domingo, 28 de julio de 2019

EL FUTURO EN CRISIS. LA INCERTIDUMBRE DEL PRESENTE NOS ARREBATA EL PORVENIR


Héctor H. Guyot. LA NACIÓN. 28 de julio de 2019
Era temprano y tenía que llevar a mi hija menor a la estación. Como no salía, me asomé a su cuarto. La encontré sentada en la cama, con el celular en la mano. Le dije que dejara sus mensajes para después, que se le hacía tarde, pero no reaccionó. Alzó los ojos y me miró con una expresión desconsolada en la que adiviné, alarmado, el preludio de una mala noticia.

-El mundo podría acabar en 2050 -dijo con un hilo de voz.
-¿De dónde sacaste eso?
-Lo dice la ONU. Por el deshielo del Ártico, la desertificación, la contaminación del aire.

Le dije que el calentamiento global era cosa seria, pero que ese pronóstico era sin duda la interpretación exagerada de algún medio amarillista. Que la Tierra no sería destruida, que no podía haber tal colapso en treinta años, que si no se apuraba perdería el tren. Ella insistió. Pocas veces la había visto tan angustiada. Logré que se pusiera en marcha, pero no aplacar el impacto de aquella profecía del fin.

-¿Entonces no puedo pensar en tener hijos? -dijo en el auto.
Se había abierto un agujero negro en su futuro.

Es curioso que yo, que siento la pérdida del mundo tal como lo conocí, me haya afanado en convencer a mi hija, que a sus 19 años es puro futuro, de que hay mundo para rato. Más allá de mis funciones de padre, debo reconocer que por momentos comparto ese desasosiego que en ella finalmente resultó, por suerte, tan intenso como fugaz.

Hoy el futuro está en crisis. Primero, por algo bien concreto: la amenaza que supone para la Tierra y la vida en ella el calentamiento global. Para muchos, vivimos un presente sin porvenir, determinado por el karma que la explotación desmedida de la naturaleza ha generado.

Pero hay algo más sutil: en el orden personal, cotidiano, el futuro tampoco es lo que era. En verdad, lo que está en jaque es el tiempo, la idea que tenemos de él y sobre todo el modo en que lo habitamos. La revolución tecnológica ha saturado el presente de información y de consumos, lo que provoca la fragmentación de la atención humana y del tiempo entendido como duración, como trayectoria, como línea que permite una narrativa y un sentido. Los estímulos de la vida online conspiran contra una verdadera conexión con el presente, aquella que nos comunica con el pasado del que venimos y nos proyecta, como potencia abierta, hacia el futuro.

Al futuro, entonces, se lo mata en tiempo presente. En una actualidad por otra parte llena de incertidumbres por los cambios de paradigma que genera la migración de la vida al espacio virtual, mientras se ensancha la brecha entre los que más tienen (unos pocos) y los que menos (la inmensa mayoría). Sin futuro, o con un porvenir que despierta temor, el voto va hacia demagogos que venden imposibles vueltas al pasado y que, una vez en el poder, desmantelan las democracias, hoy puestas en duda sin reemplazo a la vista.

Abordemos primero la amenaza concreta. La profecía de la catástrofe que preocupó a mi hija resultó exagerada. Puede que nos espere un cataclismo, pero al parecer no será tan pronto. Según lo firmado en el Acuerdo de París, el calentamiento global no debería superar a fines del siglo XXI los 2 grados por encima de los niveles preindustriales. Hoy, dicen los expertos, estamos en un 0,7 o 0,8. Sin embargo, de mantener la actividad económica actual, llegaríamos a las puertas del próximo siglo con un aumento de temperatura de más de 3. Hasta 2 grados, la cosa sería manejable. A partir de allí habría un efecto multiplicador que desencadenará tormentas y sequías mucho más violentas y agudas.

Actuar ahora
"Hay dos temas críticos -dice Luis Castelli, director ejecutivo de la Fundación Naturaleza para el Futuro-. El cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Se está rompiendo la infraestructura natural del mundo, pero esto no se percibe tanto como el calentamiento. Ambas cuestiones interactúan y aceleran el proceso. Para no superar un aumento de los 2 grados a fines de siglo, deberíamos llegar a 2050 sin emisiones de gases de efecto invernadero. Eso implica dejar de deforestar y abandonar el petróleo fósil. De lo contrario, las transformaciones nos afectarán a todos, y sobre todo a los más pobres. Para evitar grandes daños ambientales es imperioso tomar medidas ahora. El futuro depende cada vez más de lo que hagamos hoy".

Para Castelli, hay un futuro. Y son los jóvenes, que impulsan una campaña global de protesta contra la inacción de los políticos ante el cambio climático. Fridays For Future ganó impulso gracias a la estudiante sueca Greta Thunberg, que en agosto pasado empezó a protestar contra el calentamiento todos los viernes frente al Parlamento sueco. El movimiento prepara la tercera huelga global por el clima para el próximo 20 de septiembre. Los jóvenes tienen una conciencia ecológica mayor, señala Castelli. Son capaces de construir una sociedad más respetuosa de la naturaleza y más pacífica.

"La perspectiva de la crisis ambiental planetaria parece exponer a la especie no tanto al riesgo de una muerte súbita como al agravamiento de una enfermedad degenerativa, cuyo solapado inicio no habríamos detectado -describen Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro en ¿Hay un mundo por venir? (Caja Negra)-. Si las cosas continuaran en el rumbo en el que están, la narrativa más verosímil nos dice que, efectivamente, todos viviremos cada vez peor, en un mundo cada vez más parecido a aquellos concebidos por las distopías de Philip K. Dick".

Hombre y máquina
Hay otras narrativas del futuro colectivo acaso más optimistas, pero no menos inquietantes. Una de ellas es la que pregona el advenimiento del hombre capaz de trascender la biología gracias a una nueva naturaleza poshumana que llegaría de la mano de la tecnología. Se trata de la tesis defendida por los pensadores de la "singularidad", como Ray Kurzweil, director de Ingeniería de Google. Para ellos, una suerte de nuevo superhombre nietzscheano encarnaría los valores de este presente cibernético en un orden ecopolítico de abundancia, muy ajeno a las limitaciones que podría oponer, por ejemplo, la preocupación por la ecología.

Una variante de izquierda de esta suerte de fe es el llamado "aceleracionismo", que apuesta a acelerar un capitalismo "hegemónico e irreversible" para trascenderlo mediante la tecnología cuando se celebren las bodas del hombre y la máquina. En ambos casos, se trata de un futuro en el cual no tendría lugar el hombre tal como lo conocemos. Tal vez se trate entonces de un final y un nuevo comienzo.

Entre los finales distópicos que describen Danowski y Viveiros de Castro en su libro está el que plantea La carretera, novela de Cormac McCarthy. En ella, un hombre y su hijo recorren una tierra yerma tras un desastre planetario de causas desconocidas, en medio de otros sobrevivientes que subsisten como pueden y que, como ellos, deambulan sin rumbo. "Quienes caminan por la ruta no llegarán a ningún lugar, por el simple motivo de que ya no hay ningún lugar al que llegar. No hay salida", señalan los autores de ¿Hay un mundo por venir?

Hoy, en plena posmodernidad, vivimos el fin de los grandes relatos relativos al porvenir. "La ausencia de futuro ya comenzó", escribió el filósofo polaco Günther Anders tras el horror de Hiroshima. El antropólogo francés Marc Augé dice que a partir de 1989, con la caída del Muro de Berlín, empieza una nueva historia, mucho más veloz, que nos cuesta comprender. En su libro Futurabilidad (Caja Negra), el pensador italiano Franco "Bifo" Berardi sitúa el comienzo del cambio en 1977, año en que Steve Woniak y Steve Jobs crearon la marca Apple en Silicon Valley mientras en una Londres punk Sid Vicious gritaba aquello de "No Future". Luego, dice, sobreviene "una mutación de la composición molecular del organismo humano y social" provocada por la tecnología y sus dispositivos, que al ocupar todo resquicio de libertad priva al humanismo de sus fundamentos.

¿Hacia dónde va, entonces, el mundo hoy? Revolución tecnológica mediante, nadie lo sabe a ciencia cierta. Va hacia donde lo lleven las máquinas, podríamos decir. Lo que sí percibimos es que los estímulos de la vida online han astillado el tiempo personal con un presente sobrecargado y agobiante en el que lo simultáneo reemplaza la antigua noción de causa y efecto, propia de la concepción del tiempo lineal surgida en la Modernidad.

"El presente se volvió hegemónico -dice Augé en ¿Qué pasó con la confianza en el futuro? (Siglo XXI)-. A los ojos del común de los mortales, ya no surge de la lenta maduración del pasado, ya no deja traslucir los lineamientos de posibles futuros, sino que se impone como un hecho consumado, abrumador, cuyo súbito surgimiento escamotea el pasado y satura la imaginación del porvenir".

Rumbo y sentido
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han reflexiona en ese sentido: la crisis del futuro radica en el modo en que vivimos el presente. Hoy el tiempo carece de un ritmo ordenador, afirma. Ya no es capaz de encadenar los acontecimientos para dotarlos de sentido. Atomizado el tiempo, se atomizan también la vida y la identidad. "Las cosas ya no siguen una trayectoria que las ligue a un contexto -dice en El aroma del tiempo (Herder)-. De este modo quedan reducidas a átomos que se pierden en un hiperespacio vacío de sentido". La vida como zapping.

Esto, claro, tiene consecuencias. "La atomización, el aislamiento y la experiencia de discontinuidades también son responsables de diversas formas de violencia. En la actualidad, cada vez se desmoronan más estructuras sociales que antes proporcionaban continuidad y duración. Prácticas sociales tales como la promesa, la fidelidad o el compromiso, que crean un lazo con el futuro y trazan un horizonte, que crean una duración, pierden importancia".

La vida empieza a replicar la lógica de la Web, que también carece de dirección o rumbo. En la Web, dice Han, no hay transiciones ni caminos. No hay historia. El espacio de la Red está formado por acontecimientos o circunstancias discontinuas. "El tiempo de la red es un tiempo-ahora, discontinuo y puntual. Se va de un link a otro, de un ahora a otro. El ahora no tiene ninguna duración".

Horizontes posibles
En un presente cargado de distopías, ¿a qué horizontes podemos aspirar? ¿Qué utopías quedan? Augé afirma que el iluminismo sigue siendo una referencia revolucionaria, porque despertó en su momento la conciencia crítica del individuo que el Antiguo Régimen pretendía adormecer, un combate que nunca está del todo ganado. Por eso afirma en su libro que la nueva utopía es la educación para todos. "Si no se realizan cambios revolucionarios en el dominio de la educación, hay un riesgo de que la humanidad de mañana se divida entre una aristocracia del saber y de la inteligencia y una masa cada día menos informada de todos los desafíos del conocimiento. Esta desigualdad reproducirá y multiplicará la desigualdad de las condiciones económicas. La educación es prioridad de prioridades".

Han propone una suerte de antídoto contra la fragmentación, que permitiría recuperar lo que él llama "el aroma del tiempo": el arte de la demora contemplativa, que hoy se ha perdido por la entronización de la vida activa y la autoexigencia del rendimiento. La demora contemplativa es un acto de resistencia porque presupone que las cosas tienen una duración. Una idea que contradice tanto la presión del consumo como la eficiencia funcional de los algoritmos, que por definición evitarán cualquier demora.

La eficiencia funcional de las máquinas, trasladada a la vida, hace que lo queramos todo ya. Cualquier intervalo espacial o temporal que nos separa de nuestro objetivo se convierte en un obstáculo que hay que eliminar. El anhelo de satisfacción instantánea nos condena al zapping. Por eso Han rescata la demora, la duración, el intervalo que separa el lugar de partida de la meta. En síntesis, el camino. Y, junto con el camino, la idea de peregrinaje. "La peregrinación, por ejemplo, no es un espacio intermedio vacío que habría que recorrer lo más rápido posible -escribe-. Es, más bien, constitutiva de la meta a la que se llega. Estar en camino adquiere aquí una gran importancia. El caminar apunta a la penitencia, la sanación o el agradecimiento. Es una plegaria. El peregrinaje no es un mero andar, sino una transición hacia un lugar. El peregrino se dirige, temporalmente, al futuro, en el que espera la curación".

El futuro es también el asiento de la esperanza y el anhelo. Una dimensión donde, queremos creer, la redención es posible. Tal vez no deje de ser de ese modo si peregrinamos hasta allí. En ese tránsito quizá encontremos al futuro, como sugiere Han, en el presente del camino.

BIG DATA EN RECURSOS HUMANOS: AUNQUE NO LO VEAS TU JEFE TE ESTÁ MIRANDO


No solo los buscadores y las redes sociales tienen más información de la prevista; cada vez más herramientas de este tipo se usan en las empresas
Laura Marajofsky. 28 de julio de 2019. Fuente: LA NACION

En plena era tecnológica era cuestión de tiempo hasta que tendencias como el "big data" incidieran en el ámbito laboral, desde la utilización de parámetros analíticos computarizados para evaluar si una persona es apta para un trabajo, al uso de "people analytics" para contratar o despedir personal, y ahora también el análisis de métricas para diagnosticar problemas organizacionales que de otra manera se vuelven opacos para las organizaciones. ¿Las computadoras deciden por nosotros y la información es el commodity más preciado?

Lejos de la paranoia de Gran Hermano, según expertos, el análisis de datos puede ser lo que marque la diferencia entre dos empresas, en particular cuando se trata de diagnosticar problemas internos, sobre todo en este clima económico. En una nota reciente del NYT titulada "Cómo Data puede ayudarte a ganar en una economía en la que el ganador se lleva todo", se explica que, en cada sector de la economía, se enfrentan más o menos las mismas problemáticas: el ascenso de unas pocas firmas que dominan y la reinvención digital de los negocios tal cual los conocíamos, pero se señala algo más interesante aún, un entendimiento de la cambiante relación de lealtad entre el empleador y el empleado. Probablemente porque la competencia entre empresas por personal capacitado es hoy, y con la mentalidad de las nuevas generaciones (los millennials cambian de trabajo cada 2 años), más encarnizada que nunca. Esto aplica para el sector de las manufacturas y ventas, bancos, legales, salud y educación, y ciertamente, en tecnología.
  
Por eso cada vez más firmas están recurriendo a la tecnología para ayudarse a tomar decisiones. Algunos antecedentes en el uso de estas métricas se remonta a la llamada Moneyball Revolution (ver el libro de Michael Lewis del 2003 que inspiró la película homónima), cuando el uso de nuevas metodologías transformó el baseball mediante el análisis de datos (historia de los jugadores, récords, fallas, etc) y se convirtió en algo a sopesar a la hora de contratar a un jugador para un equipo. El libro de Lewis captura lo que fueron los inicios de esta tendencia que en la actualidad implica un despliegue técnico mucho mayor. Una revolución que se extiende a otros ámbitos.

Información es poder
Claro que no se trata sólo de acceder a la información, también hay que saber leerla, interpretarla y qué hacer con ella. Justamente sobre esto reflexiona la misma nota dando como ejemplo el caso Microsoft, que mediante la ayuda de una empresa encargada de este tipo de mediciones llamada VoloMetrix, intenta descifrar el malestar y la baja productividad de sus empleados. ¿Qué tipo de meta data se analiza en este incipiente campo de "organizational analytics"? Los emails corporativos, horarios de llegada y salida, cantidad de reuniones semanales, cantidad de gente que asiste y más cuestiones relativas al comportamiento del staff en el trabajo.
  
¿Qué cosas hallaron? En el caso de VoloMetrix encontraron por ejemplo algunas variables que consideran pueden extrapolarse a otras corporaciones, si bien cada firma es casi un ecosistema. Que las personas que trabajan más horas semanales no son necesariamente las más productivas, que cuando los cargos jerárquicos empiezan dando ese ejemplo los de rangos menores siguen y se vuelven menos comprometidos con sus trabajos, que cuantos más contactos tienen un empleado en diversas áreas de la empresa más larga y mejor en su carrera, y que uno de los predictores más efectivos para el éxito de la gerencia media es mantener reuniones uno a uno con la gente que reporta directamente a ellos. Además que algunos de estos rasgos pueden ¨contagiarse¨ de los managers a los puestos de abajo.

Opciones locales
¿Existen a nivel local iniciativas del estilo? Aunque incipiente, el campo de los analytics acá tiene algunos desarrollos tecnológicos y firmas trabajando en el tema. Uno de ellos es Workia, una start up que crea soluciones tecnológicas para optimizar la gestión de los recursos humanos. "Uno de nuestros productos más disruptivos es EVA, un Entrevistador Virtual creado en conjunto con el Conicet que permite a través de una interfaz muy sencilla evaluar hasta 8 competencias de candidatos de búsquedas laborales. Los entrevistados deberán grabar un audio relatando una historia basada en un disparador propuesto por EVA y el sistema, basado en inteligencia artificial, genera un reporte a través del análisis discursivo que permite medir las competencias y la emocionalidad entre otros datos. También cuenta con una plataforma de búsqueda con una suite de productos que permiten optimizar y acelerar el proceso integral de selección de personal", cuenta Fiorella Bonfiglioli de Birpin, la primera agencia de empleo 100% machine learning, una plataforma de búsqueda laboral que utiliza inteligencia artificial para acercarle a las personas las ofertas adecuadas a su perfil profesional.

La herramienta crea dicho perfil a partir de la carga del CV (en Word o PDF) en un click, donde releva la formación, experiencia laboral y habilidades de cada candidato. "Birpin también significa un ahorro sustancial en tiempos y costos en sus procesos de búsqueda y selección, ya que las conecta con potenciales empleados de una manera más eficiente, les permite un mejor seguimiento del proceso a través de un timeline y muy pronto ofrecerá EVA, un entrevistador virtual que permitirá a través de una interfaz muy sencilla evaluar hasta 8 competencias de los candidatos de búsquedas laborales, de manera de pasar a la fase de entrevistas solo con los candidatos mejor calificados", aclara Bonfiglioli respecto de las ventajas que presenta este modelo para las empresas. ¿Quiénes lo utilizan? Diferentes clientes, desde bancos a firmas tecnológicas y hasta agencias de Recursos Humanos.

Por otro lado, Worcket es una plataforma en la nube que automatiza e integra el proceso de selección end to end utilizando AI, ML y chatbots entre otras tecnologías. Actualmente lo utilizan 60 empresas en 9 países de América latina con una fuerte presencia en México y comenzando a meterse en Europa, entre ellas, Banco Macro, YPF y Century Link.

"Hoy se dice que el 80% del trabajo de selección es factible de automatizar con la tecnología, a excepción de la entrevista en persona y la decisión final que corre por parte del decisor, el resto puede hacerlo la tecnología. Ese 80% es el foco de Worcket, inicia filtrando y ranqueando a los candidatos con AI de acuerdo a aquel que mejor fit tiene con la posición en comparación con los otros candidatos que llegaron a la oportunidad, luego cuenta con asistentes virtuales para entrevistas en video que mide además mediante AI (Sentiment Analysis y Face Recognition) la comunicación no verbal", explica Leandro Boffi, uno de los creadores, sobre el proceso de filtrado para seleccionar candidatos. "Por otro lado con asistentes virtuales de chatbots, que permiten hacer el screening del candidato de manera automática preguntádole todo aquello que antes se hacía por teléfono o en persona y agrupa a los candidatos "parecidos", también se obtienen tests escritos que se embeben en la plataforma y se analizan con soft de language recognition para medir el nivel de inglés de una persona por ejemplo".

Uno de los mayores mitos a rebatir cuando se habla de la creciente automatización de la cultura del trabajo, es la idea de que el hombre será prescindible. Como decíamos antes no importa sólo la información, sino que también se requiere el criterio para analizar las métricas y tomar decisiones en base a esto.

Lo que es seguro es que los sistemas inteligentes van a ser cada vez más ubicuos ayudando al hombre en el mundo del empleo.

No faltan los defensores de los derechos civiles que consideran intrusivas algunas de estas prácticas, aunque los supermercados, las plataformas de redes sociales y hasta los buscadores web ya estén analizando tus movimientos bancarios o leyendo tu correo.

Mientras tanto tu jefe, hoy con algo de ayuda cibernética, te está mirando.

LA BIBLIOTECA DEL FUTURO YA NACIÓ Y SE LLAMA OODI


En Helsinki, la capital de Finlandia, país en el que cada habitante lee en promedio 48 libros por año, un flamante edificio que costó 100 millones de euros atrae a gente de todas las edades que comparte su pasión por la lectura. Un espacio de encuentro y sociabilidad que es un ejemplo de vanguardia
Crédito: Sebastián Arauz. 28 de julio de 2019 

Oodi es lo que tú quieres que sea. La revolucionaria biblioteca de Helsinki abrió sus puertas en diciembre de 2018 como culminación de los festejos por el centenario de la independencia de Finlandia (1917) y no parece que esa frase que figura en su sitio web haya sido un mero mensaje marketinero.

Allí la gente hace lo que le viene en gana. Se tira en comodísimos sillones, en el suelo o sobre alfombras diseñadas por reconocidos artistas. Pinta, cose, toca el violonchelo, hace bricolaje, juega con los niños, cambia los pañales de sus bebes, festeja cumpleaños, reproduce objetos en impresoras 3D, graba canciones, hace reclamos o plantea sugerencias a las autoridades locales. Ah, y también lee o estudia.

La flamante biblioteca Oodi (nombre que le pusieron los ciudadanos en una encuesta y que en finés quiere decir oda) es un gran living room (y así lo promocionan) al que los finlandeses -insuperables en su dinámica colectiva, pero individualmente acosados por la soledad - toman por un escenario de sociabilidad donde al menos, si no hablan entre sí, se sienten acompañados.

Reúnete con amigos, desarrolla tu arte, lee, descansa.ven con tu familia, reserva un espacio para encuentros o pasa un día de trabajo en un ambiente relajado. Incluso puedes celebrar tu propio evento en Oodi. Pero, ¿cómo funciona una biblioteca que le propone semejante menú a los ciudadanos?

Todos sabemos que las bibliotecas aspiran a ir liberándose de aquel ambiente en el que reinaba el silencio y los lectores apenas se movían en los pupitres en los que leían. Sin embargo, ¿tanto convite al ejercicio de la libertad no termina produciendo excesos?

La respuesta viene de la mano de la directora de la nueva biblioteca, Anna-Maria Soininvaara. Todo lo que aquí llevamos adelante fue diseñado a partir de lo que querían los ciudadanos. Les hemos consultado hasta los detalles más pequeños. Responder a lo que pedían ha sido la llave de la armonía en el uso de la biblioteca.

Un edificio funcional
El propósito de convertir a la biblioteca central de la impresionante red de bibliotecas de Helsinki en un espacio de encuentro y sociabilidad ciudadana requería de un edificio que sirviera a esos fines. Un concurso internacional anónimo convocado en 2012 reunió 544 participantes. En junio de 2013, se consagró ganador el estudio local ALA. La construcción comenzó en mayo de 2015 y costó 100 millones de euros.

Nuestro objetivo era crear un espacio público novedoso en el centro de la ciudad, afirma el arquitecto Niklas Mahlberg, responsable de la firma ALA Architects en la fase de implementación.

En Helsinki, la amplitud de luz natural varía de tan solo 5 horas y 49 minutos en invierno a 18 horas y 56 minutos en verano. La luz es, pues, un elemento gravitante a la hora de diseñar un edificio.

En la estructura, son los inmensos vidrios los que presentaron el mayor desafío. Son muy grandes, curvos, doblados y laminados. Debieron ser diseñados para acompañar las ondulaciones de techos y piso. Los que más llaman la atención son aquellos en los que se imprimió un patrón de puntos blancos para disminuir el resplandor y el calor excesivo durante el verano, lo que produce una imagen abstracta de copos de nieve.

La planta baja, inmensa y libre, es absolutamente transparente, con vistas amplísimas a través de enormes ventanales con escasos soportes metálicos. La segunda planta ofrece lugares específicos algo más privados. Y en la tercera planta, llamada El paraíso de los libros, es como estar en las nubes, con vistas panorámicas a otros edificios públicos como el Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, el Helsinki Music Centre, el Finland Hall y la sede multimediática llamada Casa Sanoma.

Pero acaso el vecino (están exactamente enfrentados) más importante sea la sede del Parlamento de Finlandia. Aunque tal vez no sea importante la palabra que lo define. Es la otra institución democrática, la sociedad civil ve al Parlamento en el mismo nivel.

Agua y libros
El resultado de una encuesta (los finlandeses son 5,5 millones) determinó que el servicio público más valorado por la ciudadanía es el de la red de agua potable, e inmediatamente después se ubica la red de bibliotecas. No es extraño en el país más alfabetizado del mundo, donde en promedio cada finlandés lee 48 libros al año, 17 de ellos por placer. Doce libros al año de los que leen los finlandeses son préstamos de la red.

Una nueva Ley de Bibliotecas Públicas en Finlandia (sancionada en 2016) menciona, además de las misiones tradicionales, actividades recreativas y cívicas, y habla de promover el diálogo social y cultural, además de, por ejemplo, responsabilidades en el desarrollo nacional. La misma norma menciona que las bibliotecas públicas (en el país hay unas 8 mil) deberán tener instalaciones adecuadas, equipamiento moderno y personal suficiente y competente a su disposición.

-¿Cuánta gente trabaja en la Oodi?
-54 personas.
-¿Y personal de maestranza y seguridad?
-Están incluidas en las 54.

Anna-Maria Soininvaara, la directora de la revolucionaria y espectacular biblioteca que es Oodi, no tiene despacho. La charla tiene lugar en la planta baja a la vista de usuarios y visitantes.

Hay espacios cerrados por paredes de vidrio con pantallas y computadoras, donde los jóvenes se entretienen con videojuegos

De los 17 mil metros cuadrados del edificio apenas 200 están destinados a la oficina que nuestra entrevistada comparte con otras compañeras y compañeros. Los 54 agentes deben dividirse en turnos, habida cuenta de que la biblioteca permanece abierta de lunes a viernes de 8 a 22 y sábados y domingos de 10 a 20. Es decir que a un tiempo hay aproximadamente 15 empleados.

Con zapatos, no
Caminamos y recorremos cada esquina, cada espacio. En el Paraíso de los libros, papás y mamás con niños muy pequeños juegan descalzos sobre las ocho alfombras grandes creadas por los diseñadores finlandeses Laura Merz, Aamu Song, Johan Olin, Marika Maijala, Piia Keto, Matti Pikkujämsä, Sakke Yrjölä y Jenni Rope. Están hechas a mano en el norte de la India, respetando tradiciones artesanales de siglos de antigüedad.

Cada alfombra representa a un clásico de la literatura finlandesa, desde Minna Canth hasta Aleksis Kivi y desde Mika Waltari hasta Tove Jansson. Están en la segunda planta y, por tener libros en estanterías, podríamos decir que es el espacio que se parece más a una biblioteca convencional.

La dedicada a Aleksis Kivi, considerado uno de los más célebres autores finlandeses, es la más llamativa. Se basa en el cuarto en el que murió el escritor en Tuusula (sur de Finlandia) a los 38 años, alienado por el alcohol y pobre de solemnidad. La alfombra es del real tamaño de ese cuarto, se dibujan en ella exactamente los muebles que había y aparecen el hermano de Kivi, su cuñada y sus cuatro hijos, que eran los propietarios de la casa.

Subimos otro piso. Hay máquinas de coser y de bordar. Desde la biblioteca central vimos que a la gente le gustaban mucho estos equipos. Los apartamentos en Helsinki no son muy grandes y no es usual tener un equipo grande que, por otra parte, no se necesita tan a menudo. Aquí se pueden compartir con otros. Y además, pueden aprender a usarlos. También hay cortadoras láser, impresoras, equipos de grabación, instrumentos musicales, herramientas para bricolaje.

Personas mayores -algunas muy mayores- conviven en un espacio -eso sí, enorme- con niños, jóvenes y adultos, cada uno dedicado a lo suyo. o simplemente dedicados a nada.

Los más difíciles de convocar son los adolescentes, afirma Soininvaara cuando le preguntamos a qué sector social les cuesta más atraer a la biblioteca. Tal vez por eso hay grandes espacios cerrados por paredes de vidrio en los que hay pantallas y computadoras, donde los jóvenes se entretienen con videojuegos. La inmigración, un tema presente en los países nórdicos, también tiene su lugar con los llamados cafés de idiomas, donde se enseña el finés, además de disponer de colecciones en 17 idiomas.

Pasamos por un estudio de grabación, por un espacio usado por la Unión Europea para temas de su competencia y por un ambiente en el que los ciudadanos dejan ideas, sugerencias o quejas a las autoridades de Helsinki, que escritas en papeles y dispuestas en un mural quedan a la vista de todos. Hay allí una funcionaria que es la que atiende los reclamos y, si está a su alcance, responde inquietudes. Más allá, un auditorio, en el que se desarrolla un seminario. Para usarlo, lo único que hace falta es reservarlo.

Pero como dijimos, Oodi es una biblioteca. Tiene 100 mil libros para prestar, material para todas las edades y la colección de partituras más completa en la red pública.

En el Paraíso de los libros se encuentra el Rainbow Shelf, con libros de ficción y no ficción, cómics y películas sobre minorías sexuales y temáticas de género. ¡Ah!.... y tiene ámbitos donde se lee sin que el ruido, la música o las conversaciones interrumpan la lectura, tal como eran las bibliotecas del pasado.

Para responder qué es lo que la gente realmente utiliza de lo que ellos planificaron, la directora de la Oodi no duda: ¡La gente usa todo! Y sobre cómo se comporta el edificio fue directa: salvo un problema con el sistema eléctrico que debemos resolver, todo funciona a la perfección.

En medio de la charla nos sorpendió un carrito que, autopropulsado y conteniendo libros, iba hacia un sector de estanterías en El paraíso de los libros. Se trataba de Veera, uno de los tres robots (los otros son Tatu y Patu) que cumplían con su trabajo de llevar y traer libros a sus correspondientes lugares o guiar a los lectores hacia donde estos se encuentran. Como cada decisión tomada en el lugar, a los tres los bautizó la gente a través de una consulta en las redes. Las devoluciones de los libros también son concretadas por medio de estaciones de autoservicio digitales.

Sin exclusiones
Anna-Maria Soininvaara sube con nosotros la escalera principal del edificio, que en sus circulares paredes negras espiraladas muestra palabras sueltas hacia el espacio interior. ¿Qué es eso?

Se trata de la obra del artista finlandés Otto Karvonen, que tuvo la ocurrencia de escribir nombres de grupos humanos a quienes se dedicaba la nueva biblioteca. De hecho, la obra se llama Dedicatoria. Los nombres salieron de encuestas hechas por internet. Quien lo quisiera podía sumar el grupo que deseara.

De esa manera, quedaron escritas más de de 380 dedicatorias. La primera palabra, en el extremo de arriba, es todos. Pero hay dedicatorias interesantes: anarquistas, mendigos, suicidas, presos, delincuentes, gente loca, bisexuales, amantes de los perros, ateos... Todos son todos.

Antes de dejar la Oodi pusimos en manos de su directora varios volúmenes editados por nuestra Biblioteca Nacional. Y de paso le preguntamos qué recomendación les daría a las autoridades argentinas para mejorar el rol social de las bibliotecas públicas. Las seis palabras de su respuesta sonaron como una interpelación revolucionaria: pregunten a los usuarios qué quieren.

Por: Nino Ramella

jueves, 25 de julio de 2019

DESCUBRE A QUÉ GENERACIÓN PERTENECES SEGÚN TU FECHA DE NACIMIENTO


Aunque no lo sepamos, todos pertenecemos a una generación debidamente acotada e identificada. Seguramente nos suenen las generaciones del baby boom o los archiconocidos millennials, tan presentes hoy en día en los medios y en las conversaciones de la gente.

A pesar de lo conocida que es este grupo, tan sólo los baby boomers han recibido nombre propio de manera oficial, tal y como reconoce la Oficina del Censo de Estados Unidos. Baby boomers, millennials, niños de la postguerra… cada generación ha sido bautizada por los investigadores para estudiar su comportamiento y aunque la mayoría lo desconozca, los más jóvenes ya no son millenials, pertenecen a la llamada generación Z.

¿Por qué se clasifican las generaciones?
Identificar y establecer límites generacionales es muy útil para los investigadores sociológicos y antropológicos. Tener información sobre un colectivo, y sobre cómo este interactúa o reacciona a los sucesos económicos, sociales o tecnológicos que suceden a su alrededor es una herramienta muy valiosa.

De esta manera, se puede analizar cómo reaccionó un colectivo a un determinado acontecimiento y cómo ha evolucionado su opinión a través de los años. Además, permite a los investigadores establecer cómo un grupo ha sido moldeado por experiencias similares.

Niños de la postguerra (1930-1948)
Recoge aquellos que superan los 70 años de edad. Son los niños que crecieron tras la Guerra Civil española. En el resto de Europa y el mundo occidental recoge aquellos que vivieron tras la Segunda Guerra Mundial. Es la generación menos numerosa.

Las condiciones de vida que tuvieron durante buena parte de su vida, con tasas altas de mortalidad infantil, marcaron tanto su población, como su carácter. Son personas muy austeras y trabajadoras que han sido educados en la cultura del esfuerzo y el sacrificio y que han conocido una vida mucho más dura. Vivieron una época dura y eso se ve reflejado en su carácter

Baby boom (1949-1968)
Al contrario que los niños de la postguerra, la del baby boom es la generación más numerosa. Actualmente, en España hay más de 12 millones de baby boomers. Fueron los primeros en vivir en paz y en un período de bonanza tras la postguerra.

En España esta generación llegó con un retraso de medio siglo, a partir de los años cincuenta. Son aquellos que vivieron el éxodo del campo a la ciudad, empezaron a disfrutar de vacaciones en la costa o se compraron su primer coche.

Generación X (1969-1980)
Son los hijos de los baby boomers, los nacidos en los setenta. En España también se retrasó respecto al resto del mundo occidental a causa del franquismo y se inició con la progresiva apertura política del país.

Vivieron el esplendor del consumismo y la obsesión por el triunfo a toda costa. También conocidos como la generación de la EGB, fueron los primeros a familiarizarse con los ordenadores como herramienta de trabajo.  Son muchas las novedades que salieron al mercado en este esplendor del consumismo

Millennials (1981-1993)
Seguramente la generación más conocida y criticada. Los Millennials son aquellas personas nacidas entre 1981 y 1993 (o 1996, según el organismo que se consulte). En España supone una población de poco más de 7 millones de hombres y mujeres.

Es la primera generación que puede considerarse global. A diferencia de las anteriores, en esta no existen diferencias entre países y todos los jóvenes occidentales pueden identificarse con los mismos valores. Son la generación más cuestionada

Han crecido con los inicios de la digitalización y su acceso al mercado laboral estuvo marcado por la crisis económica. Será interesante ver cómo afecta en su futuro este inicio ‘lento’ que han tenido en sus carreras profesionales.

Conocidos también como ‘ninis’, es una generación estigmatizada que ha sido descrita como perezosa, individualista, aburguesada… pero también son estos jóvenes los que impulsaron la vida sana, la alimentación saludable o el ecologismo.

Generación Z (1994-2010)
Es la generación que ha cogido el relevo a los millennials. Tienen como mucho 23 años y superan en número a sus predecesores. En España hay 7.800.000 de chicos y chicas que pertenecen a esta generación post-millennial.

Son más emprendedores que los millennials. Aprenden rápido y de forma autodidacta, ello los convierte en unos jóvenes mucho más irreverentes que sus compañeros los millennials, educados con sistemas mucho más rígidos.

Si la situación de los millennials no era muy prometedora en su incursión en el mercado laboral, la generación Z sufre tasas de paro aún más elevadas, que superan el 25% y seguramente por ello también son la generación más emprendedora. Autodidactas y emprendedores, así son estos jóvenes

¿Cómo es la generación Z?

A diferencia de los millennials, se ha escrito poco sobre estos jóvenes del futuro. En el libro Generación Z, Núria Vilanova e Iñaki Ortega repasan a fondo qué mueve a estos jóvenes, cuáles son sus motivaciones, sus debilidades y el entorno que los rodea.
La generación Z experimenta la democratización del acceso a las oportunidades. Ya no importa quién es tu padre o dónde has nacido. Solo cuenta tu talento. Son nativos digitales y aprovechan esta ventaja para buscar nuevas salidas profesionales en un mercado laboral cada vez más cambiante.

Son jóvenes muy creativos, con una alta adaptabilidad a nuevos entornos. Saben que tendrán que adaptarse muchas veces a nuevas realidades laborales y tener mucha movilidad geográfica en un mundo cada vez más global. Vilanova y Ortega, de hecho, aseguran en su libro que estos jóvenes “ya están inventando sus propios empleos”.

Binomio juventud y tecnología
Esta generación es la primera en nacer en la era digital. Su dominio de las nuevas tecnologías innato y, de hecho, casi la mitad de ellos pasan entre 6 y 10 horas conectados a sus móviles.

Desconfían del sistema educativo tradicional, parque en muchos casos ellos mismos tienen acceso a la información de manera directa y más rápida que sus profesores. Su actitud es irreverente en el sentido de que se cuestionan absolutamente todo.

Son mucho más críticos que sus predecesores y esta actitud les permite avanzar y no quedarse anclados. De hecho, la titulación universitaria con nota de entrada más alta este año en España ha sido la doble titulación de Matemáticas con Física.

Debilidades
La inmediatez es también una característica innata en ellos. Están acostumbrados a descargar veloces y a mantener multitud de conversaciones a la vez en sus redes sociales. Pero esta cualidad, puede ser a la vez una de sus debilidades.

Tienen menor capacidad de conservar la atención en todo aquello que no otorgue resultados inmediatos y muestras importantes lagunas en expresión oral y escrita. Tienen fama de ser muy individualistas y sí que son muy egocéntricos colgando selfies todo el tiempo en sus redes sociales, pero también son muy solidarios. El compromiso social es un elemento muy presente no solo en estos jóvenes, sino en las nuevas empresas que nacen bajo su brazo.

También son inconformistas. Ya no se conforman con una casa, un buen trabajo y formar una familia. Quieren transformar el mundo. Esto los lleva a ser mucho más emprendedores. De hecho, la edad media para montar una empresa se ha reducido de los 35 a los 24 años en esta generación.

Cada vez más globales
Las generaciones cada vez son más globales, más tecnológicas e interraciales. La población extranjera era de 923.879 personas en la época de los millennials. La generación Z, en cambio es mucho más internacional, con más de cinco millones de inmigrantes (5.023.487).

En manos de esta generación está nuestro futuro. Una generación digital, emprendedora e inconformista, capaz de trasformar el mundo a la misma velocidad en la que se transforman nuestras sociedades.

EDURNE CONCEJO, BARCELONA. 09/04/2018


BABY BOOMERS, GENERACIÓN X, MILLENIALS Y CENTENNIALS: A QUÉ GENERACIÓN PERTENECÉS?


Mucho se dice acerca de esta clasificación basada en la relación con la tecnología y el mundo laboral. En esta nota aclaramos los puntos básicos de cada una. 07/07/2017. Clarín.

Algunos, hay que decirlo, no se sentirán parte ni de una o ni de otra, sino una mezcla. Otros se identificarán totalmente. Si bien la distinción se sustenta en estudios de universidades y empresas que miden el acceso a la tecnología y al mundo laboral, es muy fácil para los sociólogos y filósofos de diván especular con definiciones absolutas tales como: “Los millennials son caprichosos, no soportan el compromiso”; “los Centennials exponen su privacidad sin límites". Además, informes sacan conclusiones sobre aspectos de la vida de pareja ("los millennials prefieren estar solos", "no son románticos", "prefieren una mascota o una colección de likes en Facebook"), hábitos de consumo y tiempo libre.

Un poco jugando, y un poco no, con términos casi de ciencia ficción, el útil pensar cómo los humanos nos adaptamos a nuestro entorno y a sus veloces tecno-modificaciones según nuestra edad.

Baby Boomers (nacidos entre 1945 y 1964)
Nacidos post Segunda Guerra Mundial. El nombre de esta generación refiere al “Baby boom” –repunte en la tasa de natalidad- de esos años.
El trabajo como modo de ser y de existir: estable, a largo plazo, adictivo, no necesariamente de lo que aman hacer.
No le dedican mucho tiempo al ocio y a la actividad recreativa.
Las mujeres de esta generación aún se están incorporando al mercado laboral. Si bien persiste el ideal de familia tradicional, se empiezan a romper estructuras.

Generación X (nacidos entre 1965 y 1981)
Según un estudio de la Universidad de Michigan, los hombres y mujeres X trabajan mucho pero logran un equilibrio, son felices con sus propias vidas.
Son los que vieron el nacimiento de Internet y los avances tecnológicos. Están marcados por grandes cambios sociales.
Como son una generación en transición - se les llamó Generación Perdida e incluso Generación Peter Pan- pueden hacer convivir equilibradamente la relación entre tecnología y vida social activa “presencial”: tienen participación dentro de los eventos de su comunidad.
Son más propensos a estar empleados (aceptan los órdenes de jerarquía institucional) y equilibran la energía entre el trabajo, los hijos y el tiempo de ocio.
Son los padres de los Millennials, hacen esfuerzos adaptativos a la vertiginosidad de la generación que sigue.

Generación Y o Millennials (nacidos entre 1982 y 1994)
Muy adaptados a la tecnología. La vida virtual es una extensión de la vida real. Aunque conservan algunos códigos de privacidad en relación a lo que exponen o no en Internet (a diferencia de los Centennials, que comparten todo).
Son multitasking.
No dejan la vida en el trabajo, no son "workaholic" (quizá observaron que sus padres sí lo fueron, y lo hacen distinto).
Son emprendedores y creativos, intentan vivir de lo que aman hacer. Son idealistas.
Aficionados a la tecnología del entretenimiento: usuarios de las salas de chat en los ’90 y ahora de redes de citas. Pasaron por todo: SMS, Reproductor de CD, MP3, MP4, DVD.
Aman viajar, conocer el mundo, ¡y subir las fotos a las redes!
Según estudios, duran en sus trabajos un promedio de dos años, a diferencia de la generación X y los "baby boomers" (más estables). Es por eso que las empresas enloquecen armando políticas de "fidelización".

Generación Z o Centennials (nacidos a partir de 1995 y hasta el presente)
Son verdaderamente “nativos digitales” (desde su niñez usan Internet).
Autodidactas (aprenden por tutoriales), creativos (incorporan rápido nuevos conocimientos y relacionan bien) y sobreinformados (alta propensión al consumo de información y entretenimiento).
Visitan redes que sus padres no: un ejemplo es Snapchat. Comparten contenido de su vida privada, aspiran a ser YouTubers. Su vida social pasa en un alto porcentaje por las redes.
Nada de la tecnología les es ajeno.
Pasan mucho de su tiempo “frente a pantallas”. Estudios recientes aseguran que están expuestos un promedio de cuatro veces más tiempo del recomendado a dispositivos.
Su éxito se mide en “compartidos” y “likes”.
Según un estudio realizado por The Futures Company, son más pragmáticos que los Millennials, buscan innovar con “lo que hay”.
No accedieron a la vida laboral todavía, pero se observa que les preocupa encontrar una vocación acorde a sus gustos, conocerse a sí mismos y aceptar las diferencias, en un mundo cada vez más globalizado.

¿A qué generación pertenecés? ¿Te identificás?

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE MILLENIALS Y GENERACIÓN "Z"

Conocer las generaciones en nuestro equipo de trabajo nos ayudará a gestionar el grupo, a relacionarnos mejor con nuestros trabajadores y a mejorar el desempeño del equipo. Los Millennials y la Generación Z han entrado en el ambiente laboral. Para las otras generaciones, estas dos representan un enigma. Pero hoy te contamos los parecidos y diferencias entre la Generación Z y los Millennials.

Similitudes entre Millennials y Generación Z
Ambas generaciones prefieren participar en la realización de un plan de carrera. No les agrada que les impongan una ruta preexistente.
Quieren trabajar para empresas que tengan una misión claramente establecida y un impacto positivo en la sociedad. Para estas generaciones, no solo importa la remuneración, sino ayudar a quienes le rodean mientras trabajan.
Buscan el desarrollo continuo. Por ello, les gusta seguir aprendiendo de temas relevantes. Asimismo, buscan coaches y líderes que los guíen en su desarrollo profesional.
Quieren emprender. Estas generaciones prefieren tener un proyecto alterno a su empleo primario.
Buscan recibir feedback. Ambas generaciones reciben la crítica de manera positiva. Ven el feedback como señales de qué mejorar.

Diferencias entre Millennials y Generación Z
Los Millennials tiene una visión positiva de su futuro laboral. Por el contrario, la generación Z es más realista y prevé trabajar más duro que otras generaciones.
La generación Z prefiere el trabajo independiente, mientras que los Millennials están abiertos al trabajo colaborativo.
Los Millennials han crecido a medida que la tecnología evolucionaba pero no son del todo dependientes a ella, mientras que la generación Z sí.
Por otro lado, los Millennials prefieren la comunicación por vía tecnológica (Skype, mensajes, llamadas), mientras que la generación Z prefiere la comunicación presencial, cara a cara.
La generación Z prefiere la educación alternativa, el microlearning y los MOOC. Mientras tanto, los Millennials han escogido la educación formal.
Los Millennials han sido conocidos como job-hoppers. Tienden a cambiar constantemente de trabajos, pues prefieren ambientes cambiantes. En cambio, la generación Z, prefiere el role-hopping. Ellos buscan cambiar de roles en el mismo empleo y explorar opciones de carrera dentro de la misma organización.

Comunicación multigeneracional
Para mejorar la comunicación multigeneracional, es importante tener en cuenta las diferencias y similitudes. Asimismo, es importante evitar las generalizaciones.

Para hacer a tu equipo más productivo, es importante que les permitas funcionar a su paso, pues las generaciones más jóvenes son independientes. Contar con un gestor de tareas facilitará la gestión de desempeño. Así cada trabajador podrá trabajar a su ritmo considerando las tareas pertinentes al proyecto.

Conoce bien a tus trabajadores y crea rutinas y hábitos ajustados a ellos. Crear equipos y tener reuniones regularmente facilitará la comunicación en el equipo.

domingo, 21 de julio de 2019

ARGENTINA 2030: LA CIUDAD "INTELIGENTE" PLANTEA DESAFÍOS ÉTICOS Y SOCIALES


Antonio Vázquez Brust. 21 de julio de 2019
Este texto es parte del libro Ideas para la Argentina del 2030 , que reúne propuestas de 50 jóvenes sobre democracia, historia y memoria, derechos digitales e inteligencia artificial, entre otros temas; fue presentado el miércoles en el CCK, dentro de una iniciativa de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación.

La ciudad es el principal hábitat humano y, de continuar la actual tendencia de urbanización global, pronto habrá muy pocos seres humanos viviendo fuera de ella. Así, el problema de gestionar la ciudad y resolver sus problemas se parece cada vez más al problema de gestionar y resolver los problemas de la humanidad. Ante tamaño desafío, la llegada de la "Ciudad Inteligente" ha sido anticipada, debatida y celebrada en abundancia, al punto de empujar la idea hacia el corral de los clichés. En el proceso, nos hemos concentrado en debatir las variables tecnológicas, los productos y servicios que podríamos poner en práctica. Hemos discutido, y estamos discutiendo, cuáles son las mejores herramientas para convertir el flujo y análisis de información en tiempo real en una herramienta de gobernanza en todos sus niveles, desde la planificación a largo plazo hasta la gestión cotidiana de recursos. Pero el foco debería estar, ante todo, en aspectos no técnicos: las implicaciones éticas, sociales, e incluso ideológicas de la transformación. La tecnología nunca es neutral; los datos no dicen nada por sí mismos. Siempre hay personas detrás de los algoritmos. Las que los diseñan, las que los implementan, y a veces las que los sufren.

Hemos sembrado nuestras ciudades de sensores, algunos fijos como los que forman parte de la nueva infraestructura urbana, y otros en constante movimiento como los dispositivos móviles que todos llevamos encima, dotados de acelerómetros, GPS, micrófonos y cámaras. La ciudad, junto a calor, luz y ruido, emite una cuantiosa cantidad de información. Es difícil imaginar que vamos a dejar pasar la oportunidad de capturar y analizar estos datos en explosión, en pos de alcanzar los fines que persigue una ciudad: mejorar el tránsito, optimizar la producción y consumo de energía, impulsar la economía. Los gobiernos intentan adaptarse adquiriendo recursos humanos y técnicos especializados. Pero pujan en inferioridad de condiciones frente las empresas de la economía digital, que han entendido mucho antes el valor de la información, sobre todo la personal, como un recurso natural que puede ser extraído, acopiado y vendido en medio de un vacío regulatorio.

Así, la información producida por ciudadanos, compañías y gobiernos está transformándose en una nueva clase de moneda -con valor de mercado- a la vez que en materia prima para el modelado digital del funcionamiento de nuestras ciudades y sociedades. En este contexto, necesitamos entender a la big data como una producción social, y en consecuencia ponernos de acuerdo sobre el conjunto de reglas en el que queremos enmarcar su explotación.

En un país como la Argentina, del lado del mundo que "compra hecha" la tecnología que se produce fuera, nuestra capacidad para fijar reglas es reducida. Pero no ínfima. Podemos prestar atención al ejemplo de la Unión Europea, que en 2018 hizo ley un conjunto de regulaciones que protege los datos y la privacidad de todos los ciudadanos en los países que componen el bloque. De aquí en más las alianzas no serán una opción, sino una necesidad. Entre áreas metropolitanas, entre naciones, o a la escala que logre la masa crítica necesaria para que las reglas sean aceptadas hasta por los actores con más poder. Entre estos últimos no solo se cuentan las grandes corporaciones; los gobiernos también deberán resignar poder de vigilancia al transparentar sus prácticas de tratamiento de datos personales.

El desafío es considerable. Deberemos proteger derechos cuya naturaleza muta ante nuestros ojos, como el de privacidad; reducir profundas asimetrías de poder entre individuos y organizaciones en lo que respecta al acceso a la información; e incluso redefinir el mismísimo concepto de ciudadanía.

Poner al día la noción de ciudadanía implica ampliar los derechos y obligaciones, para incluir los que el siglo XXI requiere. La tarea por delante, en la que ya estamos atrasados, es definir los derechos que acompañen las nuevas capacidades que ya nos han provisto con celeridad las tecnologías digitales. En esta categoría cabe el derecho a saber en forma actualizada quién tiene acceso a nuestros datos y para qué los usa. También el de definir ámbitos (momentos y lugares) impenetrables a los sistemas de captura de datos personales. Y el derecho a acceder a la infraestructura digital, que hoy en día se entiende como derecho a la conectividad, al acceso a Internet, pero que podría expandirse en el futuro para incluir el derecho al acceso a sistemas de almacenamiento y procesamiento de datos.

En lo que respecta a la gestión pública, queda un frente más al que estar atentos. La capacidad para analizar datos a gran escala, cruzados entre múltiples fuentes, continuará madurando. Esto permitirá realizar ajustes regulatorios en forma continua. Por ejemplo, se podría cambiar la cantidad de vehículos que pueden ingresar a un área de acuerdo al nivel de polución de cada momento, o interrumpir de modo automático el acceso a subsidios mediante el monitoreo de perfiles de cada solicitante, actualizados en tiempo real. La así llamada regulación algorítmica tendrá que venir acompañada por el derecho a acceder a la lógica interna -a las reglas y algoritmos- de los procesos automatizados de gestión.

Todas las facultades mencionadas serán parte necesaria del derecho a la ciudad, el derecho a habitarla y participar de su gestión, de hacerla y rehacerla a la vez que nos reinventamos a nosotros mismos. La tecnología digital continuará ganando importancia como parte de nuestra vida cotidiana. Su potencial es tan grande que ni siquiera podemos imaginar cuáles son sus límites. Por eso es importante tomar un rol activo, vigilando su posible abuso a la vez que continuamos imaginando formas de ponerla a trabajar. En palabras del incansable utopista Buckminster Fuller, "estamos llamados a ser los arquitectos del futuro, no sus víctimas". Así sea.

Licenciado en Ciencias de la Computación, especialista en planificación urbana y magíster en Urban Informatics
Por: Antonio Vázquez Brust

ARGENTINA 2030: CON LA VISIÓN DE LOS JÓVENES, UNA APUESTA AL FUTURO


Durante muchos años, la Argentina se cerró sobre sí misma. El fenómeno, si bien es particularmente económico y político, con abandono de mercados internacionales y descuido de relaciones diplomáticas históricas, va mucho más allá de eso. En un momento global de ebullición tecnológica, científica, política e intelectual, el país quedó al margen de las grandes discusiones del siglo XXI. Anclados en un presente de aislamiento, nos limitamos a discutir el futuro mirando solo hacia dentro de nuestras fronteras y hacia nuestro pasado. Nos limitamos a nosotros mismos.

La negación a pensar de forma profunda el futuro no afecta solo a los gobiernos: representa un problema más amplio de nuestro país, al que le ha costado mucho imaginarse y proyectarse hacia el futuro. Vivimos, gran parte del tiempo, en una actitud tímida y poco global a la hora de encarar nuestros problemas, con una discusión pública muchas veces cerrada y melancólica. Temas que aquí suenan a ciencia ficción son, en muchas partes del mundo, parte de la conversación de coyuntura.

A esto se suma que imaginar el futuro es particularmente difícil. Faltan once años para el año 2030, y si miramos hacia atrás, once años nos dejan en 2008. Los cambios que el mundo experimentó en ese período de tiempo parecen, en perspectiva, impredecibles. En 2007 salieron al mercado por primera vez el iPhone y el Kindle. En ese momento no existían ni el iPad, ni Uber, ni Airbnb, Android, Spotify, Instagram, Snapchat o WhatsApp. Facebook se abrió a cualquier persona recién en septiembre de 2006. Crispr, la técnica más promisoria para realizar edición genética, era ciencia ficción. Esto no se limita a la tecnología y la ciencia: hace once años Estados Unidos no había tenido un presidente afroamericano, el Estado Islámico no existía, China no había construido islas artificiales y si alguien nos hablaba de fake news, no habríamos entendido.

Hoy, estos cambios nos presentan desafíos transversales que atraviesan a distintos aspectos de nuestra sociedad, desde lo productivo y lo técnico, y lo educativo y ético, hasta las relaciones internacionales y las instituciones mismas de la democracia. Si tomamos el pasado como referencia, muchos cambios y disrupciones que no podemos prever aparecerán entre hoy y el 2030. El país que queremos construir es uno integrado al mundo, con una democracia fuerte y vibrante y una economía que genere riqueza y oportunidades para todos. Argentina 2030 parte de la convicción de que, para construir un país contemporáneo, global y protagonista, y en especial por el carácter impredecible del futuro, hay que ir más allá de las políticas públicas y de los gobiernos comprometidos con el largo plazo: necesitamos cultivar nuestra apertura a nuevas ideas, revisar viejos paradigmas y no cerrarnos a los desafíos.

También queremos ser una democracia fuerte y vibrante, con una sociedad civil activa, un escenario político competitivo y una discusión pública cada vez más profunda. ¿Pero cómo se hace eso en un contexto de fake news, de sociedades que se encapsulan en burbujas de contenidos y de crisis de muchos paradigmas políticos tradicionales? Finalmente, queremos una economía fuerte y que genere riqueza y oportunidades para todos, pero ¿cómo se logra eso en el mundo de las nuevas actividades productivas, de la Inteligencia Artificial y de, por ejemplo, la posibilidad de trabajar remotamente para una empresa en la otra punta del planeta?

Para poder alcanzar esa Argentina de 2030 necesitamos poder imaginarla. Y para poder imaginarla a la altura de los desafíos que presenta el mundo hoy y en el futuro, necesitamos actualizar nuestro pensamiento y nuestras categorías. Necesitamos tener nuevas conversaciones y traer ideas nuevas a las conversaciones que ya tenemos. Necesitamos que, en la sociedad argentina, dejemos de ver cuestiones que ya son parte de la realidad global como elementos de ciencia ficción. Necesitamos corregir, en muchos casos rápidamente, el desfasaje que muchos años de aislamiento nos provocó respecto de la vanguardia mundial. Tal vez en los líderes más promisorios de las generaciones más jóvenes del país esté la clave para acelerar este proceso.

Iván Petrella 
Director del Programa Argentina 2030, Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación

EL SALTO CUALITATIVO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: LA NUEVA DINÁMICA PARA LA GENERACIÓN DE IDEAS


El impacto de la ciencia es el eje de un debate de estos tiempos; está abierta la posibilidad de dar una nueva expansión a los descubrimientos
Sebastián Campanario. 21 de julio de 2019 

Hace ya más de una década que el diccionario de la innovación se llenó de términos como "singularidad", "crecimiento exponencial" o "ideas fuera de la caja", en notas periodísticas o reportes para inversores. Desde entonces todos estamos "disrumpiendo o siendo disrumpidos", "reinventándonos" o a punto de experimentar "cambios nunca vistos". La gran paradoja es que el período de crecimiento exponencial de esta terminología coincidió con un aumento del PBI global mucho más lento y débil que el de décadas anteriores.

Los tecnooptimistas afirman que las cuentas nacionales tradicionales están midiendo mal el tamaño de la economía (y, por lo tanto, el crecimiento es más vigoroso de lo que se percibe a través de los números) y también que estamos "justo en el codo" de la curva exponencial. En otras palabras, que todo está a punto de comenzar.

En el último semestre tomó color un debate muy interesante sobre la verdadera productividad de las ideas nuevas, con aportes de economistas que sugieren que está cayendo el valor producido por la ciencia en relación con cada dólar que se invierte. Esto puede suceder en alguna medida por el aumento de la complejidad en la frontera: como dice Tyler Cowen en El gran estancamiento: parecen haberse acabado los "frutos al alcance de la mano" en materia de innovación, que hicieron que algunas décadas del siglo XX fuera únicas en la historia de la humanidad en materia de crecimiento. En otro trabajo de 2018, los economistas Benjamin Jones y Bruce Weinberg remarcaron que la edad promedio para grandes descubrimientos científicos de galardonados con el Nobel pasó de 37 años a 47 años, justamente por este aumento de la complejidad que demanda más experiencia y conocimiento para llegar a resultados extraordinarios. El 16 de noviembre pasado, Patrick Collison y Michael Nielsen publicaron un largo ensayo en Science titulado "La ciencia está teniendo menos impacto a cambio de su presupuesto", relevando distintos estudios que llevan agua hacia esta conclusión.

Tal vez la novedad más significativa que trae el "aprendizaje automático" ( machine learning) de la inteligencia artificial sea justamente la posibilidad de revertir esta tendencia y retomar un camino ascendente a tasas elevadas. El ejemplo más reciente y significativo del poder que puede tener esta interacción viene del campo de los nuevos materiales.

La mayor parte del conocimiento científico se encuentra archivado en publicaciones académicas ( journals con papers) que son difíciles de "atacar" con métodos estadísticos y machine learning, dada su heterogeneidad. Pero el terreno de la química de materiales presenta una propiedad única: incluir en la mayor parte de las investigaciones una reseña de las nuevas combinaciones analizadas y sus conclusiones, que lo hacen particularmente fértil para el despliegue de la inteligencia artificial. Este año, científicos del Departamento de Energía de los Estados Unidos lograron crear un algoritmo que, con poco entrenamiento, "leyó" más de tres millones de trabajos sobre química de materiales y "descubrió" nuevas combinaciones que a los humanos se les pasaron por alto.

La cantidad de combinaciones posibles de partículas que dan lugar a nuevos materiales con propiedades distintas es superior a la cantidad de átomos del universo, y por eso a los científicos "humanos" les puede llevar -literalmente- una eternidad analizarlas todas. Pero el aprendizaje automático está acelerando este proceso, creando modelos que predicen dónde puede haber agua y dónde no. Como sostuvo la científica platense Valeria Bosio en esta sección hace dos meses: "Los nuevos materiales ya no se descubren: se inventan". Y ni que hablar cuando llegue la supremacía cuántica en computadoras, cuyo poderío parece estar hecho a medida para nuevos descubrimientos a nivel subatómico.

El algoritmo, denominado Word2vc, fue capaz de analizar 3,3 millones de papers y con ello predecir nuevos materiales termoeléctricos años antes de ser descubiertos (a partir de las pistas de trabajos anteriores en el tiempo) y también de sugerir materiales aún no investigados. Jain Anubhav, el científico líder de este proyecto, señaló que el programa, sin saber nada previamente de ciencia de materiales, fue capaz de aprender conceptos como la tabla periódica de elementos o la estructura de cristales de los metales.

De clasificar a crear
Las noticias más resonantes en materia de avances en inteligencia artificial para divulgación vinieron en los últimos tiempos de programas que sucesivamente pudieron derrotar a campeones humanos en juegos cada vez más complejos: primero el ajedrez, luego el Go, luego videogames de estrategia de guerra, etcétera.

En 2019 el campo está mostrando, ya en una nueva etapa de madurez, otros emergentes. Por su entidad, tal vez la más relevante sea la descripta del cambio en la dinámica general del proceso de innovación. Otro salto tiene que ver con nuevos escalones en la relación entre las máquinas y los seres humanos: en el primer semestre del año un relevamiento que viene haciendo la Universidad de Stanford desde hace media década mostró que, por primera vez, son más las personas que confían más en los algoritmos que en pares humanos.

A Iván Itzcovich, ingeniero informático del ITBA especializado en aprendizaje automático y actualmente en la empresa de inteligencia artificial ASAPP, este último dato no le llama la atención: "Este año vimos un crecimiento muy grande de aplicación de machine learning, que es el corazón de esta era de IA, a infinidad de dispositivos y puntos de contacto con nuestra vida cotidiana, así que es natural el aumento de la confianza". Itzcovich apunta que el salto no se debe tanto a una mayor capacidad de cómputo, sino a modelos y algoritmos más refinados.

"Hasta el año pasado, el aprendizaje automático era muy bueno para clasificar", agrega Julián Eisenschlos, ex Facebook en Estados Unidos y ahora también en ASAPP. "La novedad de este año pasa porque la AI se está volviendo muy buena para crear nuevos productos y soluciones, ya sean personas, objetos o materiales", dice Eisenschlos, excampeón de matemática y finalista del ACM (mundial de programación). "Esto es un cambio radical, porque permite hacer testeos en entornos virtuales de manera mucho más fácil", dice.

A fines de 2017 Deep Mind logró un algoritmo campeón en go y en ajedrez, solo a partir de las reglas del juego como insumos (sin partidas para analizar), lo cual llevó a ver cómo en pocos días se daba un proceso de aprendizaje que a los humanos nos llevó décadas o siglos, por caminos que a veces coincidían y a veces eran distintos. La evolución del conocimiento acumulado tiene una ruta que es una entre infinitas que se podrían haber producido.