los filtros de agua, el GPS o componentes claves que hoy usan las cámaras de los celulares.

Pero hay una avenida de innovación vinculada a aquel proceso que realmente “lo cambió todo”. La NASA fue, durante más de una década, el único cliente de la naciente industria de los microchips. Este monopsonio permitió que pudiera crecer desde su fragilidad inicial un sector que luego tomó la velocidad de la famosa “Ley de Moore” y propició la revolución de las computadoras personales, internet, celulares, etcétera.

Con más de 50 despegues programados solamente en los Estados Unidos, 2021 apunta a ser, por la densidad de misiones y la cantidad de novedades, el año más importante para la carrera espacial desde 1969. El plato fuerte se dio en febrero con la llegada simultánea de tres misiones no tripuladas a Marte (de los Estados Unidos, de China y de Emiratos Árabes). Hay pasos claves en el Programa Artemis (que volverá a poner humanos en la Luna desde 2024), iniciativas para llegar más cerca del sol, desviar asteroides y poner en órbita telescopios infinitamente más poderosos que los actuales, entre otros hitos.

En paralelo, la agenda de la cultura pop acompaña con un récord de series y películas de esta temática: en octubre, Tom Cruise viajará al espacio para rodar la primera película de ficción filmada completamente fuera de la Tierra. Como ocurría con quienes pasaron su infancia en los 70 rodeados de posters de naves espaciales en sus habitaciones, lo nerd vuelve a ser cool (y esto no es nada trivial, por ejemplo, para la selección de carreras universitarias)

En este contexto, muchos científicos especulan acerca de cuáles serán las tecnologías que hoy se están empujando “al límite” y que tendrán un impacto en la Tierra del nivel de lo que fue la revolución digital.

“Un área donde veo corrimiento de frontera es en robótica e inteligencia artificial por las misiones no tripuladas a lugares cada vez más lejanos, donde tienen que tomarse decisiones autónomas cada vez más sofisticadas”, cuenta Alejandro Repetto, CTO de Inipop y experto en diseño de futuros. “Lo vemos con todas las iniciativas de Marte, con sensores, robótica y procesado que luego decanta directamente en autos, aviones o electrodomésticos en la Tierra”.

“El otro tema fuerte, que impulsa mucho Elon Musk, tiene que ver con que para poner personas en Marte hace falta producir agua y alimentos en ambientes muy extremos”, continúa Repetto. “Ese tipo de logros son los que luego permitirían plantar soja en el Sahara”, agrega.

Prácticamente todas las tecnologías exponenciales actuales tienen proyectos vinculados a la exploración espacial que empujan sus fronteras. Los contratos inteligentes anclados en blockchain resultan ideales para proyectos logísticos ultrasofisticados, como el minado de asteroides; o la construcción de bases espaciales (además de que los satélites se usan como nodos de esta arquitectura de software). De hecho, la empresa Planetary Resources (de minería de asteroides) fue comprada por ConsenSys (una compañía de blockchain).

El ida y vuelta con la biotecnología también arde. En línea con lo que contaba Repetto, la NASA tiene toda una tradición en transferencias que se aplican tanto a mejora del agua como a mitigación del cambio climático y desafíos alimentarios. La científica Clara Rubinstein cita por ejemplo el caso de la “astropatología”, una subdisciplina emergente que usa algoritmos que se utilizan para identificar cuerpos celestiales en el espacio para hacer lo propio con células patógenas en pacientes con cáncer.

Para el físico ruso Andrei Vazhnov, “hoy en día se volvió más difícil de distinguir aplicaciones terrestres de las espaciales. Por ejemplo, mucho de dinamismo reciente en la industria espacial fue gracias al mercado de lanzar miles de satélites de bajo costo. Estos, si bien es una tecnología espacial, tienen aplicaciones directamente terrestres para provisión de internet o agricultura de precisión”.

Sin embargo, agrega Vazhnov a La Nacion, “creo que en el futuro puede haber casos que en sí tienen un potencial impresionante. Por ejemplo, el SpaceShipTwo de Virgin Galactic esta originalmente pensado como vehículo para turismo espacial pero una vez que los costos bajan puede ofrecer vuelos de ciudad a ciudad con velocidades orbitales.”.

Otras tecnologías “de ciencia ficción” que se planean para la década que viene contemplan, por ejemplo, motores para viajar varias veces más rápido que con los actuales y aspirar, en un futuro, a llegar a algún exoplaneta.

Si queremos conocer algún día una civilización alienígena, tal vez estos viajes largos serán indispensables; porque como dice el chiste de astrónomos “la mejor prueba de que allá afuera hay vida inteligente es que nunca visitaron la Tierra”.

sábado, 29 de mayo de 2021

BYUNG-CHUL HAN. UN FILÓSOFO DE LA ACTUALIDAD PIENSA EL DOLOR Y LA MUERTE

En sus nuevos libros, el autor coreano-alemán advierte sobre los peligros de anestesiar el sufrimiento, como proponen las sociedades contemporáneas, y medita sobre la manera más sabia de asumir la finitud

29 de mayo de 2021. Gustavo Santiago. PARA LA NACION

El coreano-alemán Byung-Chul Han (Seúl, 1959) es, indudablemente, uno de los principales protagonistas de la actualidad filosófica. El caudal de su producción es tal que aun el lector más atento nunca puede asegurarse de estar al tanto de su último trabajo. Pero, a su vez, Han hace de la actualidad su principal objeto de estudio. Esa dedicación fue lo que lo llevó a ser centro de debates a pocos meses de haberse desatado el Covid-19. Su breve artículo “La emergencia viral y el mundo del mañana” despertó airadas réplicas por ser tomado –erróneamente– como una propuesta de incrementar la vigilancia y el control en Occidente, a semejanza de lo que estaban haciendo algunos países asiáticos que exhibían resultados más eficaces en la gestión de la pandemia. Acallados los ecos de esa disputa, se puede recurrir a dos de sus más recientes publicaciones para intentar pensar en algunos temas que, si bien tienen un largo trayecto en el campo de la filosofía, hoy nos interpelan de un modo particular: el dolor y la muerte.

Una de las aficiones de Han es postular nombres para la sociedad contemporánea. Nos la ha presentado ya como “la sociedad del cansancio”, “la sociedad del rendimiento”, “la sociedad de la transparencia”. Cada nombre destaca un aspecto particular. En La sociedad paliativa propone otro. Su tesis principal es que vivimos en una sociedad que tiene fobia al dolor, que lo evita, lo enmascara, lo anestesia. Y esto genera, según el autor, importantes consecuencias en aspectos de lo humano tan diversos como la política, el arte o el amor. Una política paliativa nunca se atreverá a afrontar cuestiones de fondo, conflictivas, que demanden esfuerzo o generen mal humor en la sociedad. Al contrario, opta por acciones de corto alcance que actúan a modo de “analgésicos, que surten efectos provisionales y que no hacen más que tapar las disfunciones y los desajustes sistemáticos”. En cuanto al arte, lo que se impone es el criterio del “me gusta”. El arte, si quiere resultar rentable, debe adaptarse a un circuito comercial que no busca que las obras interpelen, incomoden, conmuevan. Para ser consumido, el arte debe abjurar del aura. En lo que al amor respecta, se buscan “sensaciones positivas”. Como en otros aspectos de la vida humana, de lo que se trata es de “consumir, disfrutar y vivenciar”, huyendo de cualquier tipo de relación enfática con el otro.

En diversos pasajes del texto, el filósofo se refiere a la pandemia actual. La absolutización de la supervivencia ha llevado a abandonar otros componentes de la vida, como el disfrute, la solidaridad y, en definitiva, el sentido: “Nuestra propia vida, reducida a un proceso biológico, se ha quedado vacía de sentido”. Por otra parte, el estado de excepción instaurado mundialmente a partir de la pandemia hace pensar en un crecimiento alarmante del control biopolítico, que incluya dispositivos de vigilancia digital tanto como mecanismos de control sobre el desplazamiento de los cuerpos. La sociedad paliativa es un libro breve, de lectura ágil, que puede emparentarse con otros textos en los que Han brinda una caracterización de nuestro tiempo.

En Caras de la muerte, otro nuevo título, nos encontramos con un libro más arduo, con capítulos extensos, argumentación más rigurosa y una importante presencia de otros autores. No se trata de un texto de coyuntura (si bien ha sido recientemente publicado en español, apareció en alemán en 2015). Su actualidad se debe, en realidad, a que el tema abordado nunca deja de estar vigente. Como el autor anuncia en el prólogo, su intención ha sido seguir algunas consideraciones realizadas por otros filósofos para intentar aproximarse, como si de asíntotas matemáticas se tratara, al entorno de la muerte. A lo largo del texto, Han irá bocetando diversas “caras” –aspectos, perspectivas, matices– de ella.

Una de las primeras preguntas es: ¿qué se hace ante la muerte? La muerte –de otro, pero también la anticipación de la propia– se presenta como una herida que provoca dolor. La filosofía de Hegel invita a superar la herida, a saltarla, a suturarla mediante la dialéctica. Theodor Adorno habla de una conmoción que lleva a detenerse, a vacilar, que sensibiliza el pensar. En el Heidegger de Ser y tiempo, la muerte es siempre la muerte propia. La de otro cobra relevancia únicamente en referencia a la mía. Para Emmanuel Lévinas, en cambio, la muerte del otro ocupa un lugar clave en la conformación de una ética: “Temer por el otro y su muerte es amar al otro”, pero la muerte propia debe resultar indiferente.

En la discusión con estas y otras posturas, Han va delineando su propia filosofía de la muerte que, por paradójico que pueda parecer, no es otra cosa que una filosofía de vida. Porque posicionarse ante la muerte no es simplemente prepararse para afrontar el punto final de la existencia, sino asumir la finitud que nos hace humanos cada día de nuestra vida: “Una finitud que no habría que entender como límite aniquilador, sino como espacio habitable”. La serenidad ante la muerte propia anunciada se traduce en hospitalidad para aquellos con los que compartimos nuestra vida, nuestra muerte: “Lo humano consistiría en poder compartir la muerte”. Para ello, es necesario dejar de concebirnos como individuos que buscan afirmarse, dominar a los otros, a la naturaleza, a las cosas; incluso, a las palabras. Se trata de abrirse al azar, en lugar de aferrarse y aferrar. Vivir como un “nadie” que no se angustia por su muerte, ni la de los demás, sino que asume su finitud con alegría, que “tendrá que aprender a vivir bajo el signo y a la luz del ‘ya estoy muerto’”.

En La sociedad paliativa, Han advierte acerca del peligro de anestesiar el dolor. En Caras de la muerte nos sugiere caminos para asumirlo –particularmente, el dolor mayor, el de la muerte– pero sin dejarnos doblegar por él. Y esto es algo que en una situación como la actual resulta invaluable.

jueves, 13 de mayo de 2021

INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA EL BIEN SOCIAL: CUANDO EL AVANCE TECNOLÓGICO AYUDA DE VERDAD

Para los próximos años se espera un boom de desarrollos tecnológicos que utilicen la inteligencia artificial (IA) para resolver problemas sociales y ambientales. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, la IA podría aportar hasta un 14 % de riqueza adicional a las economías emergentes de América Latina

Por Axel Marazzi. 13 de Mayo de 2021

Reducir hasta un 40 % el consumo de agua en la agricultura, detener el avance del virus del Zika en África o predecir inundaciones en la India: la utilización de la IA para resolver los problemas del mundo es un área incipiente, pero llena de oportunidades. Mientras la aplicación de la IA en el mundo privado nos ofrece vehículos que se manejan solos, mejoras en los canales de compra digital y promesas de eficiencia y productividad, su vínculo con el mundo social —de la mano de organizaciones de la sociedad civil y Gobiernos— augura un boom en la solución de problemas ambientales y sociales.

El concepto hoy instalado de “IA para el bien social” (por “AI for Social Good”) ha sido adoptado hasta por los gigantes tecnológicos como Google o Microsoft, que lo aplican a iniciativas, conferencias, informes y talleres. Pero que las grandes tecnológicas hayan empezado ha utilizar este concepto no significa que sea nuevo.

Desde hace más de diez años existen movimientos “tecnooptimistas” como DataKind, Bayes Impact, Data Science for Social Good, AI4ALL o hack4impact, entre otros, que hablan sobre cómo utilizar la tecnología para abordar y resolver algunos de los desafíos más complejos que enfrenta la sociedad. ¿Por qué usar inteligencia artificial? Porque los algoritmos de machine learning pueden detectar, por ejemplo, cómo una solución en un lugar geográfico podría funcionar o no en otro lugar o qué modelos habría que modificar para que sí pudieran ser aplicada con éxito.

Los casos en los que la IA puede resolver estos problemas son extremadamente variables. Desde tecnologías que funcionan como aliadas de médicos para detectar enfermedades con menor margen de error, pasando por aquellas que ayudan a maestros a diseñar planes de estudio personalizados para sus alumnos, hasta las que determinan si hay que incrementar o reducir la frecuencia del transporte público teniendo en cuenta la hora y circulación de los pasajeros para que se viaje mejor y se gaste menos.

Reducir el uso del agua en la agricultura

Un ejemplo de cómo se utiliza la IA para mejorar el ambiente es Kilimo, un emprendimiento argentino nacido en Córdoba que logró hacer un uso más eficiente del agua en la agricultura. Si consideramos que esta actividad consume el 70 % del agua dulce disponible en el mundo, resolver el gasto innecesario tiene una importancia vital.

La plataforma Agtech de Kilimo lleva ahorrados más de 30 billones de litros de agua en 75.000 hectáreas monitoreadas en Latinoamérica, trabajando junto a productores de cultivos intensivos y extensivos de Argentina, Estados Unidos, Chile, Uruguay, Paraguay, México y Perú.

¿Cómo lo hace? Un algoritmo de aprendizaje automático analiza imágenes satelitales, bases de datos históricos y otras informaciones disponibles para estimar el consumo hídrico del cultivo a una semana y ofrecer entonces consejos sobre la cantidad necesaria de riego. La solución propone un balance hídrico mediante un sistema que se alimenta de datos satelitales, climáticos y la caracterización del campo en cuestión. Luego, aplica la metodología de big data para sugerir cuándo y con cuánta agua regar, según una estrategia de riego seleccionada por el agricultor.

El ámbito de la salud es uno de los que más oportunidades presenta para el uso de la IA. IBM, por ejemplo, trabaja en un proyecto que ayuda a frenar el avance del virus del Zika. La iniciativa, realizada en colaboración con el Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas, con sede en New York, utiliza técnicas de aprendizaje automático para analizar datos sobre los virus y los primates que los portan para después comparar estos rasgos con 364 especies de primates en todo el mundo. Esto permite producir, finalmente, un mapa interactivo que muestra dónde corren mayor riesgo las personas de contraer la enfermedad.

Uno de los desarrollos que podría tener un inmenso impacto global es el que llevó a cabo AI for Social Good, de Google, para predecir inundaciones. Estas afectan a 250 millones de personas de todo el mundo y generan miles de millones de pérdidas en daños tanto para las personas, los Gobiernos y privados.

Un desarrollo tecnológico de Google puede predecir (y dar aviso) de futuras inundaciones analizando miles datos climáticos y geográficos. 

La empresa creó algoritmos que toman diferentes datos para presentar modelos de predicción para determinar mejor cuándo y dónde tendrá lugar una inundación. Pero no se queda ahí. También incorpora esa información en un sistema de alertas para avisarle a la ciudadanía. Este sistema desde su nacimiento activó decenas de miles de alertas que fueron vistas por más de 1.500 millones de personas. La primera fue en el año 2018 para la región de Patna, en India.

Lo bueno es que este tipo de tecnologías pueden extrapolarse. Por ese motivo, desde el buscador ya están desarrollando iniciativas similares para predecir terremotos e incendios forestales.

En el informe La inteligencia artificial al servicio del bien social en América Latina y el Caribe publicado por el BID se señala que: “La IA promete mejorar el diseño de los servicios digitales centrados en las necesidades de las personas y la eficiencia de procesos de importancia vital —como la prestación de servicios sociales y la transparencia en la toma de decisiones públicas— e incentivar la economía mediante aumentos en la productividad”. Y le pone número a la promesa: “Un ejemplo es el impacto que pueda tener en la economía de un país en vías de desarrollo; se estima que la IA podría aportar hasta un 14 % de riqueza adicional a las economías emergentes de América Latina”, explica el informe.

Un camino con inconvenientes

Sin embargo, el avance de la aplicación de IA para resolver los problemas sociales y ambientales es un camino que presenta sus inconvenientes. “La sociedad no tiene suficientes mecanismos adecuados para invertir en este tipo de desarrollos”, explica Saska Mojsilovic, jefa de inteligencia artificial en IBM Research. “Por lo general, invertimos en aplicaciones de inteligencia artificial generadoras de ingresos en lugar de hacerlo en estos problemas sociales, menos cómodos”, asegura.

Según Mojsilovic, todo lo que respecta a la inteligencia artificial aplicada a lo social está todavía en pañales y falta tiempo para que veamos su explosión. Lo bueno es que eso significa que hay cientos de potenciales aplicaciones que pueden ser resueltas entre equipos ayudados a través de la tecnología.

“Muchas organizaciones no gubernamentales y agencias gubernamentales no están todavía utilizando el poder que tiene la inteligencia artificial como sí lo está usando el sector privado. En los próximos diez años veremos un esfuerzo muy grande de aplicar estas tecnologías para el bien social”, comenta en Raconteur y agrega: “Espero que usar la tecnología para atacar problemas relacionados al hambre, las enfermedades y la pobreza nos hagan mejores humanos. Todo se reduce a qué diseñemos y dónde hagamos nuestras inversiones. La tecnología existirá, pero la decisión es nuestra.

Un informe del BID subraya la importancia de la IA para el futuro de América Latina y, al mismo tiempo, señala el largo camino por recorrer en términos de alcanzar un mayor desarrollo e incidencia.

¿Qué hace falta para que funcione? Lo responde el informe del BID: “El éxito del aprovechamiento de esta tecnología dependerá de numerosos factores: la existencia de una visión común con la que se puedan alinear todos los esfuerzos y actores de los ecosistemas de IA; la dotación de una infraestructura digital facilitada por los Gobiernos en alianza con el sector privado; la formación de talento local y la investigación sobre temas pertinentes; la adopción de IA por parte de la sociedad civil para avanzar en sus objetivos; la decisión de poner al ser humano en el centro de toda conversación y actividad relacionada con la IA; el impulso del ecosistema emprendedor y el respeto de marcos y lineamientos éticos para su desarrollo y uso”.

Dependiendo de cómo se utilice esta tecnología funcionará como nivelador o divisor. Permitirá generar mayor igualdad, inclusividad y ampliación de derechos o, por el contrario, nuevas desigualdades, exclusiones y sesgos. Hace tiempo estamos viendo —por suerte— cómo nacen emprendimientos que, justamente, buscan atacar estas problemáticas, pero para que florezcan hace falta intención e inversión estatal.

Mark Purdy, un asesor independiente en economía y tecnología de Inglaterra, publicó un artículo en Harvard Business Review, donde lo explica con extrema claridad: “La respuesta está en nuestras propias manos. Al tomar medidas ahora para abordar los prejuicios y los riesgos, las empresas y los Gobiernos pueden comenzar a hacer de la inteligencia artificial una verdadera fuerza para el progreso social y la prosperidad económica”, asegura.

miércoles, 28 de abril de 2021

CORONAVIRUS: RANKING DE RESILIENCIA DE BLOOMBERG

 Informe a abril de 2021

https://www.bloomberg.com/graphics/covid-resilience-ranking/



domingo, 21 de marzo de 2021

CHINA TECNO. EL NUEVO SILICON VALLEY HABLA MANDARÍN

Con la “súper app” WeChat, la potencia asiática lleva más lejos la vigilancia sobre la población; un fenómeno de implicancias geopolíticas analizado aquí por Simone Pieranni, autor de Espejo rojo.

20 de marzo de 2021. Elisabetta Piqué

Simone Pieranni habla de China con fascinación, pero también con espanto. “Es como estar enamorado de una mujer malvada”, admite este periodista del diario Il Manifesto, que vivió diez años en la superpotencia asiática, durante los cuales recorrió, estudió y analizó al gigante, e incluso aprendió mandarín. Llegó a conclusiones inquietantes, que resumió en su último libro Espejo rojo. Nuestro futuro se escribe en China (Edhasa).

Allí describe cómo a partir de 2008, año de la crisis financiera de los subprime, de ser la “fábrica del mundo” –es decir, productor de cantidades gigantescas de mercaderías de bajo costo–, China dio un salto hacia el futuro, tras la decisión de invertir en innovación y nuevas tecnologías. Así nació WeChat, algo así como “la app de las apps”, sin la cual uno está fuera del mundo en China. Con ella se puede desde hacer compras hasta iniciar los trámites de divorcio, pasando por otras miles de cosas y actividades. Inteligencia artificial, el 5G, videocámaras para el reconocimiento facial, smart cities. Hoy China exporta todo esto. Y algo más: “En casa utiliza este conocimiento para una función de control social que, si bien siempre existió, con el uso de la tecnología hoy es mucho más fuerte, fácil de implementar y veloz”, dice Pieranni, genovés de 46 años, en una entrevista con La Nación en la redacción de Il Manifesto, en el barrio de Trastevere de esta capital.

–En el libro destacás que nuestros datos personales se han vuelto el nuevo petróleo.

–Así es, y China es la Arabia Saudita de los datos. Porque, al margen de que son 1400 millones de personas, pueden tener datos de cada momento de la vida de una persona. Mientras las grandes plataformas como Facebook saben todo de vos, pero solo mientras estás en Facebook, en Instagram o en WhatsApp, y no si bajás al bar a tomar algo, en WeChat saben siempre qué estás haciendo, incluso si estás offline. El número de datos que tienen es aún más alto. Y son muy cualitativos, tanto en vista de un enfoque de tipo comercial como de control social.

–¿Ese es nuestro futuro?

–Esperemos que no. La tesis del libro es que no debemos considerar una distopía lo que sucede en China, porque lo mismo podría suceder también en Occidente.

En realidad, en Occidente los datos ya son utilizados para un montón de cosas y hay cierta fascinación de parte de varios gobiernos ante el modelo autoritario chino. Cuidado: si miramos tanto a un modelo autoritario corremos el riesgo de adoptar también nosotros estrategias de control que no son democráticas.

–El Gran Hermano ya no es una fantasía.

–Esa es la advertencia de mi libro: en China pasan estas cosas inquietantes, pero atención, porque algunas empresas quieren hacer lo que hace China. Facebook, por ejemplo, está intentando transformarse en algo como WeChat. También nuestras ciudades ya están hipercontroladas por videocámaras. Es un fenómeno mundial que Shoshana Zubov llama el “capitalismo de la vigilancia”. En China, habiendo un Estado autoritario, de partido único, pueden ir más lejos. Nosotros, en democracia, tenemos posibilidades de bloquear este fenómeno. Pero si fingimos que todo va bien, corremos el riesgo de encontrarnos en situaciones similares a la de China

–¿No es ya demasiado tarde?

–Probablemente. Pero ante el ejemplo de China deberíamos reaccionar. Es una tendencia global, porque China ya vende a Occidente estos instrumentos de control.

–En tu libro señalás que hasta les venden a la policía y a los militares de Estados Unidos, su rival geopolítico, videocámaras de reconocimiento facial.

–Sí, Estados Unidos es el principal comprador. Pero si un gobierno compra videocámaras de reconocimiento facial, ¿quién garantiza que no las use para controlar? ¿Qué anticuerpos tenemos los ciudadanos contra esto? Uno corre el riesgo de encontrarse en la misma situación de los chinos; es decir, de ser sometido al control.

–¿Qué papel juega Europa en todo esto?

–Europa corre el riesgo de encontrarse en medio de esta guerra de la vigilancia entre China y EE.UU. Pensemos en la cuestión de las infraestructuras de red, el 5G: o Europa logra tener una posición suya o empresas suyas que pueden hacer este trabajo o corremos el riesgo de volvernos un terreno de batalla.

–¿A cuál de las dos potencias ves como la ganadora en este enfrentamiento geopolítico?

–Es imposible saberlo. Por otra parte, las dos economías están muy interconectadas. Con las sanciones, los impuestos y el bloqueo a las empresas norteamericanas de vender los productos a empresas chinas, Trump no le hizo en realidad un favor a nadie. También las empresas norteamericanas protestaron. Tanto es así que la Cámara de Comercio de EE.UU. hace unas semanas advirtió que el desacople de las dos economías es un baño de sangre para nosotros, significa un montón de puestos de trabajo en riesgo. Porque desde el momento en que la empresa norteamericana que produce semiconductores, que China necesita porque no los produce de alta calidad, no los puede vender, se queda sin clientes o se le reduce a la mitad la ganancia. Pero es difícil salir de esta situación de enfrentamiento, no veo un evento que pueda concluirla. El riesgo verdadero es que en algunas zonas, como las del mar chino meridional, este choque dialéctico se convierta en un choque casi militar, porque ahí está lleno de naves de guerra. Y es un mar disputado por muchísimas naciones.

–En este choque comercial, China parece haber tomado ventaja conquistando África, continente que está siendo “colonizado”, pero también América Latina.

–Sí, China cuenta con una ventaja: tiene mercados sobre los que puede experimentar. Por ejemplo, Huawei comenzó a experimentar más sobre el mercado latinoamericano vendiendo celulares a bajo precio. Luego fue aumentando la calidad y entró en mercados más maduros, como el europeo. En el libro cuento que muchas empresas chinas que se ocupan de reconocimiento facial perfeccionan sus productos en África, porque la identificación es más difícil con rostros de color. Y lo hacen sobre la base de un chantaje, de una relación de fuerza que tienen con los países africanos: China les presta plata, pero después les pide experimentar sobre la población. Y este poder económico que ganó China se debe al desempeño occidental en muchas partes del mundo. China se presenta no ya como una potencia colonial, aunque en verdad de algún modo lo es. Donde no llega el FMI llega el fondo de la Vía de la Seda con sus préstamos. En África, además de llevar inversiones, China lleva grandes contingentes de chinos y esto es un problema: muchos gobiernos africanos empiezan a sentir recelo, porque dicen “bien, financiás la construcción de caminos, pero si después los construyen los chinos, mi población, que es la que usa estos caminos, sigue sin crecer económicamente”.

–En la Argentina, los chinos están construyendo una base espacial en la Patagonia.

–Exacto. Lamentablemente, China tuvo la oportunidad de moverse gracias al hecho de que Occidente ha desacelerado su visión de futuro. Esto queda patente cuando Biden dice “hemos vuelto”, mientras que China habla de futuro.

–China ya fue y volvió.

–Sí. Es un enfoque distinto: en su último discurso, el presidente chino Xi Jinping dijo que había que implementar la física cuántica. Ante esta visión de futuro, Occidente aparece descolocado. Con la pandemia hemos dicho que “nada volverá a ser como antes”, pero Biden está planteando volver a la Guerra Fría. Sin embargo, hoy todo es distinto. De hecho, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron le dijeron a Biden que esperara un poco: ¿cómo podés hoy no dialogar con China? Hay que encontrar un modo. Para mí el mejor es el de Alemania, primer socio comercial europeo de China: hay que hacer negocios, pero también tener la fuerza de decir que en relación a los derechos humanos hay cosas que no van. Este se reveló el método más pragmático. Espero que también lo siga el nuevo primer ministro italiano, Mario Draghi.

–¿Cómo juzgás el rol de China en la pandemia?

–Desde el punto de vista interno, la pandemia reforzó muchísimo el liderazgo de Xi Yinping porque lo que le faltaba al pacto social entre el Partido Comunista Chino (PCC) y la población era la cuestión de la salud. Mi tesis es que China funciona porque hay un pacto entre el PCC y la población, que cede algunos derechos a cambio de progreso, porque la verdad es que en el pasado sufrió hambre. Deng Xiaoping decía que el primer derecho humano de los chinos es la supervivencia. Pero en verdad durante las dinastías imperiales la tarea del emperador era la de asegurar el bienestar de la población. Cuando esto no ocurría, había revueltas, revoluciones, la revocación del mandato. Creo que esto es lo que también está vigente hoy. La pandemia lo reforzó, porque hoy el Estado chino puede decir “no solo les permitimos seguir creciendo, sino que también les salvaguardamos la salud”. Además, es innegable que China salió de la pandemia en virtud de sus características principales: todo lo que cuento en el libro fue puesto en práctica durante la pandemia. Usó vehículos autónomos para transportar a médicos y a alimentos; asistentes de voz para quitarle trabajo a los hospitales que lograban hacer 300 llamados en 5 minutos. Llamaban para preguntar cómo estaban los pacientes, todo con Inteligencia Artificial. Esto les permitió no cargar demasiado a los hospitales y evitar largas filas.

–Muy distinto de lo que pasó acá en Italia.

–El error en Italia fue que los positivos iban al hospital en lugar de quedarse en casa. Por otra parte, China superó el Covid con la movilización de masas, que es una característica de la era maoísta, que hoy sigue viva: en el momento en que el PCC da indicaciones que son consideradas para el bienestar colectivo, la población avanza como un tren, nada la detiene. De hecho, en China el lockdown funcionó no porque si salías de casa te disparaban, sino porque hay un sistema de valores distinto. El bienestar colectivo es superior al bienestar individual. Si yo quiero irme a esquiar, no voy, porque así pongo en riesgo la vida de muchas personas. Digamos que un Estado autoritario, en este caso, facilitó las cosas. También la información, por ejemplo, era única. No había “no vax” [como se llaman los que se oponen a las vacunas], negacionistas ni diez virólogos que decían cosas distintas. Había un grupo de científicos que dictaba la línea y todos se atenían a eso.

–Crearon una vacuna en tiempos récord, además.

–Sí, hicieron una vacuna en muy poco tiempo y la están dando a todo el mundo. Creo que ahora es la vacuna más difundida en el mundo y, claro, después pedirán la cuenta. Si te doy una vacuna a bajo precio, pero que te resuelve el problema de la pandemia, cuando te pido construir un dique o un aeropuerto, no se lo vas a dar a Estados Unidos. Se trata de llamada “vía de la Seda sanitaria”, con la que China transformó momentáneamente ese proyecto en su provecho. Porque todo el material médico que necesitábamos está hecho en China, así que ellos tienen esta gran fuerza. Además, a nivel interno son el único país que crece porque ellos hicieron un lockdown total, incluso las fábricas, que dicen que es el único modo para salir de esta situación. Y después, cuando reabrieron, dijeron “compren”: es la fuerza de tener 1400 millones de habitantes, de los cuales 400 o 500 millones son considerados clase media y por lo tanto de gran capacidad de consumo. En lugar de irse afuera para gastar, gastaron todo en casa y pudieron recuperarse.

–¿Cómo definirías tu relación personal con China, que evidentemente te fascina, pero también la ves como un monstruo?

–Es como estar enamorado de una mujer malvada. Lo que me gusta mucho de China es el hecho de que es un mundo en el cual, cada vez que te parece que entendés algo, se te abre de pronto un abismo de incomprensiones porque tienen un sistema cultural, de valores y filosófico totalmente distinto del nuestro. Y tratar de entrar en contacto con China, sacándose todos los prejuicios, de todos modos te abre a un montón de interrogantes. Los temas que analicé, entre ellos esta suerte de Gran Hermano, por ejemplo, se desarrollan en una lógica de cultura de vigilancia en la que el controlado se vuelve casi un controlador. Es como una espiral que desde el punto de vista del individuo te plantea un dilema o una dificultad. Pero, en general, lo que me gusta de China es que te obliga a razonar, a tratar de entender mejor. Es un país con una historia muy vasta y hay mucho que estudiar.

–¿Cómo ves el intento de acercamiento del papa Francisco, que dice que quiere ir a China y que firmó en septiembre de 2018 un histórico acuerdo para solucionar el complejo tema de la designación de obispos, que fue renovado, pese a que allá no hay libertad religiosa?

–Los problemas con este acuerdo para mí vienen más del interior del Vaticano que de China. Suelo decir, un poco como provocación, que el PCC y el Vaticano son las dos organizaciones más parecidas que existen en el mundo. Las dos tienen una serie de liturgias, las dos tienen secretismo porque hay una serie de cosas que no se saben y las dos tienen una inspiración “evangélica”: así como China intenta convencer a todos que son tranquilos, etc., el Vaticano tiene la tarea de fidelizar a la población. El acuerdo que firmaron sobre la designación de obispos para China es perfecto, porque le permite presentarse al resto del mundo como alguien que hizo un acuerdo con la Iglesia, lo que atempera las críticas en relación al tema de los derechos humanos. Y al Vaticano le permite intentar evangelizar una población vastísima, que además tiene unos vacíos de identidad gigantescos: encuentra un terreno fértil porque mucha gente en China, donde en 40 años parece que pasaron tres eras geológicas, del maoísmo pasó al capitalismo, y ahora a Xi Jinping. Por lo tanto, muchos buscan ideales y puede ser que los encuentren en la fe. Para mí este acuerdo es conveniente para los dos. El problema es que es secreto y no sabemos específicamente de qué se trata. Los únicos problemas pueden venir del interior del Vaticano. Sabemos que el papa Francisco tiene bastantes enemigos y entonces hay que ver. Pero en septiembre pasado renovaron el acuerdo.

–¿Pensás que el Papa logrará ese gran deseo de viajar a China?

–Creo que sí, que es posible. Sería un éxito clamoroso también para China.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO EN LAS EDITORIALES

“El futuro posible en China podría ser el siguiente: la enorme población del país se reunirá como una verdadera gran familia en una gran máquina gestionada por el gobierno”. El autor de esta frase es Han Song. No es un sociólogo, no es un político, es un escritor de ciencia ficción, alguien acostumbrado a realizar predicciones imaginarias, de cumplimiento improbable.

Como demuestra Espejo rojo, Han Song acertó. El descollante desarrollo tecnológico de China, a la par que mejora las infraestructuras y es un elemento clave en el crecimiento de la economía de las últimas dos décadas, es también, y sobre todo, un formidable aparato de control social. Los smartphones han hecho la vida más fácil, pero permiten hacer un seguimiento minucioso de la actividad de los ciudadanos; los puntos que se asignan según el cumplimiento de las leyes, aseguran un mayor apego a las normas y automáticamente generan listas negras, personas marcadas y señaladas; las ciudades inteligentes son una proeza de la planificación y el bienestar, y tienen implícito un sistema de vigilancia y castigo. No hay progreso que no conlleve una mayor intromisión del Estado en la esfera privada.

Simone Pieranni escribió lo que probablemente sea el mejor libro para entender la China actual. Analiza las políticas del presente y las relaciona con una cultura varias veces milenaria, que filosóficamente no está reñida con las prácticas actuales. Y nos alerta sobre la deriva autoritaria que puede tener el uso intensivo de la tecnología en manos del Estado de grandes conglomerados privados. En China y en cualquier otro país del mundo.    

sábado, 27 de febrero de 2021

UNA DISCUTIDA PRUEBA DE VIDA EXTRATERRESTRE

A contramano de sus colegas, el astrofísico Avi Loeb asegura que en el sistema solar hay evidencia cercana de otras inteligencias

27 de febrero de 2021. Martín De Ambrosio. PARA LA NACION

Pocas veces un científico instalado –cómodamente, podría decirse- en el corazón del sistema científico internacional acusa a casi todo el resto de sus colegas de ser timoratos, acomodaticios y más buscadores de fama que de verdades de la naturaleza. Pero Avi Loeb lo hizo. ¿La razón? Loeb está convencido de que pasó por el sistema solar un vestigio de vida inteligente y para el resto de sus colegas fue apenas un cometa, aunque de forma y trayectoria singulares. Como se suele decir, “es más complejo”, a punto tal de que Loeb acaba de publicar un libro (Extraterrestre. La humanidad ante el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra; editado en español por Planeta) donde se toma unas doscientas cincuenta páginas para argumentar su postura, ofender a quienes no se habían ofendido aún y, de paso, contar algo de su historia familiar en una pequeña comunidad agrícola de Israel (pero no para llenar páginas, sino como parte de una parábola con la que busca defender sus ideas).

Loeb, nacido en 1962, es un catedrático de astrofísica de la Universidad Harvard y miembro del Consejo asesor del presidente de los Estados Unidos que tenía una vida relativamente oscura, lejos del mundanal ruido de los medios de comunicación y las grandes audiencias hasta que un cometa se cruzó en su camino. O vaya a saber qué. Hacia septiembre de 2017 los telescopios detectaron el paso por el sistema solar de un objeto –de un diámetro de unos 400 metros- con una trayectoria singular, que era en cierta forma (este “en cierta forma” es clave en la historia) atraído por la gravedad del sol, pero no tanto como otros objetos del estilo. Enseguida se pusieron de acuerdo los expertos en que se trataba de material interestelar, es decir, que no era una roca perdida de las tantas que hay entre los planetas Marte y Júpiter. Venía de otro lado. Fue bautizado con una palabra hawaiana, que significa “explorador”: oumuamua. Hubo algunas dudas y se intentaron hipótesis de qué sería hasta que la idea de Loeb llegó a la primera plana de los diarios: era un objeto creado por una civilización inteligente, quizá podía ser un objeto propulsado por la energía del sol, o hasta una boya colocada para señalar dónde está precisamente el sistema solar. El astrónomo de Harvard lo plantea como hipótesis, pero la defiende como si estuviera convencido. Y cuando le dicen que, en fin, hacen falta más datos, que las afirmaciones extraordinarias (“existe otra inteligencia en el universo”) requieren pruebas extraordinarias, y otros clásicos argumentos que forman parte del equipaje del escéptico se exaspera. Así, se peleó con el célebre escritor e historiador de la ciencia Michael Shermer, por ejemplo, quien defiende esta postura de falta de datos suficientes como para hacer semejante afirmación. “Es que la mera posibilidad puede tener enormes implicancias para la humanidad; si voy a la cocina y veo una hormiga se puede conjeturar que no es única y que hay un hormiguero donde está lleno de ellas”, le dijo, un poco casi a los gritos (el diálogo duró casi dos horas y es imperdible; se ve en skeptic.com) y le sumó las seis características de Oumuamua que no se podrían explicar de otro modo; insistió en que el ser humano debe abrirse a la hipótesis de que no es la única criatura inteligente en el universo: “Hay que estar preparado para buscar lo extraordinario y financiarlo”, le remató a un Shermer que cabeceaba negativamente (al final terminaron amigos: en definitiva, aunque enciende pasiones, la discusión es casi por una nota al pie dentro de un paradigma racionalista).

Loeb mantiene variantes de su discurso en todos los foros que puede. “¿Qué quieren que les lleve, un extraterrestre que les estreche las manos?”, se quejó en una conferencia de prensa organizada por Planeta para medios latinoamericanos (se busca repetir en nuestro idioma el éxito que tuvo el libro en los Estados Unidos y el Reino Unido, donde consiguió lugares en los rankings de bestsellers de los principales diarios). “Muchos científicos están en la zona de confort, lugar donde no estaba gente como Galileo, como Einstein, como Copérnico. Equivocarse es una posibilidad, un riesgo que es obligatorio correr”, mencionó Loeb (quien tiene varias colaboraciones con el cosmólogo argentino Matías Zaldarriaga, profesor en Princeton). “Hay que poner la piel en el juego; no hacerlo es insano para la ciencia”, agregó. A Loeb los científicos le resultan conservadores que no toman los riesgos suficientes; en eso, cree son peores que los inversores, que siempre en su cartera se guardan un espacio para lo que puede generar alto rendimiento. “Cómo puede ser que no se tomen riesgos en la academia, tan preocupados como están por su propia imagen. Algo se perdió en el camino desde que eran chicos interesados por su alrededor. Su rindieron ante el ego, antes las palabras, el reconocimientos y los me gusta de Twitter. Como diría un entrenador de basquetbol, deben mirar a la pelota, no a las tribunas. Hay que ignorar a las redes sociales, donde yo no tengo ninguna huella”, se despachó.

El hecho de no conseguir consenso para sus ideas no arredró a Loeb y continuó al contraataque. ¿Así que me dicen que es muy especulativa mi idea?, pudo haberse preguntado, ¿y qué me dicen de otras ideas que reciben prensa, prestigio y dinero y son todavía más alocadas y carentes de datos y hasta de la mera opción de ser falsadas? En ese sentido sumó, sólo en el ámbito de la física y la cosmología, a las teorías de las supersimetrías, las dimensiones espaciales extra, las teorías de cuerdas y los multiversos (universos múltiples): para él son artificios matemáticos de meros calculistas. “Se fomenta explícita e implícitamente el conservadurismo científico, lo que me deprime y preocupa considerando la cantidad de anomalías que aún esconde el universo”, escribió.

Claro: el hecho de que los científicos, algunos de ellos, se dejen describir por esta retahíla no significa que en efecto oumuamua sea extraterrestre. En el fondo, la discusión es a la vez filosófica y bien material y de juego de poderes. En el último punto, en lo referido al destino de los fondos de investigación para inteligencias extraterrestres, que para Loeb es escaso. En el primero, la certeza de que la astrofísica es una de las ciencias fundamentales porque por un lado puede responder incógnitas primigenias, como el sentido del universo, nuestro lugar en el cosmos, y por otro puede servir para entenderlo y eventualmente llevar la especie humana o la vida terrestre más allá de su (aparente) planeta de origen.

Oumuamua es suficientemente extraño, admite César Bertucci, investigador principal del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE). “Es como que se va combando, sin un eje de simetría convencional, es decir que no pasa por la dimensión más larga. Va como a los tumbos. Y es llamativo que a medida que se acerca al sol no produce una liberación de gases como lo haría cualquier objeto de tipo asteroide o cometa. No hay sublimación de hielos (el paso de sólido a gaseosa, sin pasar por fase líquida), o de cualquier otro sólido por acción de la radiación solar. Se están viendo la composición de la estructura. Son cosas que lo hacen bastante atípico”, dijo a LA NACION. Sin embargo, Bertucci, un experto en plasma e interacción entre cometas y viento solar, aunque cree “honesto” buscar todas las opciones de explicación a una observación y está bien pensar fuera de la caja, “el mero hecho de mencionar la posibilidad de que sea producto de una civilización no le otorga ese carácter de inmediato, es una de las tantas posibilidades. El resto entra en el campo de la creencia. Está bien ser abierto con la evidencia, pero hay que considerar los distintos escenarios con un cierto orden de prioridades, hay gran variedad de escenarios”.

Como sea, Loeb arrojó la piedra, se llevó la atención ante la pregunta básica de si estamos solos o no en el universo y si hay alguna chance de que efectivamente existan contactos por más que las distancias siderales sean literalmente siderales (con la estrella más cercana a unos cuatro años luz, una distancia que con las tecnologías actuales llevaría miles de años recorrer). Si logra que haya más ojos puestos en la búsqueda de inteligencias actuales o pasadas, sentirá que cumplió su misión de hacer mirar a los obtusos. Como Galileo.

Martín De Ambrosio

LA ARGENTINA PIERDE CAPITAL HUMANO

27 de febrero de 2021. Marcelo Elizondo. PARA LA NACION

Publicó The Economist que un récord de 20.000 argentinos inició en 2020 trámites para radicarse en Uruguay. Otras fuentes afirman que más de 2000 lo hicieron en Paraguay. Y según el Ieral durante 2020 se cuadruplicaron las búsquedas de los argentinos en Google sobre “emigrar” en comparación con el promedio 2011-2018. Parece estar produciéndose la pérdida del principal capital del siglo XXI: las personas. Hay 1.150.000 argentinos registrados como residentes en el exterior, pero cuando comenzó el siglo XXI la cantidad era la mitad (555.000). Nuestro país es proveedor al exterior de personas calificadas: se estima que casi 200.000 profesionales argentinos actúan en posiciones de cierta relevancia en el extranjero. Por caso, se dice que el 30% de los argentinos en Estados Unidos posee una licenciatura y 30.000 son ingenieros o científicos. La cuestión no es menor: la sociedad del conocimiento requiere, antes que dinero o máquinas, personas preparadas.

Los pronósticos de una reversión de la globalización motivada por la pandemia de Covid-19 son rechazados por la realidad. Pero una globalidad adaptada muestra patrones actualizados: rotundo cambio tecnológico, empresas desnacionalizadas, nueva geopolítica, alianzas entre países forjadas sobre exigentes estándares cualitativos y decisiva relevancia de “personas globales”.

Vivimos una globalización integral y sistémica (que se consolidará con la salida de la pandemia) que puede ser denominada “globalización hexagonal”. Una vorágine que integra seis flujos: el comercio internacional de bienes (que se redujo menos de lo previsto en 2020 y ya recupera fuerzas) y la inversión extranjera directa; pero también el comercio internacional de servicios (más dinámico que el de bienes), flujos de financiamiento internacional (que apuntalan proyectos innovadores) y dos movimientos propios de la época: el tráfico internacional de datos, conocimiento e información (que creció 1500 veces en diez años) y las modernísimas migraciones (físicas y especialmente virtuales).

Señala el World Intellectual Property Report en “La geografía de la innovación” que están consolidándose las global innovation networks, que son redes internacionales de empresas, instituciones y personas que construyen el desarrollo tecnológico mundial. Y que en ellas las innovaciones son creadas por grupos de personas (75% del total) y no por individuos aislados. Más del 80% de todas las patentes o productos innovativos registrados en el planeta está generado por inventores o investigadores que operan en equipos de trabajo que son multiorigen. Ahora la globalización se apoya en “redes complejas de valor” (complex value networks) en las que interactúan estaciones intensivas en conocimiento ubicadas en aglomeraciones locales con condiciones apropiadas. Esas “estaciones” no son necesariamente países, sino ciudades y regiones y se caracterizan por atraer personas globales superpreparadas.

Hay una cualidad de la nueva globalidad: las migraciones funcionales. Y no solo las físicas. En el planeta se computan unos 300 millones de migrantes físicos, de los cuales dos tercios son migrantes laborales. La India es el país del que más han salido y Estados Unidos el que más ha recibido. Pero a ello debe añadírsele que crece –y se acelerará en la pospandemia– la cantidad de telemigrantes. Dice Richard Baldwing (en The Globotics Upheavel) que la presente fase de la globalización es la del telecommuting: personas que trabajan desde sus ciudades para organizaciones ubicadas en otro país.

Escribe Ricardo Hausmann que la nueva tecnología como conocimiento cobra tres formas: conocimiento inserto en nuevas herramientas; conocimiento codificado en fórmulas, algoritmos y manuales; y conocimiento tácito o know-how. Y agrega que mientras el primero se produce en países ricos, el segundo está disponible y es comprable, pero el tercero es esencial y requiere “desplazar cerebros” a través de migraciones, integraciones de equipos y hasta viajes de negocios. Los migrantes (especialmente los virtuales) están cambiando el mundo. Y están consolidando nuevos soportes: en 2020 hubo más de 40.000 millones de dispositivos conectados a internet en el globo. Se vincularon por ellos 4700 millones de personas, de las cuales 80% tienen más de 25 años (edad laboral).

Se está gestando la globalización de los trabajadores. Dice Derek Thomson que la expresión “vives donde trabajas” es crecientemente una antigua perogrullada. Ambos tipos de migraciones son crecientemente relevantes. Por un lado, las economías prósperas muestran una cantidad de trabajadores inmigrantes alta: representan 20,6% del total en América del Norte y 17,8% en Europa del Norte. Pero además en el mundo hay ya 50 millones de personas trabajando online desde un país hacia otro de manera regular (nómades digitales). Y también 15 millones de estudiantes internacionales online. Por eso ya ciertos países (desde Georgia o Estonia en Europa hasta Barbados y Bermudas en el Caribe) ofrecen visas de teletrabajo: permisos para que personas con tareas remotas se instalen para trabajar desde allí hacia el exterior. A la vez, crecientemente empresas internacionales invitan a inscribirse en sus programas de teletrabajo foráneo.

Expresa en el BID Laura Ripani que el trabajo pasa primero de la oficina a la casa, de allí a la oficina móvil y ahora ya se mueve a la oficina virtual; y que ello cambia organizaciones y espacios. Esto y las migraciones virtuales, totales o parciales, van de la mano. Miles de personas han mantenido reuniones internacionales por plataformas digitales en 2020 (Zoom registró más de 300 millones de reuniones diarias).

Lo que se requiere entonces es atraer y no distraer. Es preciso seducir talento, evitar fugas de los más formados y preparar mejor a través de atributos globales, cultura trasnacional y habilidad móvil. El mejor futuro es el de las sociedades que crean capital intelectual y no el de los que alejan a los ilusionados. ¿Estamos en la Argentina también en esto yendo a contramano? Nuestro aislamiento económico externo dificulta la participación de empresas en las redes internacionales y la obstrucción a diversos flujos de la globalización hexagonal desalienta la acción suprafronteriza.

Más aún: según la OCDE, el 19% de los argentinos de entre 25 y 34 años tiene un título universitario y en América Latina solo Brasil tiene menos recibidos en ese rango etario (17%). Son pocos para este nuevo tiempo. Pero peor es observar la tendencia: si se mide la finalización de los estudios universitarios hasta la edad de 64 años, la Argentina cuenta con el 21% de su población con título universitario y el panorama allí se da vuelta: nuestro país queda por encima de Chile (13%), México y Costa Rica (ambos con 15%). O sea: con el tiempo la proporción de graduados decrece. Los países compiten en la atracción de talento que aporta más que el capital financiero o las máquinas. Por ello las noticias sobre los muchos interesados en irse de la Argentina no merecen solo referencias sentimentales ni meras adiciones en estadísticas migratorias.

domingo, 14 de febrero de 2021

ECONOMÍA INTERCONECADA. LA REVOLUCIÓN 5G Y UN IMPACTO QUE VA MÁS ALLÁ DE LOS CELULARES

Ya hay dos zonas en el país con redes ultraveloces, cuya misión es conectar personas, máquinas, autos, sensores y procesos industriales. Las redes 5G multiplican por 100 el ancho de banda actual. Y facilitará la conexiones de personas y objetos.13/02/2021. Clarín.comEconomía

El 5G llegó finalmente a la Argentina. En forma muy acotada, una de las operadoras, Telecom, anunció que habilitó las primeras 10 radiobases en Capital y Rosario, lo que implica multiplicar por 100 el ancho de banda actual de las redes de telefonía móvil. En simultáneo, Samsung y Motorola introdujeron en el país los primeros modelos de celulares aptos para aprovechar el salto tecnológico. Con demoras, el despliegue del 5G comenzó y su impacto va mucho más allá del uso cotidiano del celular.

“El objetivo ya no es conectar personas sino objetos: dispositivos, máquinas, autos, sensores y hasta procesos industriales”, explican los expertos. Esto abre un ciclo de experimentación que anticipa fuertes y múltiples cambios en el hogar, las ciudades y las fábricas, lo que se denomina “Internet de las Cosas” y la “4ª Revolución Industrial”.

Esos conceptos, hoy, son futuristas, porque las redes de quinta generación están en su etapa inaugural. En la Argentina y también en el mundo. Lo cierto es que el desarrollo del 5G depende en gran medida del Enacom, el ente regulador de las telecomunicaciones. Un dato clave es la entrega de las frecuencias adecuadas. En este sentido, el Enacom ya convocó a las 3 operadoras (Telecom, Movistar y Claro) para realizar una prueba, “en el primer semestre del año”, dijo al Económico una fuente oficial.

Eso no impide, necesariamente, avanzar en la modernización de las redes. Telecom ya habilitó el 5G en la zona del Teatro Colón (Capital) y el Monumento a la Bandera (Rosario). “La magia está en el uso de la tecnología DSS (Dynamic Spectrum Sharing), que permite la coexistencia de 4G y 5G, compartiendo las mismas frecuencias según la demanda”, aclaró el consultor Enrique Carrier. Y añade que esa misma tecnología “se está utilizando en varios países como EE.UU., Alemania, España, Francia, Italia, Reino Unido, Suiza, Canadá, Taiwán, Rusia y varios más”.

Corea fue el primer país en lanzar 5G y es donde está más desarrollada y la de mayor tasa de adopción: casi el 20% de las conexiones del país funcionan con 5G. China lidera en cantidad de usuarios (más de 200 millones en la actualidad) y fuera de Asia, el que predomina es Estados Unidos. “Hoy existen 110 redes de 5G en el mundo”, grafica Alejandro Adamowicz, directivo de GSMA, una entidad que agrupa a la mayoría de las operadoras telefónicas del mundo. Pero desde el año pasado, casi la mitad de las redes 5G del mundo entero se concentran en Europa.

El 5G reúne tres características que la distinguen de las sus antecesoras: velocidad, mayor densidad de conexiones y baja latencia, es decir, el tiempo de respuesta. Esto último es crucial para entender su importancia para futuros usos industriales, telemedicina y en el avance de los autos autónomos. “El cerebro demora de 10 a 12 milisegundos en responder al estímulo. En el 5G es de 1 milisegundo”, ejemplifica Adamowicz. Lo mismo ocurre con la cantidad de dispositivos conectados al mismo tiempo, que salta de unos cuantos miles en el 4G al millón por kilometro cuadrado.

Aunque en sus etapas iniciales, la carrera del 5G concentra la atención de las grandes potencias económicas y es el eje del conflicto entre EE.UU. y China. En la región ocurre lo mismo, pero tomaron cierta ventaja (con pruebas o en la previa de las licitaciones de frecuencias) Brasil, Uruguay, Chile, Colombia y, más recientemente, República Dominicana. “EE.UU. viene creciendo fuerte. En Europa es muy dispar y Japón volcó muchas inversiones por los Juegos Olímpicos. China hace mucho foco en la industria”, describe Adamowicz.

Los analistas pronostican que el desarrollo del 5G será por etapas, algo parecido a lo que ocurrió con las generaciones anteriores. No obstante, Carrier subraya que la nueva generación llegó más rápido a la Argentina. “Mientras que el 4G tardó 5 años en llegar a Argentina, luego de su lanzamiento comercial inicial en Suecia (en diciembre de 2009), el 5G demoró menos de 2 años de su lanzamiento en Corea del Sur (en abril del 2019)”, dijo. Todo facilitado por el DSS, considerada una tecnología intermedia.

Para las operadoras de telefonía, el debut podría opacar la importancia de contar con las frecuencias para alcanzar la madurez y la masividad en el menor tiempo posible. “El espectro es un recurso escaso y no es sencillo reordenarlo”, dijo una fuente del sector. Pero por su importancia, recalcan que es vital que “las frecuencias 5G comiencen a ser atribuidas en el corto plazo” para que “operadores y proveedores puedan planificar su despliegue”.

En los países más adelantados comienzan a registrarse las primeras implementaciones industriales y de servicios montados sobre las redes de quinta generación. De todos modos, Adamowicz aclara que por ahora “hay más casos en la biblioteca que en la calle. Algo lógico ya que el primer estándar global de 5G se aprobó hace apenas 2 años”.

Sin embargo, ya existen numerosos casos para el aprovechamiento industrial. Uno de ellos es el de Shell. En alianza con varios proveedores, la petrolera holandesa implementó en el puerto de Rotterdam un gran cantidad de sensores inalámbricos y cámaras de alta definición para el mantenimiento preventivo de aproximadamente 160.000 km de tuberías. Eso le permitió optimizar los procesos en la refinería más grande de Europa.

Hay otros casos recientes. Entre ellos el de China Mobile y Yangquan Coal Group, que construyeron la primera mina de carbón subterránea basada en 5G, que a 534 metros por debajo de la superficie transmite en tiempo real datos, lo que permite el control remoto inteligente de equipos a distancia.

Por su parte, Ford y la operadora Vodafone están instalando una red móvil privada 5G en una nueva planta de producción de vehículos eléctricos en Inglaterra, para mejorar la producción de baterías. “El objetivo es reducir los retrasos en la fabricación y aumentar la productividad”, señalaron en un comunicado conjunto. Algo similar a lo que está haciendo Mercedes-Benz en su “Fábrica 56” en la localidad alemana de Sindelfingen.

Lufthansa tiene su red 5G privada en su base de 8.500 metros cuadrados en el aeropuerto de Hamburgo. Esto le permite mejorar el mantenimiento y la velocidad de carga y descarga de sus aeronaves con el uso de la realidad aumentada.

El Galaxy S21, el primer modelo 5G que trajo Samsung a la Argentina.

A pesar de la pandemia y las cuarentenas -lo que afectó los grandes centros de producción-, el año pasado se despacharon 1.332,5 millones de celulares en todo el mundo, esto es un 10% menos que el año anterior, según indica un informe elaborado por Counterpoint. Lo notorio es el avance de los dispositivos aptos para el 5G, “que representaron el 18% de las ventas totales”, dijo Tina Lu, analista de esa consultora. Lo más notorio es que en 2019 apenas el 1% de los smartphones eran compatibles con 5G.

Ranking de ventas globales de celulares

Visto desde la perspectiva de los despachos internacionales, China representó casi el 70% de los smartphones aptos para las redes de última generación, lo que refleja parcialmente dos cosas: por un lado, el grado de desarrollo del 5G en el gigante asiático y por el otro, el nivel de adopción de las nuevas tecnologías por parte de los consumidores. En los albores del 5G a nivel mundial, la Argentina ya se lanzaron 3 modelos de celulares en el mercado, propiciados por las dos marcas líderes: Samsung y Motorola (del grupo chino Lenovo).

La marca coreana sacó a la venta este viernes las 3 versiones del Galaxy S21, su modelo insignia compatible con la tecnología de 5ª generación. Se trata de uno de los lanzamientos más fuertes del año, cuyos precios son $120.000 (clásico), $140.000 (plus) y $180.000 en la versión ultra. El año pasado, Motorola presentó dos modelos 5G en el país: el Edge ($89.990) y el Razr 5G ($149.900), un teléfono plegable.

En 2020, en la Argentina se vendieron 6,5 millones de unidades y en la industria proyectan para este año un crecimiento de 15%, especialmente en los modelos de gama media, que representan el 40% del mercado. Samsung y Motorola concentran el 90% del mercado local y ambas marcas adelantaron que en 2021 ampliarán la oferta de modelos en 5G.

El CEO de Motorola en la Argentina, Germán Greco, dice que la tecnología 5G será un salto transformador para el mundo, “mayor que cualquier otro en la historia de la tecnología inalámbrica”. En este sentido, enumeró que “el 1G nos trajo voz; el 2G, los mensajes de texto; el 3G introdujo datos y aplicaciones y con el 4G obtuvimos video móvil”.

En realidad, tal como se dijo, la tecnología 5G aún está en sus primeras fases de desarrollo en todo el mundo y su objetivo “es conectar objetos antes que personas”. Las redes de quinta generación, coinciden los analistas, potenciarán lo que se conoce como Internet de las Cosas y las industrias 4.0. No obstante y por sus características, impulsarán una mejora notable en la transmisión de datos, especialmente en aquellos lugares de alta concentración de público, como estadios de fútbol, recitales y eventos masivos de todo tipo.

“El primer mercado nacional en el que se lanzó el 5G, Corea del Sur, es también el que ha alcanzado una mayor tasa de adopción: casi el 20% de las conexiones del país funcionan con 5G. China, por su parte, es líder en número absoluto de conexiones, puesto que cuenta con más de 200 millones de usuarios, y aunque las operadoras japonesas la lanzaron recién en marzo de 2020, registran impresionantes tasas de crecimiento”, sostuvo Matthew Iji, director de Redes y Servicios Móviles de “GSMA Intelligence”, en una columna online.

La carrera del 5G ya arrancó: para los expertos, se trata de una maratón de largo aliento, que involucra a las grandes operadoras de telefonía móvil, proveedores de infraestructura de redes (entre ellas la china Huawei, la finlandesa Nokia y la sueca Ericsson) y los fabricantes ligados a la producción global de celulares: Samsung, Apple, Huawei y Qualcomm. El ranking de ventas a nivel mundial refleja esos cambios.

En 2020, según Counterpoint, Samsung lidera el mercado con el 19% de participación de mercado. Más atrás aparecen Apple (15%), Huawei (14%) y el top five lo completan otras dos marcas chinas: Xiaomi (11%) y Oppo (8%). En la Argentina, Samsung y Motorola concentran el 90% de las ventas totales y esa misma dupla lidera en toda la región, según indican distintos informes privados.

martes, 5 de enero de 2021

FUROR EN LOS 80. SUBASTAN EL AUTO FANTÁSTICO

Se trata de un Pontiac Firebird Trans Am que tiene todos los detalles de KITT.

Subastan el Auto Fantástico de David Hasselhoff.

05/01/2021. Clarín.com Autos

Fue sin lugar a dudas el auto que desveló a muchos niños en los años 80: un deportivo de dos puertas, de color negro y con una tira de luces rojas sobre el capó que se prendían y apagaban en secuencia.

Era el inconfundible Auto Fantástico, cuyo control solo podía ser ejercido por dos personajes: Michael Knight, que encarnaba David Hasselhoff, o KITT, la computadora que le daba sentido al nombre de la serie.

Ahora, este Pontiac Firebird Trans Am modificado para la tira televisiva pero completamente funcional sale a subasta con la promesa incluida de que el propio Hasselhoff hará entrega del vehículo a quien gane la puja.

Las ofertas se recibirán hasta el 23 de enero pero al ritmo que vienen habrá que desembolsar más de un millón de dólares para hacerse con el lote.

Se trata de una serie de objetos que el actor saca a subasta bajo el nombre de The Hoff Auction, en el que se pueden encontrar numerosos artículos del actor relacionadas con las series que protagonizó, incluida también de Baywatch.

Aunque claramente el objeto más destacado es el Pontiac negro, cuya ficha publicada por Live Auctioneers, la casa que se encargará de la subasta, afirma que el auto pertenece a Hasselhoff y que a pesar de las modificaciones es completamente funcional.

Eso seguramente hará referencia a que el auto funciona en perfectas condiciones para ser usado como cualquier automóvil pero que, claro está, no cuenta con la avanzada inteligencia artificial de KITT que se anticipó en el tiempo con la conducción autónoma.

Por las imágenes difundidas, el auto luce idéntico al de la serie de TV, con todos los detalles, desde la carrocería de fibra de vidrio pintada de negro, que hace juego con las llantas de dos tonos, como la inconfundible luz dinámica en rojo que anunciaba que KITT entraba en acción.

Por dentro también relucen los accesorios del Auto Fantástico: el tablero futurista para los años ochenta, con indicadores digitales o el volante sin aro que en su centro luce el logo de Knight Industries Two Thousand (de ahí provienen las siglas de KITT), compañía que utilizaba al prototipo negro para para imponer la ley y el orden.

De cualquier manera, ya tiene el interés del público: hasta el momento, la oferta más alta ha llegado hasta los 975.000 dólares y todavía quedan más de dos semanas para que finalice la subasta.

No se aclara dentro de la información que brinda la empresa de subastas, pero se deduce que la unidad en cuestión sea una de las réplicas originales que se usaron para rodar la serie.

El Auto Fantástico en Mar del Plata

Otra réplica del Auto Fantástico tuvo su participación, junto a David Hasselhoff y a Emilio Disi, de una desopilante campaña de la provincia de Buenos Aires para promocionar la temporada de verano 2012-2013.

El breve comercial arranca con KITT por la ruta 2 hasta que estaciona en una playa de mar del Plata. Hasselhoff baja del vehículo pero en su rol de Mitch Buchannon, el personaje de ficción de Baywatch y comienza a correr emulando a la presentación del extinto programa, pero con paisajes de playas marplatenses.