sábado, 18 de septiembre de 2010

LOS MISTERIOS DEL E-BOOK

Tres editores discuten a qué velocidad crecerá el mercado, qué dispositivo prevalecerá y cuál será su precio.
Laura Casanovas. LA NACION
Mucho se habla del libro digital y, en varios países, su presencia ya se hace sentir en el mercado. Sin embargo, para los propios editores involucrados en su desarrollo, en muchos sentidos sigue siendo un misterio.
Hay acuerdo en que el avance del libro electrónico no es parejo en las distintas regiones del mundo, pero no sobre qué dispositivo de lectura prevalecerá. Su precio, que ahora es inferior al del papel, podría ser incluso superior. Lo que sucede es que en este mismo momento se están escribiendo las nuevas reglas del juego.
LA NACION reunió a Antonio María Avila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España; Patricia Arancibia, gerente de Contenidos Internacionales del Digital Group de Barnes & Noble, y Octavio Kulesz, director de la editorial argentina Teseo -una de las que están encarando con fuerza el modelo digital del negocio- , quienes se encontraron en Buenos Aires en el marco de la III Conferencia Editorial.
-Pareciera que ya pasó la discusión sobre si es bueno o no el libro digital y que ya está aceptado. ¿Cuál es la próxima etapa?
Arancibia: -Depende de dónde estés, se acabó o no la discusión. El estadio que sigue es la discusión sobre qué es un libro digital y cómo lo vendemos. En Estados Unidos, donde el libro digital ya es el 10% del mercado del libro, el paso es ver cómo sigue creciendo y cómo hacemos la comercialización y combinamos la venta en librería física con la venta en librería online . En muchos países se está hablando mucho, pero no hay nada. Ahora es un momento para conocer más y hablar de modelos de negocios. En América latina, todavía está en etapa de desarrollo.
Kulesz: -Coincido en que se ve un desarrollo mucho más adelantado en Estados Unidos, Europa y algunos países de Asia que en la Argentina. En el caso de nuestra editorial, nuestro principal cliente de e-books está en el exterior. Pero esta es una macrotendencia de la cultura y va a llegar acá. Tenemos que ir más rápido para recuperar el tiempo perdido, pero eso puede ser una ventaja porque podemos modelar una industria digital sin tantas resistencia analógicas.
Avila: -La realidad no es como la pregunta parece señalar. La industria editorial, en general, ha ido incorporando siempre la nueva tecnología. Nadie sabe a ciencia cierta qué es el libro digital porque puede ser muchas cosas: el móvil, el e-reader y otros. En el caso español, todo el mundo de la edición jurídica trabaja online desde hace muchos años. Y en este subsector el papel hace años que ha desaparecido. Pero el papel no va a decrecer, sino que se le va a sumar lo que se hace digitalmente y estamos tratando de diseñar reglas de juego y modelos de negocios.
-Se habla mucho de la democratización del libro digital.
Arancibia: -Ahora podés acceder a diez millones de títulos o cosas que estaban perdidas o en pocos lugares. Por otro lado, es más fácil encontrar un libro entre mil que entre mil millones. Pero las bibliotecas pueden tener libros digitales y muchas ya los tienen, y podés leer desde tu PC, tu teléfono y otros cacharritos. Esto abre nuevas guías para que más gente pueda acceder de distintas formas a más textos.
Kulesz: -La democratización no depende de una tecnología, sino de las personas. Pero creo que la tecnología digital del libro es una gran oportunidad para que los editores, sobre todo los pequeños, usen herramientas que son muchísimo más económicas y que permiten llegar rápido a los lectores, que son potencialmente globales. Esto era impensable hasta hace diez años.
-¿Qué dispositivos se van a instalar con más fuerza?
Avila: -Para que este mercado del libro se desarrolle, es fundamental que haya un estándar. Y esto no depende tanto de nosotros como de que la industria tecnológica se ordene de una vez.
-¿Va a ser más fácil para las editoriales chicas y medianas: posicionarse en el mundo virtual que en el de papel?
Avila: -Va a ser igual de difícil, pero el que sepa hacerlo va a tener mayor visualización, y eso es bueno.
Kulesz: -Totalmente de acuerdo. Es la misma oportunidad para todos, y eso ya es un gran avance porque es como dar de nuevo las cartas. Grandes, medianos y pequeños se enfrentan a un mundo que antes no existía, y ahí el tamaño no importa, sino que importa la velocidad, cuán rápido se mueva un editor para difundir sus textos y autores.
-¿Qué porcentaje del mercado va a quedar en libros impresos y en digital?
Avila: -No hay una respuesta global. Hay subsectores en los que va a predominar exclusivamente el digital, como la edición jurídica, las guías de viajes, las enciclopedias, y otros en los que va a ser predominante el papel. Pero es lógico que en unos años el digital haya aumentado el negocio con un 25 por ciento.
Arancibia: -Depende mucho del tipo de libro, el país, la región y los hábitos de lectura de la gente.
-¿Se va a mantener la diferencia de precio entre el libro impreso y el digital?
Kulesz: -Va a ser más caro incluso el e-book si es multimedia.
Avila: -Lo normal es que converjan en un plazo razonable.
EN LA ARGENTINA
Cambios a baja velocidad
En la Argentina por el momento es baja la producción y comercialización de e-books. Pero hay acciones en marcha, como la digitalización de los libros en papel, la capacitación del personal de la industria, el diseño de una estrategia propia, la renegociación de los derechos con los autores y la investigación de la opinión de los clientes.
TEMA DE DEBATE
El Ministerio de Desarrollo Económico porteño acaba de realizar la III Conferencia Editorial, que esta vez se dedicó a analizar cómo enfrentar la transición al paradigma digital. Hubo más de 530 inscriptos, 15 actividades y cerca de 30 especialistas. El 70% de los inscriptos fueron profesionales en ejercicio de los distintos componentes de la cadena de publicación: editoriales, librerías y desarrolladores de contenidos.
DIXIT
"Para que este mercado se desarrolle, es fundamental un estándar. Y eso depende de que la tecnología se ordene". Antonio María Avila. Gremios de editores de España
"Lo que sigue es la discusión sobre qué es un libro digital y cómo lo vendemos. Es un momento para hablar de modelos de negocios ". Patricia Arancibia. Barnes &Noble
"La tecnología digital es una gran oportunidad para que los editores usen herramientas económicas para llegar rápido a los lectores" Octavio Kulesz Editorial Teseo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

GOBIERNO ABIERTO: UNA REVOLUCIÓN QUE YA LLEGÓ

Rafael Estrella.Embajador de España en la Argentina.
¿De qué hablamos cuando hablamos de "gobierno abierto"? Nos referimos a la emergencia, tan inevitable como saludable, de un modelo superior y avanzado en nuestro sistema democrático de valores y convivencia, un impulso en la transparencia de los gobiernos y, a su vez, a la participación y la colaboración del ciudadano como individuo. Se trata de una nueva dimensión de la política y lo político, que va mucho más allá de la democracia representativa y de la intermediación clásica de las organizaciones sociales. Internet y la Web 2.0, con máquinas y aplicaciones que ya no son monopolio de los poderes públicos, sino que están al alcance de cualquier ciudadano, son el vehículo sobre el que se construye este nuevo escenario.

En estos días, llega a las librerías argentinas el libro Gobierno abierto - Open Government. Se trata de una obra coral en que expertos españoles y argentinos reflexionamos sobre el impacto revolucionario de Internet y las tecnologías de la información y la comunicación, a través de la denominada Web 2.0, en la acción de gobierno, la política y la construcción social. El libro, coordinado por César Calderón y Sebastián Lorenzo, es también el primer producto de una prometedora alianza entre una editorial argentina (Capital Intelectual) y una española (Algón Editores).

En los últimos cinco años, la revolución tecnológica que supone Internet se ha acelerado de forma explosiva con el desarrollo de la Web 2.0. La integración y la accesibilidad del hipervínculo, el sonido o la imagen; los teléfonos inteligentes y el creciente ancho de banda favorecen su uso y expansión. Internet y el vertiginoso progreso tecnológico hacen posible y global esa transformación.

Las herramientas de la Web 2.0 permiten a ciudadanos individuales, no necesariamente integrados en organizaciones sociales tradicionales, difundir sus ideas y propuestas, y relacionarse con sus pares. La reciente emergencia de las redes sociales abiertas o selectivas (Facebook y Twitter nacieron en 2006) y de herramientas (el primer video en YouTube se subió en abril de 2005), además de ofrecer oportunidades de interacción a jóvenes y adolescentes han proyectado también a la primera línea a millones de ciudadanos que quieren y pueden modelar sus propias vidas y que se agrupan libremente en redes que no son orgánicas ni jerarquizadas, sino distribuidas.

En ese actuar del individuo como ciudadano del ciberespacio ("un mundo que está a la vez en todas partes y en cualquier lugar"), el activismo político ocupa espacios cada vez más amplios e influyentes. Ese es el rasgo más notable de la sociedad posmoderna: actores individuales en redes que reconocen referentes, pero que carecen de jerarquía. El nuevo umbral tecnológico tiene un doble efecto: tanto los gobiernos como los internautas están en condiciones de usar aplicaciones que permiten, a los primeros, ofrecer servicios eficaces y accesibles de administración electrónica, y, a los segundos, participar y exigir no sólo esos servicios, sino más transparencia y mejor acceso a la información, una noción más ambiciosa que la de gobernanza. También, una oportunidad frente a la desafección hacia la política.

Estamos ante una nueva frontera, no sólo tecnológica -la tecnología es un instrumento, no un fin en sí mismo-, sino también política. Si la sociedad en red actúa de manera distribuida en un mundo plano, como lo es también el ciberespacio, ello implicará, inevitablemente, el fin de las burocracias jerarquizadas.

Pero los ciudadanos que viven en el ciberespacio -la ciberpolis- no quieren sólo ser mejor administrados, sino también ser mejor servidos, más informados y escuchados. La conciencia de su influencia y las respuestas públicas a estas demandas hacen crecer la blogosfera política y de lo público en número y en calidad, y acercan a esos ciberciudadanos a la política con nuevos términos de relación, que no se traducen necesariamente en el encuadramiento. Pero, no lo olvidemos, el lugar de la ciberpolítica no es un espacio propio ni diferente; bien al contrario, comparte la arena política con otros poderes políticos, sean públicos o sociales, lo que abre escenarios de influencia y de cooperación.

En esa dirección, el constante avance tecnológico está ya haciendo posible y creíble una política de gobierno abierto. El objetivo es hacer accesible a los ciudadanos, en formatos compatibles y procesables por el usuario, la ingente cantidad de información de las administraciones (data.gov en Estados Unidos, data.gov.uk en Reino Unido o Irekia en el País Vasco).

El gobierno abierto exige, además de una visión y una acción integradas desde los gobiernos, una nueva cultura de lo público cuyo objetivo central es implicar al ciudadano en la gestión y, en particular, en la construcción y evaluación de las políticas. Ese cambio cultural, para que sea real y efectivo, no puede quedarse en la epidermis del gobierno, sino que debe extenderse y transformar al conjunto de las administraciones, en todos los ámbitos.

En cuanto a la diplomacia, la más global de las políticas domésticas, ya no es, como tradicionalmente, algo que sucede entre gobiernos y detrás de puertas cerradas. Hoy, la distinción entre lo doméstico y lo exterior se difumina y la política exterior se convierte cada vez más en el dominio de toda la gente, lo que le incluye plenamente en el debate sobre el gobierno abierto.

La diplomacia de hoy es muy abierta. Pero con la extensión de la Web 2.0 comienza a ser más dinámica y directa; su público ya no es una audiencia a la hora fija de un informativo de noche o mediodía, sino el ciudadano individual que está en el metro, en el trabajo o en un café. Ciudadanos que, en tiempo real, difunden, opinan y crean opinión. Internet y la Web 2.0 forman parte de un proceso también imparable: la revolución en los asuntos diplomáticos.© LA NACION