Un estudio utilizado por la OPP para
elaborar una estrategia de desarrollo para el país proyectó “escenarios” hacia
el 2050 de varios sectores económicos, considerando el impacto de las
tecnologías de la información y la comunicación
26 DE FEBRERO DE 2020. Ismael Grauscribe
Ismael Grau
Hacia el 2050, o antes,
previamente programadas las heladeras ordenarán las compras de los alimentos
que falten, para recargarse. Un algoritmo activará la calefacción o el sistema
de calentamiento de agua en las casas cuando existan excedentes energéticos
asociados a fuentes renovables, haciendo más eficiente el uso de la energía.
Como la gestión de datos sobre cada vehículo y el estado de la infraestructura
vial ayudó a mejorar la calidad del servicio, la gente empleará más el
transporte público en vez de coches propios, que serían autónomos y eléctricos.
Al médico se lo consultará de forma remota y los uruguayos tendrán “piel
digital” u otros implantes que monitorearán su salud en tiempo real. Los bancos
convivirán con otros jugadores, en un sistema financiero en el que hasta la
decisión de dar un préstamo estará automatizada. Y una moneda digital emitida
desde el banco central, disponible en cualquier dispositivo, habrá desterrado
los billetes y monedas.
Todo eso, que parece ciencia
ficción, está descripto en el documento titulado Las TIC en el Uruguay del
futuro, encargado a partir de un acuerdo entre el Instituto de Empleo y
Formación Profesional (Inefop) y el Laboratorio Tecnológico (Latu). Elaborado
por el equipo de ICT4V —centro tecnológico especializado en la temática—, se
enmarca en el proceso de elaboración de la Estrategia de Desarrollo 2050,
liderada por la Dirección de Planificación de la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto (OPP). Esa síntesis hecha por la OPP aclara que no se quiso
“adivinar” el porvenir, sino “desarrollar visiones y posibles escenarios
futuros que faciliten entender mejor las evoluciones en curso” y “eventuales
disrupciones futuras”, a fin de “contribuir a la toma de decisiones políticas,
empresariales y académicas pertinentes”.
Los análisis prospectivos
estuvieron enfocados en las transformaciones asociadas a las TIC (tecnologías
de la información y las comunicaciones), en el turismo, la logística, las
finanzas, la salud, el agro, la energía, la bioinformática, el diseño y el
transporte. Para cada sector, la síntesis describe “escenarios” a modo de “idea
de cómo podrían configurarse las tecnologías y el funcionamiento asociado a las
TIC”, como aporte a la “reflexión pública para anticipar riesgos y
oportunidades. En general buscan transmitir una “imagen ‘objetivo’, es decir
positiva, respecto a un funcionamiento posible, pero deseado, que abra
oportunidades de desarrollos social y económica para el país”. Por eso se los
llama “escenario meta”, y aunque aluden a un horizonte al 2050, en realidad
pretenden anticipar un panorama a mediano plazo, sin atarse a una fecha. Incluyen
recomendaciones para avanzar en esa dirección.
El posible futuro
En la síntesis de la OPP se
describe cada escenario sectorial como un hecho consumado. Y aunque refieren a
un futuro que supuestamente se concretará en algunas décadas, en el texto predomina
el tiempo verbal presente o pasado.
En el agro, algunas de las
disrupciones hacia el 2050 están asociadas a las nuevas formas de producción de
alimentos. En ese sentido, proyecta un Uruguay que deberá ofrecer productos de
nicho, altamente valorizados a partir de sus procesos y propiedades, asentado
en la trazabilidad y las certificaciones y no un mero exportador de
commodities.
Si tal cambio ocurre, también
se trastocará el trabajo en el campo. “La automatización y control a distancia
de los predios y equipamientos de producción permite aliviar significativamente
múltiples tareas del agro”. A partir de las tecnologías, se crearán puestos
calificados en todo el país y en particular en las zonas rurales.
En el turismo, hacia mediados
de este siglo “las TIC modificaron completamente el funcionamiento tradicional
del negocio” y, por ejemplo, la promoción de los destinos “pasó a estar en
manos del turista a través de las redes sociales y otras plataformas
colaborativas que, basadas en el análisis de grandes volúmenes de datos (a
través del big data y la inteligencia artificial), ofician de promotores
especializados”. Dado esto, “obviamente, el uso de plataformas de comercio
electrónico, de intermediación y de generación de confianza a través del manejo
profesional de la reputación digital, mantienen un lugar central en el
funcionamiento global”.
Hacia el 2050 la logística
habrá logrado un “importante grado de integración vertical de la cadena de
abastecimiento”, lo que optimiza y disminuye costos de intermediarios “para que
el país siga siendo competitivo”. La síntesis de la OPP señala también que la
aplicación de tecnologías e “importantes inversiones en infraestructura
multimodal” posibilitaron que Uruguay cubriera sus necesidades internas de
e-commerce (con envíos de paquetes que habrán pasado de siete millones de
unidades en 2018 a 20 millones en 2025); actuarían “operadores de paquetería” y
un centro de distribución en torno a un aeropuerto en el interior del país. Los
robots con habilidades en el manejo de datos y mecánicas “se integraron con
gran rapidez” a esta cadena.
Como se logró compartir datos
de movilidad de los diferentes modos de transporte, será posible una
planificación integral del sector, bajando costos. Así, dentro de unos 30 años
primarán los servicios públicos; el uso de autos personales en las ciudades
medianas y grandes en Uruguay caerá a niveles “muy bajos”. Y aunque los
vehículos autónomos serán importados, habrá un desarrollo nacional “incipiente”
en torno a la adaptación de los componentes de conducción y asistencia
autónoma.
Finanzas, salud y energía
Al promediar este siglo, el
sistema de pagos y el negocio de las finanzas en el país también habrá cambiado
radicalmente si los autores del estudio prospectivo aciertan en sus
predicciones.
Para empezar, estiman como una
probabilidad que solo exista una moneda digital integrada en los diversos
dispositivos personales, pero no sobre el principio del Bitcoin u otras
criptomonedas sino una emitida por la autoridad monetaria. El dinero físico
será una pieza de museo.
Los bancos “minoristas”
perderán posicionamiento, lo mismo que las redes de pagos y las casas de
cambio; el sector financiero convivirá con otros actores. El contacto con los
clientes para operaciones habituales y masivas se realizarían mayormente a
través de las fintech —tecnologías aplicadas a los servicios financieros, que
ya hoy están ganando terreno—, tanto locales como extranjeras, “aunque algunas
instituciones tradicionales también lograrán soluciones innovadoras que
compitan con estas”.
Y distintos servicios basados
en blockchains con smart contracts con valor jurídico permitirán una
automatización de las transacciones de diversos tipos, integrando así cadenas,
por ejemplo, en el sector inmobiliario, y automatizando funciones históricas
como el control de contratos, estudios de deudas, verificación de autenticidad
de actos jurídicos, análisis financieros, habilitaciones públicas, etcétera.
Más futurista suena otra
característica del “escenario meta” referido al sector financiero y los pagos:
“Los objetos conectados realizan a su iniciativa transacciones financieras
basadas en las políticas definidas por sus dueños: una impresora adquiere
cartuchos, el auto sin conductor adquiere hidrógeno, el refrigerador adquiere
víveres para recargarse”.
Algunos vaticinios referidos
al sector de la salud parecen remitir a la serie Black Mirror, pero menos
oscuros. Por medio de prótesis o implantes (sensores y otros dispositivos
internos o externos al cuerpo, físicamente conectados o no) se podrá monitorear
en tiempo real la salud de los uruguayos. Serán cada vez más ergonómicos,
tendiendo a ser imperceptibles: lentes de contacto digitalizados, piel digital,
nano dispositivos que circulan en el cuerpo para realizar ciertas acciones
(como depositar medicamentos en el lugar adecuado, limpiar las arterias, etc.).
Una aplicación a través de estos implantes permitirá enviar alarmas en caso de
urgencia, por ejemplo, a una red social de primeros auxilios; de esa forma los
servicios de emergencia llegarán con una visión ya avanzada del estado de
situación. También la gestión de arribo al hospital se hará de forma
automatizada, lo mismo que las urgencias y los bloques quirúrgicos. De todas
estas tendencias, la telemedicina es de las que se consolidará primero.
El documento presenta al
sector de bioinformática como uno de los más “novedosos, en plena expansión
explosiva, tanto en lo que hace a las tecnologías como a las propuestas
comerciales”. Como “escenario meta” plantea que la genómica estará hacia el
2050 “plenamente integrada a la vida cotidiana”, por ejemplo, a través de las
aplicaciones empleadas en salud y bienestar. Como recomendación, sugiere crear
un Instituto Nacional de Genómica, con diversas vertientes (humana, animal,
vegetal, microbiológica), que además de contribuir a definir políticas en el
área actúe como “garante y custodio de la información genómica nacional”.
En unos 30 años el sector
energético en Uruguay estaría, también fuertemente influido por las TIC. Por
ejemplo, el despliegue de medidores inteligentes —que UTE ya inició— habrá
alcanzado a todos los consumidores y la demanda será gestionada en forma
eficiente mediante algoritmos de inteligencia artificial que controlan los
aparatos eléctricos. De todos modos, muchos consumidores producirán su propia
energía.
La creación de una red de
laboratorios de fabricación digital habrá permitido el “desarrollo local de
nuevos emprendimientos productivos”. Existirán centros de producción con
tecnología “de punta”, como la impresión aditiva (3D, 4D), fresadoras,
escáneres, cortadoras láser, cortadoras de control numérico computarizado,
programas de diseño generativo, entre otros. Por otro lado, el país se habrá
transformado en un “referente en tecnología y diseño”, con las TIC como un
recurso clave, gracias al “desacople global entre el diseño de productos y servicios,
por un lado, y su producción, por el otro”. Un “concepto clave del paradigma
Industria 4.0”.
“Me imagino al futuro Uruguay más tecnificado, con una
producción agropecuaria de alta calidad y que se venda en los mercados porque
logra certificar procesos sostenibles. Me imagino a un país más integrado en
cadenas de valor y más integrado socialmente. Soy optimista”, declaró a
Búsqueda el economista Fernando Isabella, director del área de la OPP a cargo
de mirar a largo plazo