miércoles, 30 de enero de 2019

DEBATE POLÍTICO DEL SIGLO XXI: APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS


Fernando Iglesias
Corría el año 1981. El plan económico de Videla acababa de saltar por el aire junto a la tablita de Martínez de Hoz, y junto con él, la Plata Dulce y el amplio apoyo de la clase media que la Dictadura había gozado hasta entonces. Un grupo de estudiantes terciarios (yo, de educación física; el resto, de diferentes universidades) comenzamos a reunirnos para intentar aportar algo al incipiente movimiento por la vuelta de la democracia que comenzaba a tomar vuelo en esos días. De formación mayoritariamente marxista, nuestro pequeño grupo discutió que además de las actividades que pudiéramos desarrollar (en especial: la colaboración con los organismos de derechos humanos) incluiríamos la lectura de textos para mejorar nuestra formación política. Para la siguiente reunión, cada uno debía presentar su propuesta para el primer libro de lectura comentada y colectiva.

Único estudiante de un profesorado, aceptado con displicente indulgencia por mis amigos universitarios, recibido sarcásticamente al grito de "¡Aquí llega nuestro representante del frente deportivo!", tuve además el tupé de aparecerme en la siguiente reunión con un ejemplar del libro que estaba leyendo por entonces: La tercera ola (1980), de Alvin Toffler. Mi memoria ha olvidado sabiamente los calificativos que recibí durante los tres minutos que les llevó descartar mi excéntrica propuesta. Recuerdo, sin embargo, el argumento central de aquel rechazo: no estábamos ahí para discutir textos de ciencia ficción elaborados por el enemigo imperialista. Faltaba más. De manera que se pasó rápidamente a considerar material de adecuada raigambre revolucionaria entre el cual, después de horas de tensa discusión, surgió un ganador a la altura de guiar nuestros actos en la convulsionada Argentina de esos días: El Estado y la revolución, clarificador y sustantivo texto escrito por el camarada Vladimir Lenin en el año del Señor 1917.

Traigo a la memoria este recuerdo no por rencor, sino porque me parece significativo para describir uno de los males que aqueja a la izquierda hoy en el mundo. No solo el dogmatismo de recurrir a autores sacros que escribieron sus textos en un contexto radicalmente superado, no solo su delirante y suicida sed por los acontecimientos históricos excepcionales, no solo su desprecio por la Modernidad y por su encarnación nacional más visible: los Estados Unidos de América, sino su insuperable tendencia a quedarse atascada en los valores nacionales e industriales -y en las organizaciones políticas y sindicales nacionales- que en el pasado fueron fuente de su poder y legitimidad, y su desprecio por los productos de la revolución tecnológica y por el futuro. Se lo perdieron, a Toffler. Si en vez de aquella bazofia leninista mis amigos -predecesores de la izquierda reaccionaria que campea por el mundo en estos días- hubieran leído La tercera ola hubieran recuperado dos valores centrales que la izquierda, una fuerza democratizante y progresista durante todo el siglo XIX, perdió por el camino en el siglo XX: la focalización en el desarrollo tecnológico y sus consecuencias sociales, y la orientación al futuro. Leyendo a Toffler, además, se hubieran reencontrado con el mejor Marx; que no fue nunca economicista sino más bien tecnologicista; que elogió como nadie el rol progresista de la burguesía y de los países avanzados, comprendió como nadie la globalización y repudió el nacionalismo y el socialismo feudalizante en toda la primera y majestuosa parte del Manifiesto Comunista; y que escribió la primera y mejor crítica al populismo nacionalista que se haya escrito: El 18 brumario de Luis Bonaparte.
Toffler terminó enredado en las internas del Partido Republicano, pero cualquiera que repase hoy su obra encontrará las claves del presente descriptas con décadas de anticipación. Con impresionante regularidad, cada década del fin de siglo anterior nos dejaba un compendio toffleriano de los asuntos que serían parte de la discusión política del futuro. En El shock del futuro (1970) describió con asombrosa precisión la aceleración del cambio tecnológico y su impacto histórico sobre la personalidad, el trabajo y los modos de vida. En La tercera ola puede encontrarse un completo resumen del pasaje de una sociedad centrada en la industria y las naciones a otra post-industrial en lo económico y post-nacional en lo político. Y El cambio de poder (1990) anticipó el advenimiento de una era en la que el conocimiento se transformaría en la más formidable fuente de riqueza y poder tanto para los individuos y las empresas como para las naciones y las organizaciones sociales. Esta impresionante trilogía, acogida con interés por managers y políticos de todo el mundo y con desprecio por los intelectuales y académicos de siempre, sufrió el habitual desgaste de todas las obras que anticipan el futuro: los mismos que en el momento de su aparición las había criticado por utópicas y carentes de realismo las descartaron luego por obvias e intrascendentes.

Una sociedad sometida al cambio acelerado en el que una tercera ola tecnológica basada en la información se sobrepone y engloba a la primera ola agrícola y a la segunda ola industrial para crear una nueva sociedad globalizada en la cual el conocimiento desempeña el rol central, tanto en la creación de riqueza y la generación de sentido como en la generación y gestión del poder. La de Toffler fue una visión certera y poderosa que tanto managers como líderes políticos tomaron en debida consideración, mientras simultáneamente suscitaba el desprecio de intelectuales y académicos. El esfuerzo generalista de Toffler de integrar las visiones de diferentes campos en pocas y simples teorías explicativas (la aceleración del cambio, la obsolescencia del nacionalismo y el industrialismo, el surgimiento de una sociedad globalizada basada en el conocimiento) fue rechazado por la que era su principal virtud: su simplicidad. Quien mejor lo ha dicho, a mi juicio, ha sido alguien insospechable de desprecio por el rigor: el Premio Nobel de Física Murray Gell-Mann: "Necesitamos un grupo de científicos que afronte la necesidad de considerar los sistemas que componen el mundo como totalidad, adoptando un punto de vista serio y profesional, pero a la vez rústico. Debe ser rústico porque nadie puede dominar todas y cada una de sus partes ni mucho menos las infinitas conexiones entre ellas. En cambio, en nuestra sociedad, empezando por las universidades y las burocracias, todo el prestigio es para aquellos que estudian un aspecto estrecho y parcial de un problema, de una profesión o de una cultura, mientras que la discusión sobre el contexto general global queda relegada a charlas informales en cocktails y cafeterías. Esto es un disparate. Lo que discutimos en cocktails y cafeterías es la parte crucial de la historia de la humanidad".

Otro que ha escrito mucho y bien sobre este tema, el del reemplazo de la concepción "profunda" del conocimiento como minería -que nos lleva a ser especialistas en el propio pozo sin ninguna posibilidad de comunicación con los especialistas de los pozos contiguos- por otra concepción, la del conocimiento como surfing veloz y conexión de puntos (Jobs dixit), es Alessandro Baricco, en su genial y provocadora obra Los bárbaros. Escribo en nombre de esta tradición ensayística, y no académica, generalista, y no especialística, multidimensional, y no recortada, tan bien expresada en Argentina por Juan José Sebreli, no solo porque me identifico con ella sino porque me permite adentrarme en la segunda parte de esta nota: el debate político del siglo XXI entre los apocalípticos y los integrados, bien representados por otros dos autores perfectamente reconocibles en la tradición de Toffler: Yuval Harari y Ray Kurzweil.


CUÁLES SON LOS PAÍSES QUE MEJOR SE PREPARAN PARA EL TRABAJO DEL FUTURO


En un artículo, el Foro Económico Mundial desplegó los doce sistemas educativos que más promueven la resolución de problemas en equipo. Las habilidades "blandas" que se requerirán en 2020 y la situación de Argentina.
Por Maximiliano Fernandez. 14 de enero de 2018.

En Singapur, el billete de 2 dólares muestra a un maestro inmerso en una clase multitudinaria que lo escucha con atención. Debajo, simple y conciso, dice: "Education". Las últimas pruebas internacionales PISA avalan el compromiso que proclaman. Fueron los primeros en ciencias, lectura y matemáticas, las tres disciplinas que se evalúan.

No conforme con ello, Singapur también encabeza el listado de los países que mejor se preparan para el trabajo del futuro. Los porcentajes de puestos laborales que desaparecerán en el corto y mediano plazo varían según el informe -50, 60 y hasta 70%-

En cualquier caso, se sabe que la inteligencia artificial, los robots, ocuparán los trabajos automatizados. Por eso, hace años, se empieza a escuchar sobre "habilidades blandas".

En general, no aparecen en el currículum. Son difíciles de certificar. No hay un título universitario que las acredite. Refiere a competencias que exceden lo académico, que no se pueden cuantificar en pruebas estandarizadas, pero que son tanto o más importantes que las duras: la capacidad de resolver problemas, la creatividad, el pensamiento crítico.

Ahora, un análisis de Statista, que revela un artículo del Foro Económico Mundial, muestra a los doce países cuyos jóvenes se destacan en resolver problemas en equipo. Asia es claro dominador: Singapur, Japón y Corea del Sur encabezan la lista. Después le siguen Canadá, Estonia y Finlandia. Continúan Nueva Zelanda, Australia y Alemania. Todos ellos por encima del promedio de la OCDE establecido en 500 puntos.

¿Por qué esos países? "A mi juicio, hacen tres cosas de una manera diferente", respondió a Infobae Juan María Segura, experto en gestión e innovación educativa. "Primero, conciben a la tarea de educar más allá de lo que ocurre dentro de un aula. Existe un acuerdo tácito entre los adultos de que con la educación no se juega. Segundo, abrazan el siglo XXI, tecnificado e hiperconectado, con toda la complejidad e incertidumbre que ello supone. Tercero, poseen un sistema productivo competitivo, dinámico y demandante de competencias y saberes relevantes para el trabajo", explicó.

Melina Furman, bióloga y doctora en educación, le dijo a Infobae: "Son países que están invirtiendo muchos recursos y cabeza estratégica en sistemas educativos, en cómo potenciar los aprendizajes, en cómo formar docentes; una carrera muy prestigiosa, muy bien remunerada allí. Los asiáticos, sobre todo, descubrieron que el trabajo en habilidades es uno de los grandes focos si se piensa en formar para la vida".
En Asia, la disciplina es ley. Por arraigo cultural, dice Furman, depositan mucho esfuerzo en el estudio y tienen exámenes de alto impacto, muy determinantes para su futuro. Por eso, no sorprende que estén en la cima de todas las pruebas internacionales. "Es para pensar cuán importante es que el desempeño en exámenes traccione tanto", advirtió la especialista.

Habilidades blandas, más difíciles de aprender
El Informe del futuro del trabajo, del Foro Económico Mundial de 2016, anunció un cambio drástico de las habilidades imprescindibles en cinco años. Solucionar problemas complejos sigue siendo la fundamental, pero pensamiento crítico y creatividad -antes en el fondo del ranking- cobran especial relevancia. También aparecen por primera la inteligencia emocional y la flexibilidad cognitiva. El nuevo artículo resalta que, al ser intangibles, las habilidades blandas son más difíciles de enseñar, dice que en cierta medida son innatas.

Claudia Romero, directora del área de Educación en la Universidad Torcuato Di Tella, consideró que "blandas" no responde a su carácter. "Son habilidades complejas y tan duras como las otras. Son 'blandas' porque no pertenecen a un cuerpo disciplinar consolidado y 'duras' en su realización porque la escuela no esta diseñada para que se desarrollen", reflexionó.

Para Alejandro Melamed, experto en recursos humanos y autor de El futuro del trabajo y el trabajo del futuro, son complementarias. "Tradicionalmente se consideraba que eran dos campos opuestos, pero hoy se habla de complementación. Ya no hay habilidades blandas puras ni duras puras. Cada una tiene parte de otra. Científico-artístico o artístico-científico", sostuvo.

Ya a mitad de camino de ese trayecto de cambio 2015-2020, continúan en boga un puñado de competencias blandas: creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas, colaboración, pero hay muchas otras. Por caso, una investigación del neurocientífico Stephen Kosslyn, fundador de la Universidad Minerva, identificó 115 "hábitos de mente", que exploran la autonomía, la empatía, el cuestionamiento, entre otros.

Más allá de la mayor dificultad, los especialistas coinciden en marcarlas como "enseñables y aprendibles". ¿Qué se debe hacer? "Requieren de intervenciones pedagógicas específicas para su pleno desarrollo. Son de ese tipo de saberes que se aprenden haciendo, en la práctica", contestó Romero.

Melamed, por su parte, señaló: "Las habilidades se aprenden a través de experiencias significativas. A diferencia de un conocimiento, se desarrollan en vez adquirirse. A partir de experimentar distintas dificultades, de la prueba, el ensayo y el error, se fortalecen los recursos internos para enfrentarlo".

BRECHA DESARROLLO TECNOLÓGICO-DESARROLLO SOCIAL

Thomas Friedman."Cuanto más rápido se pone el mundo, más importa lo que es viejo y lento"
El periodista considera las redes "armas de doble filo", y dice que la caída de las clases medias y la brecha entre desarrollo tecnológico y desarrollo social explican el auge de los líderes extremos.
4 de noviembre de 2018 
Thomas Friedman espera en el hotel Four Seasons, en Posadas y Cerrito, pero ya le avisaron que es un día difícil para venir al centro. En Diputados se está discutiendo el presupuesto 2019 y la calle está repleta. Cuando logro llegar, Friedman se muestra comprensivo y no me deja pedir disculpas: es un hombre formal pero alegre y, a diferencia de muchos anglosajones, la costumbre argentina de saludarnos con un beso en la mejilla le produce más simpatía que desconcierto. Le interesa entender lo que sucede a unas cuadras; incluso, comenta, quizás escriba algo para su columna en The New York Times. "Las noticias en Estados Unidos son todas Trump-Trump-Trump ahora -dice con un gesto de agotamiento-. Quiero aprovechar para saber qué pasa en otros lugares, hablar de otra cosa".

No es de extrañar: en algún sentido, Friedman (St. Louis Park, Minnesota, 1953) ha hecho de su curiosidad una carrera. A los treinta años ganó su primer Pulitzer en la categoría de periodismo internacional por la cobertura de la invasión israelí en Beirut, premio que volvería a ganar cinco años más tarde por su trabajo sobre la primera intifada palestina. En 1992 se convirtió en el corresponsal en la Casa Blanca de The New York Times; lentamente se iría corriendo al lugar de comentarista económico y analista internacional, lo que en 2002 le valdría un tercer Pulitzer, esta vez en la categoría de comentario. Difícilmente un periodista tan notorio podría estar exento de críticos: sus posturas sobre Israel, demasiado favorables para algunos y demasiado moderadas para otros, le han valido muchas discusiones a lo largo de su carrera, al igual que un apoyo inicial a Putin que sugería una columna de 2001. En los últimos años, Friedman se ha dedicado a utilizar su experiencia y conocimiento de las relaciones globales para pensar lo que llama "la era de la aceleración tecnológica". De eso se trata su último libro,Gracias por llegar tarde. Cómo la tecnología, la globalización y el cambio climático van a transformar el mundo los próximos años (Paidós), cuyo lanzamiento es la causa de su visita a Buenos Aires.

Usted elige 2007 como el año bisagra de la transformación tecnológica. ¿Por qué?
Porque en 2007 hay una convergencia de diversas tecnologías que, en conjunto, cambiaron el poder de las máquinas, el poder de los flujos, el modo en que fluyen las ideas y el poder de todos nosotros de influir sobre el mundo natural. ¿Cuáles son esas tecnologías? En 2007 salió el iPhone, Facebook se volvió global, Twitter lo mismo, fue creada Hadoop [esa fue la base del big data], también apareció Github [el repositorio más grande de software de código abierto], Google compró YouTube y Android, Amazon lanzó el Kindle, Netflix lanzó su primer servicio de streaming y nació AirBnB. En 2007, también, Nick Szabo lanzó "bit gold", la tecnología que hoy se considera precursora de la arquitectura del bitcoin. Además, el costo de secuenciar genoma humano cayó dramáticamente en 2007. El costo de generar un megabyte de data también colapsó ese año, de 8 dólares a 2 dólares por megabyte. En 2007 InTel fabricó por primera vez microchips de materiales distintos de la silicona; esto puede sonar un poco técnico, pero fue muy importante. Aunque ya se usaban materiales diversos en otras partes del microprocesador, su introducción en el transistor fue clave para extender la ley de Moore, es decir la expectativa de que el poder de los microchips se duplicara más o menos cada dos años, que en esa época parecía estar tocando su techo. De hecho Michael Dell, el fundador de Dell, se había retirado en 2005, pero en 2007 se dio cuenta de que había elegido un mal momento y decidió que debía volver a trabajar.

¿Todo fue una coincidencia?
Hubo una serie de tecnologías que se reunieron en torno del big data y las posibilidades de búsqueda, los algoritmos y la inteligencia artificial, y de pronto podíamos buscar y analizar esos datos que teníamos. La posibilidad de obtener muchos más datos, almacenarlos, analizarlos y diseñar nuevos productos y servicios a partir de ellos hizo explotar toda una nueva serie de poderes para los hombres, las mujeres y las máquinas. Hay una lógica: cada tecnología se alimentó de las otras que surgían en el mismo momento. Por supuesto, nos lo perdimos. ¿Por qué? Por culpa de 2008: justo cuando nuestras tecnologías físicas dispararon hacia adelante, nuestras tecnologías sociales, las cosas que querés que acompañen esas tecnologías físicas, una reforma educativa, una reforma de las organizaciones, una reforma regulatoria, una reforma política, para manejar toda esa aceleración tecnológica, todo eso se congeló porque caímos en la peor crisis económica desde 1929. La brecha entre lo que pasó con nuestra tecnología física y lo que pasó con nuestra tecnología social explica en una parte importante de dónde salieron los votantes de Trump y del Brexit. Porque mucha gente quedó dislocada. Es un desajuste que todavía no alcanzamos a cerrar, porque los ecos de 2007 siguen acelerándose.

Usted encuentra una relación entre este desajuste y el revival de las derechas más extremas.
No puedo hablar en términos argentinos, puedo hablar en términos estadounidenses. En términos estadounidenses, muchas personas fueron al supermercado en 2007 y la mujer en la caja registradora tenía la cabeza cubierta por algo que no era una gorra de béisbol; luego iban al baño y al lado suyo en la cola estaba parado un varón trans. Entonces teníamos todo este cambio rapidísimo en las costumbres sociales y sexuales, los derechos de las personas trans, el matrimonio gay, el aborto, el ejemplo que quieras. Luego estos estadounidenses iban a la oficina y su jefe les había sentado un robot al lado, que parecía estar estudiando cuidadosamente su trabajo. El sentido del hogar que las personas podían tener y el sentido del trabajo, su identidad tanto al interior del hogar como su identidad en el trabajo, ambas quedaron básicamente como a la intemperie, en un período de tiempo muy corto.

Para algunas personas, ¿no? Porque para otras esos cambios fueron muy positivos. En un encuentro feminista que presencié hace poco una militante lesbiana comentaba, por ejemplo, lo bien que le había hecho la tecnología al activismo de la disidencia sexual.
Por supuesto. Yo creo en la inmigración; para mí la inmigración es un plus, algo positivo que enriquece a un país. También creo en la libertad y en la diversidad: los derechos de las personas trans, la diversidad sexual, los derechos de las minorías sexuales en general. Pero cuando estas transiciones se dan muy rápidamente, antes de que las personas pueden desarrollar los músculos sociales para lidiar con eso... mucha gente jamás lo hará; pero, digamos, antes de que el público general pueda desarrollar esos músculos sociales, hay una reacción (backlash). Y eso es lo que estamos viendo.

Quizás esta reacción, más que de la tecnología, viene de la sensación de mucha gente de estar quedándose afuera del mundo que produce esa tecnología. Y no solamente el cambio tecnológico, sino también el cambio político y económico.
No hay duda de que hay una dimensión económica. En la época en que yo crecí, en Minnesota, entre los años 50 y 70, existía lo que llamamos el trabajo de salario alto y calificación media; en la Argentina también existía esto. Podías alcanzar un salario alto con un nivel de calificación mediano; hoy tenemos el trabajo de alta calificación y salario alto, y el trabajo de baja calificación y salario bajo. La razón por la que vemos estas manifestaciones multitudinarias a un par de cuadras de donde estamos hoy es que la base de la clase media argentina, como la de la clase media norteamericana, era este trabajo de salario alto con calificación mediana. Eso es lo que fue destruido en todas partes. Y estamos viendo toda esta reacción populista, porque la gente se pregunta: "¿Qué pasó con lo mediano?". Un trabajo medio solía proveer un estilo de vida medio. Pero hoy lo medio, oficialmente, se ha terminado. Y eso es un problema. Pensá por ejemplo en Baltimore, en Maryland, cerca de donde yo vivo. En los años 50, el empleador más grande era Bethlehem Steel, una siderúrgica. Podías terminar la secundaria, conseguir un trabajo en Bethlehem, unirte al sindicato de los siderúrgicos, tener un salario medio que te permitía comprarte una casa media, tener un jardín medio, tener un número medio de hijos, ir a un número medio de partidos de fútbol, pagar un número medio de viajes a Disney, tener una jubilación media y un maravilloso funeral medio. Todo eso, solamente con un diploma de colegio secundario. Hoy Bethlehem no existe más, y el mayor empleador de la zona es el centro médico de la John Hopkins University, donde sin un título de grado no te dejan cortar el pasto (exagero, pero no tanto). Ese es el problema.

Respecto de Github, el repositorio de código abierto fundado en 2007, usted lo ha mencionado como un ejemplo del potencial colaborativo de Internet. ¿Cómo podría este ethos colaborativo, que Internet podría estimular, contribuir a mejorar nuestras democracias? Porque hoy es al menos discutible que Internet esté haciendo una contribución más positiva que negativa.
Tengo sentimientos muy encontrados respecto de las redes sociales. Hemos visto en las elecciones norteamericanas la habilidad de otro país de intervenir en esos comicios; me parece que es indiscutible que Putin hizo ganar a Trump. Una de mis entrevistas preferidas en el libro es la de Wael Ghonim, conocido como "el tipo de Google", que contribuyó al lanzamiento de la revolución egipcia contra Hosni Mubarak en 2011, revolución que incluso fue llamada "la revolución de Facebook". Lo que él dijo fue: "No podríamos haber lanzado la revolución en Egipto sin Facebook, pero no pudimos tener éxito con Facebook". Porque una vez que tuvieron la revolución empezaron los problemas, los rumores, las peleas, todo amplificado por Facebook. Ghonim dijo: "La misma herramienta que nos unió para derrumbar dictadores terminó separándonos". Se hace muy difícil construir liderazgos, porque cualquiera puede ser un líder, cualquiera puede propagar información de forma horizontal. Además, todas esas personas no están realmente conectadas. En los viejos tiempos, cuando tenías una revolución, alguien estaba en el sótano de alguien, alguien tomaba la minuta, alguien imprimía los panfletos...

Se conocían las caras.
Claro, y construíamos confianza a partir de eso. Pero ahora cada uno está en su casa y cada uno tiene una opinión... Estas tecnologías son muy fragmentadoras del poder. Por eso, son armas de doble filo.

¿Se le ocurre alguna manera en que la tecnología puede mejorar la calidad de la democracia?
Una de las razones por las que el libro se llama Gracias por llegar tarde es porque, de hecho, es un elogio de todo lo que es viejo y lento. Es un elogio de todo lo que no podés descargar, todo lo que tenés que "cargar" a la antigua: ser un buen padre para tus hijos, un buen profesor para tus alumnos, un buen funcionario para tus conciudadanos, un buen líder para tu comunidad. Soy un creyente de que cuanto más rápido se pone el mundo, todas las cosas que son viejas y lentas, como los valores verdaderos de la amistad y el respeto, son más importantes que nunca. No hay una ley de Moore para la moralidad que, como ocurre con los chips, la haga cada vez más poderosa: es el tipo de cosa que tenés que cargar a la antigua. Por eso no estoy en Facebook, ni suelo mirar Twitter; sé quiénes son mis amigos y cualquier cosa que alguien escriba sobre mí en 280 caracteres me tiene sin cuidado. Soy muy anticuado en ese sentido; hablo de tecnología, pero no vivo inmerso en la tecnología. Vivo una vida muy analógica.

Es curioso; hace unos meses entrevisté a Yuval Harari y él tiene una actitud muy parecida. Creo que ni siquiera usa celular.
Sí, es amigo mío, la mitad del año se la pasa meditando en algún retiro espiritual. Teléfono celular yo tengo; lo necesito por mi trabajo. Pero soy una persona muy desconectada; no me interesa lo que se dice de mí, ni lo bueno ni lo malo. Trato de mantenerme concentrado en mi investigación y en mis deadlines.
Por: Tamara Tenembaum

LOS PAÍSES MÁS PROMETEDORES DEL MUNDO

POR ANDRÉS OPPENHEIMER
Quienes creen que la mayoría de los países en desarrollo no tienen remedio —o que, como dijo recientemente el presidente Donald Trump, algunos de ellos son “países de m...”— deberían echarle un vistazo al nuevo ranking del Banco Mundial de las naciones más prometedoras del mundo: la mayoría de ellas eran un desastre hasta hace relativamente poco tiempo.
El “Índice de Capital Humano” del Banco Mundial, que salió el jueves, mide 157 países según el conocimiento, las habilidades y la salud que pueden esperar tener sus niños.
El razonamiento subyacente es que —en una economía mundial cada vez más basada en el trabajo mental y cada vez menos en el trabajo manual— la salud y la educación de los jóvenes son las claves del progreso. Y a medida que los robots y la inteligencia artificial van reemplazando cada vez más trabajos rutinarios, habrá cada vez más necesidad de trabajadores con habilidades especiales para hacer trabajos más sofisticados.
El país número 1 en el nuevo ranking es Singapur, seguido de Corea del Sur, Japón, Hong Kong, Finlandia e Irlanda. Entre los que están más abajo en la lista están Suecia (8), Alemania (11), el Reino Unido (15), Israel (23), Estados Unidos (24), Rusia (34), Chile (35) y China (46).
La mayoría de los países latinoamericanos están en el nivel medio. Costa Rica ocupa el puesto 57, seguido por Argentina (63), México (64), Ecuador (66), Uruguay (68), Colombia (70), Perú (72) y Brasil (81).
Pero lo que es realmente interesante sobre este y otros rankings similares de otras instituciones internacionales es ver la rapidez con que algunos países que eran pobres, corruptos y caóticos se han convertido en estrellas económicas mundiales.
Singapur era una colonia británica tan desastrosa que Gran Bretaña de hecho la abandonó en 1963, y Malasia se hizo cargo de ella. Pero muy pronto incluso los malayos se fueron, y Singapur se declaró independiente en 1965.
En ese momento, el ingreso per cápita de Singapur era similar al de México. Hoy, el ingreso per cápita de Singapur es más alto que el de Estados Unidos y cuatro veces más alto que el de México.
El secreto de Singapur fue que, en parte porque no tenía recursos naturales, decidió invertir en la educación de su gente. Al igual que Corea del Sur y Japón, tiene una obsesión nacional con la educación.
Cuando visité Singapur hace unos años, una de las cosas que más me impactó fueron sus billetes de 2 dólares: en lugar de tener la imagen de sus próceres de la independencia, tienen la imagen de una universidad y un profesor con sus estudiantes. Debajo de esa imagen, se puede leer en mayúsculas la palabra “Educación”.
En algunos de estos países, solo los estudiantes que se gradúan entre el 10 por ciento con las mejores calificaciones de su clase pueden aspirar a ser maestros, y disfrutan de un estatus social relativamente alto.
En comparación, en la mayoría de los países latinoamericanos, la enseñanza se ha convertido en una de las profesiones peor pagadas y menos respetadas. En muchos casos, dirigentes sindicales miopes y corruptos se niegan a aceptar las evaluaciones, o el pago por mérito a los docentes.
Jaime Saavedra, uno de los principales autores del “Índice de Capital Humano”, me dijo en una entrevista telefónica que el problema con la mayoría de los países latinoamericanos es la falta de una “meritocracia” educativa.
“Los niveles de aprendizaje en América Latina están por debajo de lo que uno esperaría considerando los niveles de ingresos de la región”, me dijo Saavedra.
Estoy de acuerdo. Y me preocupa que algunos países de la región puedan incluso retroceder. En México, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha prometido anular una reciente reforma educativa que incluía la evaluación de maestros. En Argentina, los sindicatos de docentes están exigiendo salarios más altos sin aceptar las evaluaciones, o bonos por asistencia a clase.
La buena noticia es que ningún país está genéticamente condenado a la pobreza. Como lo demuestra el nuevo ranking del Banco Mundial, no hay “países de m...”. Las naciones que mejoran su calidad educativa, como Singapur, pueden pasar muy rápido de ser países fracasados a modelos de prosperidad económica.

RAY KURZWEIL. EL "TECNOSTRADAMUS" DEL SIGLO XXI

En 1999 Ray Kurzweil vaticinó que para la década siguiente existirían coches de conducción autónoma y que los teléfonos móviles servirían para responder a todas nuestras preguntas.
El perfil. Primeros inventos

Nació en Nueva York, en 1948. Estudió en el MIT y, en los 70, creó el primer sistema de reconocimiento óptico de fuentes escritas, el primer sistema informático de reconocimiento de voz y la KRM, una máquina de ayuda para ciegos que traslada textos a voz.
Libros y premios. Entre sus libros figuran La era de las máquinas inteligentes y La era de las máquinas espirituales . Recibió infinidad de premios, entre ellos el National Medal of Technology. En 2002 entró en el National Inventors Hall of Fame y en la actualidad dirige la firma Kurzweil Technologies.

Ray Kurzweil 01
(Nueva York, 1948) es considerado “la máquina de pensar suprema” por Forbes y el “legítimo heredero de Thomas Edison” por la revista Inc. Cuenta con 19 doctorados, toma 150 pastillas diaria y se inyecta un surtido de vitaminas y suplementos alimenticios cada semana por vía intravenosa. Pero además de esto, es considerado uno de los grandes futuristas de nuestro tiempo, capaz de predecir cómo la tecnología afectará a nuestras vidas en los próximos años.
Kurzweil, que inventó el primer escáner para ordenador y el primer sintetizador de texto a voz, ha realizado 147 predicciones con un índice de acierto del 86% desde 1990. Ejemplo de ello es que en 1999 vaticinó que en la década siguiente existirían coches de conducción autónoma y que los teléfonos móviles servirían para responder a todas nuestras preguntas.
Para 2029 los ordenadores serán capaces de trabajar de manera autónoma y generar conocimiento nuevo
Pero sus predicciones no se basan en el puro azar, sino en el estudio y cálculo de los factores tecnológicos actuales para realizar aproximaciones a sus evoluciones en el futuro. Ahora Kurzweil es el director de ingeniería de Google, donde se encarga de llevar a cabo investigaciones sobre las aplicaciones de la inteligencia artificial, que, según señala, en 15 años habrá superado a la inteligencia humana.
Antes de eso, para 2020, ya espera que la ingeniería permita curar enfermedades neurológicas como el Parkinson, el Alzheimer y los infartos cerebrales, o que todo se pueda imprimir a través de impresoras de 3D. Nueve años más tarde, apunta que los ordenadores serán capaces de trabajar de manera autónoma y generar conocimiento nuevo.
Kurzweil estima que para 2030 podremos subir toda la información de nuestro cerebro a la nube de internet
No obstante, las principales investigaciones de Kurzweil, del que Bill Gates ha dicho que es “el mejor prediciendo el futuro de la inteligencia artificial”, giran en torno a la singularidad. Este prevé que sea en 2045 cuando la inteligencia artificial consiga una potencia de cálculo 1.000 millones de veces superior a la humana y que repercutirá en la mejora de la biología. Esto tendrá un impacto en la evolución artificial de las personas.
En otra de sus previsiones, asegura que a partir de 2030 los seres humanos podremos subir toda la información de nuestro cerebro a la nube de internet. Pero será en 2099 cuando el avance tecnológico arrastre a integrar complemente a las máquinas a nuestra vida, hasta el punto de que estas contarán con un estatus legal similar al de las personas.

Ray Kurzweil.02
El 'futurista' que predice qué negocios triunfarán mañana
Ray Kurzweil pertenece a la tribu sorprendente de los 'futuristas', que son visionarios que adelantan cómo será el mundo y cuáles serán los negocios de mañana y las profesiones más necesarias y cotizadas.
En 1999, Ray Kurzweil (Nueva York, 1948) hizo una de sus famosas predicciones: "En una década veremos tecnologías como las que harán posible la existencia de un coche que se conduzca solo y teléfonos y dispositivos móviles que podrán resolver y contestar todas nuestras dudas". No es casualidad que desde 2012 Kurzweil sea el director de ingeniería de Google (donde dirige el equipo que desarrolla la inteligencia artificial), una compañía que ha construido la hegemonía en las búsquedas sobre la base de la tecnología y los formatos móviles, y que también experimenta con las posibilidades del coche autónomo.
Kurzweil, que ha recibido títulos honoríficos curiosos -Forbes le ha definido como "la máquina de pensar suprema", y la revista Inc. le ha catalogado como "legítimo heredero de Thomas Edison"- es realmente un inventor especializado en el reconocimiento de voz y en el reconocimiento óptico, creador, entre otros, del primer OCR, del primer escáner para computadoras y del primer sintetizador de texto a voz, o del que es capaz de recrear el sonido de un piano y de varios instrumentos de una orquesta.
Tampoco es una casualidad que Google haya invertido cantidades ingentes de dinero y de recursos en la automatización del aprendizaje y en los procesos de los idiomas. La revolución móvil ha convertido además los sistemas de reconocimiento en un componente básico de muchas aplicaciones que generan beneficios.
Pero además de esta visión que ha sabido aprovechar Google, a Ray Kurzweil se le conoce sobre todo por su labor como futurista y por sus predicciones acerca de cómo será el mundo (y los negocios) en los próximos años. El visionario presume de un índice de acierto del 86% en sus 147 vaticinios desde la década de 1990.
El gran momento
La fecha más importante para Kurzweil es el año 2045. Entonces se dará lo que los futuristas llaman la Singularidad, que es el momento en el que la potencia de cálculo de la inteligencia artificial será 1.000 millones de veces la de la inteligencia humana.

Mientras llega esa ocasión suprema, Kurzweil cree que hacia 2020 será posible avanzar en la ingeniería del cerebro para curar enfermedades neurológicas como el Parkinson, Alzheimer, o los infartos cerebrales. Y también se apunta al negocio de la inmortalidad en el que están embarcados otros grandes emprendedores como Peter Thiel. Kurzweil cree que la tecnología médica empezará pronto a añadir un año de vida, cada año, a nuestras expectativas de supervivencia.
Por si acaso, podremos recurrir a la realidad virtual, ya que ésta nos permitirá ser una persona distinta, tanto física como emocionalmente.
Kurzweil se muestra convencido además de que en pocas décadas la realidad virtual será totalmente inmersiva, y esto hará que los espacios físicos de trabajo queden obsoletos. Las consecuencias serán espectaculares en términos demográficos, laborales, de transporte, de organización del trabajo o sociales.
A esto se añaden las predicciones sobre la impresión 3D, un campo que ya es real y que ofrece nuevas posibilidades de negocio. Según se haga a gran escala y sea de código abierto la impresión 3D, en 2020 podremos ser capaces de imprimir cualquier cosa que necesitemos.

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Director de ingeniería de Google: "la tecnología no nos dejará sin trabajo"
Desde el año 2012, Ray Kurzweil es el director de ingeniería de Google, llevando a cabo todo tipo de investigaciones sobre las posibles aplicaciones de la inteligencia artificial.
Entre otras predicciones, este futurista vaticinó en 1999 que en la década siguiente existirían vehículos autónomos y que los teléfonos móviles serían capaces de responder a todas nuestras preguntas. Ahora afirma que no debemos preocuparnos de que la tecnología nos deje sin trabajo.
En una entrevista concedida a Fortune, Kurzweil se desmarca de las declaraciones tremendistas de Elon Musk, quien asegura que la inteligencia artificial nos llevará a una tercera Guerra Mundial.
"No te preocupes por cada trabajo que eliminemos, crearemos nuevos puestos de trabajo en la parte superior de la escala de habilidades".
Según Kurzweil, la inteligencia artificial nos traerá más cosas positivas que negativas. Cuando le preguntaron acerca del impacto que tendrá en los trabajos realizados por seres humanos, aseguró que es algo que lleva ocurriendo desde siempre.
"A lo largo de la historia, hemos eliminado todos los trabajos en muchas ocasiones. ¿Cuántos de los trabajos que existían en 1900 se conservan hoy en día?"
Eso sí, cuando le preguntaron qué clase de "nuevos trabajos" veríamos, Kurzweil respondió que "no lo sabe", ya que "todavía no los han inventado". También le preguntaron por qué no fuimos capaces de predecir que Donald Trump acabaría siendo presidente. La respuesta fue muy clara: "Trump no es tecnología".
"La tecnología siempre ha sido un arma de doble filo".
También ha opinado sobre la creciente preocupación acerca de los posibles peligros de la inteligencia artificial. Kurzweil asegura que la tecnología siempre ha sido un arma de doble filo: "el fuego nos mantiene calientes pero es capaz de quemar nuestras casas".
Aunque reconoce que la biotecnología, nanotecnología y la inteligencia artificial pueden ocasionar muchos problemas, también quiere recordar que la tecnología ha sido más beneficiosa que perjudicial a lo largo de la historia.

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Las predicciones de Ray Kurzweil… Algo está cambiando ¡Prepárate!
 Hace una semanas oí hablar por primera vez de Ray Kurzweil, y me generó tanta curiosidad que he estado buscando más información sobre él. Para los que no lo conocéis, Ray Kurzweil, es director de ingeniería de google, emprendedor, experto en inteligencia artificial y el futurólogo más importante del mundo…. y curiosamente, esta gran mente es poco conocida.
Un poco de la trayectoria de Ray Kurzweil
De padre músico y madre dedicada a las artes plásticas, Ray soñaba con ser un mago de prestigio hasta que su tío le contó el funcionamiento del ordenador, en ese momento se dio cuenta de que a través de la tecnología podría hacer magia de verdad.
A los 15 años ya se encontraba desarrollando sus primeros programas y con 17 años, se presentó en el programa de televisión “I’ve got a secret” (“tengo un secreto”) y tocó una pieza al piano. El secreto que guardaba es que dicha pieza había sido compuesta por una computadora que él mismo había construido y programado.
Creó el primer Chatbot al que llamó Ramona, y del que tuvo la idea con tan solo 8 años (para los que tengáis curiosidad, todavía hay una versión que puedes encontrar buscando en google) y dirigió el equipo que creó el SIRI de Apple.
Ray kurzweil iphone siri
En 1974 fundó la empresa Kurzweil Computer Products y creó el primer sistema de reconocimiento óptico de caracteres (OCR). A partir de esa tecnología inventó después la llamada Kurzweil Reading Machine, que fue la primera máquina que podía leer textos en voz alta lo que resultó de particular utilidad para ciegos y débiles visuales
El mejor Tecnostradamus. Las predicciones de Ray Kurzweil
En el año 1990, cuando el avance tecnológico aun no nos daba indicios de donde podíamos llegar, escribió un libro llamado “La era de las máquinas inteligentes” en el que hacía un alto número de predicciones, muchas de las cuales se han cumplido y otras han tenido una diferencia temporal de 1 ó 2 años. Entre otras:
Predijo que los ordenadores derrotarían a los mejores jugadores de ajedrez humanos hacia 1998 y fue en mayo de 1997 cuando el campeón de ajedrez Gary Kasparov fue derrotado por el ordenador Deep Blue.
También predijo que los teléfonos móviles crecerían en popularidad al tiempo que disminuirían en tamaño y que habría un explosivo crecimiento del uso de Internet, no solo por el número de usuarios sino también por el contenido, y que el uso principal se daría a través de sistemas inalámbricos.
Otra de las cosas que anticipó fue que la mayoría de los documentos existirían únicamente en ordenadores e Internet y que tendrían con frecuencia videos y sonidos que harían imposible su impresión en papel.
Todas sus predicciones las basa en la teoría de que “la capacidad de crecimiento de la tecnología sigue una trayectoria predecible y exponencial”.
¿Qué predicciones están por llegar?:
Solo voy a comentar algunas de ellas, aunque hay muchas más que os animo a explorar.
2020 – Impresión 3D
Kurzweil dice que en la década de 2020, seremos capaces de imprimir todo lo que necesitamos y “vivir extremadamente bien” (hoy en día ya se han impreso los primeros órganos en 3D)
2030 – Los nanobots conectarán nuestro cerebro con la nube y conseguirán una extensión radical de la vida
La conexión de nuestro cerebro a la nube, ampliará nuestra capacidad de almacenamiento de información y nuestro pensamiento será hibrido, entre biológico y no biológico.
Por otro lado, los nanobots complementaran a nuestro sistema inmunológico y seremos capaces de derrotar cualquier enfermedad, incluido el cáncer.
2045 – Alcanzaremos la Singularidad
En este año, según la predicción de Kurzweil, la tasa de evolución biológica de crecimiento será superada por la inteligencia artificial. La potencia de cálculo de la inteligencia artificial será de mil millones de veces la de la inteligencia humana. Y nuestra especie nunca será la misma.
Basada en esta predicción, en el 2008, se crea la Universidad de la Singularidad en Silicon Valley, patrocinada por Google y la NASA y apoyada  públicamente por fundaciones, científicos y pensadores, entre los que se encuentra la fundación Rafael Del Pino. Su finalidad es “comprender y facilitar el desarrollo exponencial de las tecnologías y promover, aplicar, orientar y guiar estas herramientas para resolver los grandes desafíos de la humanidad”.
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Reflexionando: Habrá quien piense que esto no llegará hasta un futuro mucho más lejano, o incluso que no llegará nunca, pero lo que estamos viviendo ya deja ver, que la creatividad, la flexibilidad, la capacidad de adaptación al cambio y la capacidad de interactuar con los demás, pasarán de ser una opción a ser una necesidad y serán el punto de partida de la supervivencia y al igual que la seguridad informática era algo que nuestros padres o abuelos nunca hubiesen imaginado, nosotros nos enfrentaremos a nuevos “miedos” o “problemas” motivados por el cambio que nos rodea.
Con todo esto a nuestro alrededor, termino con una reflexión, “esté cerca la singularidad o no, lo cierto es que estamos inmersos en un cambio continuo, por ello, entiéndelo y adáptate a él antes de que te deje atrás”.
Escrito por Gema Diaz Marugan el 14 de marzo de 2017

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6 alucinantes predicciones de Ray Kurzweil, el futurista de Google
Ray Kurzweil es futurólogo más importante del mundo, auto de varios best sellers como "La era de las máquinas espirituales" y "La Singularidad está cerca". Es tan influyente que Google lo contrató para dirigir sus esfuerzos en inteligencia artificial.
Kurzweil es conocido por hacer predicciones, las cuales son acertadas hasta en un 86% de las veces. Para llegar a sus predicciones, Kurzweil se basa en una teoría fiable.
"Mi tesis central, lo que yo llamo ‘la ley de los rendimientos acelerados' se basa en que las mediciones fundamentales de la tecnología de la información siguen trayectorias predecibles y exponenciales, desmintiendo la creencia convencional de que ‘no se puede predecir el futuro'”, escribió Kurzweil en un ensayo en 2010.
Para Kurzweil, averiguar si una empresa va a ganar en el mercado o si alguna vez habrá paz en Oriente Medio es impredecible, pero las crecientes capacidades de la tecnología son 'muy predecibles', lo que le permite proyectarse hacia el futuro.
Estas son algunas de sus visiones más prometedoras, o aterradoras dependiendo de la persona, que vendrán en la siguiente década y más allá:
1. Seremos capaces de imprimir en 3-D básicamente todo.
Conforme la impresión 3-D se haga a gran escala y de código abierto, las tecnologías de la información estarán más en el mundo que nos rodea. Kurzweil dice que para la década de 2020, podremos ser capaces de "vivir extremadamente bien e imprimir todo lo que necesitamos."
En la actualidad ya se pueden imprimir casas 3-D, cajas torácicas, miembros protáticos y puentes. Pronto se podrá imprimir casi todo.
2. Por la década de 2030, "nanobots" conectarán nuestro cerebro con la nube.
Estos nanobots, nos darán “una inmersión total de realidad virtual desde dentro de nuestro sistema nervioso". En otras palabras, nuestros cerebros estarán conectados a la nube.
“Al igual que hoy podemos ampliar de forma inalámbrica el poder de nuestros smartphones 10.000 veces en la nube", dice Kurzweil “vamos a ser capaces de ampliar nuestra neocorteza en la nube."
Así que vamos a ser capaces de vivir, básicamente, en un mundo virtual. Al estilo Matrix.
3. Esos nanobots también darán lugar a una 'extensión radical de la vida.'
A principios de este mes, Kurzweil dijo que los nanobots podrían "terminar el trabajo" del sistema inmunológico natural del ser humano. Seremos capaces de derrotar a cualquier enfermedad, incluso el cáncer.
Esto conduce a lo que los futurólogos llaman 'extensión radical de la vida'. Kurzweil, como otros futuristas, considera que la muerte es una enfermedad que puede ser curada y los nanobots son una de las formas de curarla.
4. Nos va a golpear la Singularidad.
La fecha más importante para Kurzweil es 2.045. Ese es el año, dice, en que se dará lo que los futuristas llaman la Singularidad, el momento en que la tasa de evolución biológica de crecimiento será superada por la inteligencia artificial.
En su libro 'La singularidad está cerca ", Kurzweil dice que la Singularidad es:
"... Un período futuro durante el cual el ritmo del cambio tecnológico será tan rápido y su impacto tan profundo, que la vida humana se transformará irreversiblemente. Aunque ni utópica ni distópica, esta época va a transformar los conceptos en los que nos apoyamos para dar sentido a nuestras vidas, de nuestros modelos de negocio para el ciclo de la vida humana, incluyendo la muerte”.
Kurzweil dice que en 2045, la potencia de cálculo de la inteligencia artificial será de mil millones de veces la de la inteligencia humana. Y nuestra especie nunca será la misma.
5. Después de la Singularidad, seremos capaces de "subir" nuestra mente a las computadoras.
Kurzweil y otros futuristas creen que una de las principales consecuencias de la Singularidad será que podremos subir nuestra mente a una computadora. De acuerdo con este argumento, podremos transferir nuestra conciencia de seres basados en el cerebro a seres basados en el ​​ordenador. Incluso Stephen Hawking cree que esto es posible.
'Creo que el cerebro es como un programa en la mente, que es como una computadora, así que es teóricamente posible copiar el cerebro en un equipo y así proporcionar una forma de vida después de la muerte", dijo el físico. “Sin embargo, esto está mucho más allá de nuestras capacidades actuales".
6. Para el 2045 quizás ya tengamos esas capacidades.  Y tendremos "cuerpos virtuales" para aumentar nuestros cuerpos físicos.
Si nuestra mente puede ser subida a alguna computadora y la realidad virtual es totalmente envolvente, entonces no cabe duda que nuestros cuerpos van a ser virtuales, también.
“Los cuerpos virtuales serán tan detallados y convincentes como cuerpos reales", dice Kurzweil. “Nosotros necesitamos un cuerpo, nuestra inteligencia está dirigida hacia un cuerpo, pero no tiene por qué ser un cuerpo frágil, biológico que esté sujeto a todo tipo de fallos”.
Así que seremos capaces de cambiar nuestro cuerpo virtual, tal y como lo hacemos actualmente con los videojuegos.

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"El hombre se fusionará con la tecnología"
Considerado como uno de los máximos gurúes en materia de inteligencia artificial, Kurzweil, científico e inventor norteamericano, cree que no hay razones para ver con temor la actual aceleración tecnológica
NUEVA YORK .- Ray Kurzweil no practica la falsa modestia. El llamado "Cibernostradamus", el hombre a quien Bill Gates recientemente calificó como "el mejor a la hora de predecir el futuro de la inteligencia artificial", asegura a LA NACION: "las visiones populares sobre el futuro se están acercando a las que yo vengo sosteniendo consistentemente desde hace un largo tiempo".
Y es una suerte que así sea porque, a pesar de los temores respecto del futuro cada vez que empieza un nuevo año, Kurzweil siempre fue -y aún es- un optimista, aunque él aclare que lo suyo es puro realismo tecnológico, sin ninguna cuota de utopía. Por eso, cuando asegura que "en el próximo cuarto de siglo la inteligencia de origen no biológico va a estar a la par, en capacidad y sutileza, de la inteligencia de origen biológico, y luego la va a superar ampliamente", su entusiasmo es tal que contagia la idea de que -controlando los excesos y el mal uso de estos avances- nos estamos encaminando a un futuro mejor.
Aún más, frente a quienes sostienen que la tecnología nos ha hecho mucho bien pero que ya es hora de detener su crecimiento exponencial por los peligros que representa, Kurzweil expone dos argumentos contundentes. Uno, que "estamos cerca de encontrar la cura del cáncer y de los problemas de corazón, y que frenar el progreso implicaría permitir que continúe este sufrimiento en el mundo". Y dos, que si se frenara el desarrollo, los peligros derivados de la tecnología aumentarían en vez de disminuir, porque los avances se harían de manera ilegal y subterránea, lo que impediría que los científicos responsables tuvieran acceso a las herramientas para defender a la sociedad.
"Aunque todavía tenemos mucho sufrimiento en el mundo, sólo la tecnología tiene el poder y la escala para resolver problemas como la degradación ambiental y la pobreza. Y las tendencias que estamos viendo en ese sentido son muy positivas", aseguró este científico nacido en Massachussetts en 1948, que cuenta con 13 doctorados honorarios y fue calificado de "genio incansable" por el Wall Street Journal y de "justo heredero de Thomas Edison" por la revista Forbes .
- ¿Cómo es eso de que las visiones populares sobre el futuro se están acercando a las que usted sostenía tiempo atrás?
-Está muy claro. Por ejemplo, predije que para 2029 será imposible distinguir entre la inteligencia humana y la artificial. En una conferencia que di en la Universidad de Stanford en 1999 sobre mi libro La era de las máquinas espirituales , la mayor parte de los científicos que trabajan en inteligencia artificial decían que, si eso llegaba a ocurrir alguna vez -lo cual no daban por seguro-, estábamos a cientos de años de ese logro. Recientemente di una conferencia en la Universidad de Dartmouth para celebrar los 50 años de la conferencia de Dartmouth de 1956, que dio a la inteligencia artificial su nombre, y ahora, la visión más consensuada de científicos y especialistas es que esto ocurrirá en 50 años. Es algo distinto a lo que sostengo yo -que es que ocurrirá en el próximo cuarto de siglo-, pero aun así muestra cómo de a poco la opinión general se está acercando significativamente a mi posición.
- ¿Qué es hoy el futuro para una sociedad inmersa en las múltiples proyecciones de la tecnología, que parecen la consumación de cualquier idea futurista?
-Mis propias predicciones de décadas atrás han sido muy ajustadas. En mi primer libro, La era de las máquinas espirituales , que escribí a mediados de los 80, hice cientos de predicciones sobre los 90 y los primeros años del siglo XXI que se concretaron. Por ejemplo, escribí sobre la irrupción de la red de Internet a mediados de los 90 y sobre el dominio de las armas inteligentes en los conflictos bélicos. También escribí que para el campeonato mundial de ajedrez de 1998 ganaría la computadora y sobre el colapso de la Unión Soviética a raíz de los efectos democratizadores de los medios de comunicación electrónicos descentralizados, entre muchas otras cosas.
- Entonces, ¿estaría de acuerdo con aquello de que "el futuro es hoy"?
-El ritmo de cambio en sí se está acelerando. Según mis modelos, se duplica cada década, mientras que el poder de la tecnología de la información se duplica anualmente. Estamos ahora en un período de cambio llamativamente rápido. Cinco años atrás la gente no usaba buscadores de Internet, y tres años atrás la gente no usaba el término blog . Pero el paso del cambio tecnológico continuará acelerándose.
- Pero, cuando usted piensa en el futuro, ¿tiene en cuenta sólo el Primer Mundo o también países como la Argentina?
-Una de las ventajas de la tecnología de la información es que las herramientas para crear son hoy muy baratas y están distribuidas globalmente, y el acceso a los mercados es muy abierto gracias a la web y sus múltiples manifestaciones. Filmar una película, grabar un disco, o crear un software que cambia el mundo puede lograrse con herramientas que cuestan cientos o miles de dólares, no millones de dólares. Esto significa que se está creando riqueza en todo el mundo. El Banco Mundial recientemente informó que el crecimiento económico derivado de la tecnología de la información es hoy más alto en el mundo en vías de desarrollo que en el mundo desarrollado. El Africa subsahariana tuvo un crecimiento del cinco por ciento el año último. En Asia, hemos visto cómo el índice de pobreza se redujo a la mitad en la última década y el Banco Mundial predice que se reducirá en un 90% en los próximos diez años gracias a la tecnología de la información. Vamos a ver surgir de todas partes, y ciertamente de la Argentina también, una innovación que crea riqueza.
- ¿Qué es el concepto de "singularidad" que aborda en su nuevo libro ( The Singularity Is Near: When Humans Transcend Biology ), y por qué está tan cercano?
-En el próximo cuarto de siglo, la inteligencia de origen no biológico va a estar a la par, en capacidad y sutileza, de la inteligencia de origen biológico. Y luego la va a superar ampliamente debido a la continua aceleración de la tecnología de la información combinada con la habilidad de las máquinas para compartir instantáneamente su conocimiento. Nanorobots inteligentes van a estar integrados a nuestro organismo, nuestro cerebro y medio ambiente, ayudándonos a superar la pobreza y la polución, aumentando la longevidad. Además, tendremos una realidad virtual de inmersión absoluta y que incorporará todos nuestros sentidos, algo así como la mezcla de lo que se vio en The Matrix con lo que se vio en Being John Malkovitch . Y tendremos una inteligencia humana llevada al máximo de su capacidad. El resultado será una fusión íntima entre las especies creadoras de tecnología y el proceso de evolución tecnológica que crearon. ¿Es esto la singularidad? No, es tan sólo el precursor de la singularidad. La inteligencia no biológica, entonces, tendrá la capacidad de rediseñarse y será capaz de mejorarse tanto y con tal rapidez que la inteligencia humana que no fue mejorada o estimulada no podrá estar a la par, ni siquiera podrá entender qué está pasando. Esto marcará la singularidad.
- ¿Cómo cambiará esto nuestra idea de lo que es ser humano en las próximas dos décadas?
-Los humanos somos una especie que consistentemente va más allá de sus limitaciones. Ya estamos empezando a incorporar sistemas no biológicos a nuestros cuerpos y cerebros, por ejemplo a través de implantes neuronales computarizados que reemplazan a las neuronas biológicas destruidas por el mal de Parkinson. Así, terminaremos fusionándonos con nuestra tecnología. Una aplicación de la nanotecnología serán los "nanobots", que son robots del tamaño de una célula sanguínea y que pueden viajar por el torrente sanguíneo destruyendo patologías, sacando desechos, corrigiendo errores del ADN y revirtiendo el proceso de envejecimiento. También estos "nanobots" irán a nuestro cerebro proveyendo de comunicación directa cerebro a cerebro, una inmersión total en la realidad virtual desde el sistema nervioso y, a grandes rasgos, expandiendo nuestra capacidad mental.
- ¿Qué va a pasar con el humor y con el amor en ese panorama? ¿Y que pasará con el sexo?
-El humor y el amor y otras emociones humanas son, de hecho, lo más avanzado y difícil de entender de la inteligencia humana. Son las cosas más sofisticadas que hacemos con nuestro cerebro. Pero las vamos a ampliar y mejorar también. A medida que mejoremos nuestro cerebro con tecnología nos vamos a volver más graciosos y tendremos una mayor capacidad de amar. Vamos a poder tener relaciones sexuales en situaciones de realidad virtual, lo cual conlleva muchas ventajas. Para empezar, nuestro cuerpo en la realidad virtual puede ser distinto que el que llevamos en la realidad real. Una pareja podrá intentar convertirse el uno en el otro, por ejemplo.
- ¿Y así vamos a poder sobrevivir como especie? ¿Usted preferiría vivir el presente o en 2040? ¿Tendría hijos hoy?
-Vamos a sobrevivir, si bien eso depende de cómo uno defina lo humano. Yo defino a la especie humana específicamente como aquella que busca ir más allá de sus limitaciones, por lo que, desde mi punto de vista, aunque cambiemos y mejoremos nuestro sustrato biológico, seguiremos siendo humanos. Yo disfruto de vivir el presente pero planeo estar por aquí en 2040, con plena salud y más joven de lo que soy hoy. No dudaría en traer niños al mundo: si bien el creciente poder de la tecnología implica que se amplificará tanto nuestro poder creativo como el destructivo, si estamos atentos podemos invertir para protegernos de los abusos de estas tecnologías, y así creo que les tocará un futuro muy excitante.

CENTRO DE GRAVEDAD HACIA ASIA


Un vertiginoso cambio tecnológico, militar, económico y geopolítico podría poner fin al
PARÍS.- El epicentro del poder mundial se desplaza aceleradamente hacia el continente asiático. Un fenómeno de esa magnitud pondría término al predominio tecnológico, militar, económico, geopolítico y -por lo tanto- estratégico que ejerce Occidente desde hace 500 años. No se trata solo de un nuevo contrapoder basado en esos cinco parámetros. Para medir el alcance de esa transmutación radical hay que visualizarla en toda su complejidad: se trata del despegue global de una región poblada por 4500 millones de habitantes (60% del total mundial) que practican religiones, ideologías y modelos de crecimiento y de civilización diferentes a los que prevalecen en Occidente.
Ese "cambio histórico en la relación de fuerzas" entre Oriente y Occidente "se produjo en forma vertiginosa en menos de una generación", recuerda el indio Azim Premji, CEO del fabricante de programas informáticos Wipro. El traslado del centro de gravedad traduce, sobre todo, un retroceso relativo de la hegemonía de Estados Unidos y Europa, que, hasta principios de siglos, concentraban el 50% de la economía mundial. Por lo tanto, es uno de los fenómenos geoestratégicos más significativos de los últimos siglos, porque marca una transición brutal entre dos fases de la historia universal. Sumado a la revolución tecnológica e industrial que vive el planeta desde hace un cuarto de siglo, este fenómeno está creando un nuevo modelo de civilización similar a los que promovieron, en su época, la invención de la rueda, la imprenta, la Revolución Industrial o la electricidad.
En 2030, en concreto, China superará a Estados Unidos como primera potencia económica del planeta, India ocupará el tercer lugar y Japón se mantendrá en cuarta posición. Dentro de solo 12 años, el 60% de la riqueza mundial -en términos de PBI, pero no de ingreso per cápita- se aglomerará esencialmente en China, India, Japón y, en menor medida, en el resto de la cuenca del Pacífico oriental. Cinco de los 10 mayores países del mundo serán asiáticos, según una previsión del Centre for Economics and Business Research (CEBR). Por lo tanto, integrarán el mayor lote de consumidores de energía: en 2035, los cuatro gigantes económicos regionales -China, India, Japón y Corea del Sur- absorberán el 95% de las exportaciones petroleras de Medio Oriente, según una proyección de Tim Gould, analista de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Esa cifra colosal permite imaginar la vitalidad que tendrá la economía de la región. La voracidad de ese gigante lo convertirá mecánicamente en un insaciable consumidor de alimentos, energía, acero, agua y otras materias primas vitales para mantener el ritmo de producción que reclaman sus industrias.
Como ocurre con todo intercambio comercial a través de los océanos, detrás de los movimientos marítimos hay implicaciones estratégicas. Por las aguas turbulentas del Estrecho de Malaca -situado entre Indonesia, Malasia y Singapur- en 2030 circulará el 40% del comercio mundial, incluyendo la mitad del petróleo transportado por vía marítima y 90% de las importaciones chinas de hidrocarburos. Ese cuello de botella de solo 38 km de ancho en su parte más angosta será la nueva vena yugular de la economía planetaria, como decía Henry Kissinger cuando se refería al Estrecho de Ormuz.
A diferencia de la situación geopolítica que prevalecía hasta hace algunos años en el Golfo Pérsico, esta región vive con una daga apoyada sobre la garganta. A 1800 km de ese corredor estratégico están las islas Paracelso, Spratly y Scarborough -que se disputan siete países de la región, incluyendo China- bajo la mirada cada vez más inquieta de Estados Unidos. Pero Asia no se limita a China y su esfera de influencia, y la noción de potencia no está determinada solo por el PBI, las reservas de sus bancos centrales ni las flotas de buques y aviones que pueden desplegar en un escenario militar. En el siglo XXI los nuevos vectores de poder surgen de los laboratorios científicos y de las universidades.
El Global Innovation Index (GII) jerarquiza el esfuerzo intelectual y financiero que consagra Asia, desde hace décadas, a la investigación y el desarrollo (R&D, en sus famosas siglas inglesas). En forma sorprendente, la supremacía regional que ejercían Japón, Corea del Sur y Singapur está amenazada por el ahínco que despliegan India, Malasia, Vietnam e incluso Kazajistán.
Detrás de Estados Unidos, que encabeza la lista con 454.000 millones de dólares, tres de los cinco países que más invierten en R&D son asiáticos: China, 337.000 millones (20,7% del PBI); Japón, 160.000 millones (3,28%), y Corea del Sur, 69.000 millones (4,4%). El promedio continental equivale al 1,34% del PBI. La Argentina consagraba el 0,42% en 1996 y en 2015 no figura en las estadísticas del Banco Mundial. Gracias a ese esfuerzo, hace años que Japón y, un poco menos, China dejaron de copiar o piratear a Occidente y producen a partir de la tecnología inventada en sus centros de investigación, como reconoció Leo Rafael Reif, presidente del Massachusetts Institute of Technology (MIT).
Por la calidad de su enseñanza e investigación, las universidades de China y Japón figuran en el top 20 del ranking de Shanghai, por lo menos en alguna de las tres disciplinas determinantes para el desarrollo tecnológico e industrial: matemática, física y química. El ideólogo de la guerra comercial contra China, Peter Navarro, reconoció el origen de la amenaza: "La madre de todas las batallas será sobre la tecnología, dominio en el cual EE.UU. aún dispone de una clara supremacía universal", previno en 2011 en su libro Death by China, que se podría traducir como "Asesinado por China".
Por eso, Navarro aconseja concentrar los ataques de esa guerra sobre el proyecto Made in China 2025, principal vector de lo que Donald Trump considera "una amenaza existencial para el liderazgo tecnológico" de Estados Unidos.
El esfuerzo realizado en el área del conocimiento convirtió a China e India en potencias tecnológicas. Diez años después de haber enviado su primer hombre al espacio, en 2003, China colocó un astromóvil de seis ruedas y 120 kilos de peso en la Luna, y ahora prepara la llegada del primer chino a la Luna para 2020. En un solo lanzamiento, en 2017, el cohete indio PLSV colocó en órbita 104 minisatélites.
En materia informática, con una capacidad de procesar 93 petaflops/s (93 cuatrillones de operaciones por segundo), la supercalculadora ciento por ciento china Sunway TaihuLight es la segunda "computadora" entre las más rápidas del planeta, detrás de la norteamericana Summit (93 petaflops), que le costó 280 millones de dólares al Departamento de Energía. India concentró sus esfuerzos en una supercalculadora cuántica que, hasta ahora, no superó la fase teórica.
El lado oscuro de ese salto sin precedente es el modelo asiático, basado -para resumirlo en cuatro conceptos- en una fuerte desigualdad social, la intensa explotación de la mano de obra, un marcado desprecio por los derechos individuales y, salvo excepciones, un desdén absoluto por los valores democráticos. ¿Una sociedad desarrollada puede sobrevivir sin democracia ni una política distributiva relativamente equitativa?
El desarrollo de ese "modelo alternativo", como dicen muchos asiáticos, probablemente enfrentará un punto crítico de flexión cuando llegue la hora de transformar la ruptura tecnológica en ruptura estratégica. La historia demostró que esa es la fase crítica porque, en general, supone un enfrentamiento abierto con la potencia dominante.
Especialista en inteligencia económica y periodista. Por: Carlos A. Mutto