Martina Rua. 13
de octubre de 2019
Movimientos
globales, ONG y las propias empresas están repensando la relación de las
personas con las tecnologías y su incidencia en la calidad de vida. Con
educación y diseño consciente, se empieza a hacer foco en el uso reflexivo e
intencional de estas herramientas
Este año
terminará con 4500 millones de personas en el mundo con acceso a internet y se
espera que en los próximos seis años el número escale hasta los 6000 millones,
quienes, con la llegada de la tecnología de conectividad 5G, podrán navegar a
velocidades hasta 10 veces mayor a la experiencia más rápida actual. Con dos
décadas conectados y con internet avanzando en los aspectos más diversos de
nuestra vida, la incidencia de su impacto en nuestra salud y costumbres es el
centro de un cuerpo creciente de investigaciones que advierten sobre la
necesidad de reflexionar y generar un entorno más sano e intencional en esa
conectividad. Lo que se busca es una tecnología más humana con foco en el
bienestar digital de las personas.
De hecho, los
mismos usuarios se encuentran muchas veces atrapados en un uso que, advierten,
puede ser nocivo, pero que no saben cómo modificar: cuidado de datos
personales, consumo y difusión de información falsa, uso excesivo de redes
sociales, conexión permanente y ansiedad son algunos de los temas que saltan
del mundo digital con un impacto real en nuestra calidad de vida y relaciones.
Tristan Harris es
quien lidera esta conversación a nivel global y lo hace con el convencimiento
del converso. Exdiseñador especializado en ética de aplicaciones de Google, es
el fundador del movimiento Time Well Spent y de la organización The Humane Tech
Center, focalizados en la evangelización y desarrollo de una tecnología más
humana. Según Harris, lo que estamos viviendo es una cacofonía de tecnologías
extractivas que generan una degradación humana (human downgrading), y es ahora
el momento de refundar la manera en la que mediamos con ellas, a través de la
modificación de su diseño.
Fuente: LA NACION
- Crédito: Ángel Boligan
LA NACION revista
habló con Harris sobre la misión de su centro: "El modelo de uso gratis de
las aplicaciones, en el modelo más caro del mundo, genera una economía de
atención extractiva. Las redes sociales han creado un Frankenstein digital al
aprovecharse de las debilidades humanas (miedo, indignación, vanidad) y la
tecnología ha degradado nuestro bienestar", sentencia. Para Harris, que en
sus comienzos fue uno de los integrantes del Laboratorio de Tecnologías para la
Persuasión de la Universidad de Stanford, catalizar de manera completa el
bienestar digital requiere trabajo específico. "Necesitamos ser
profundamente sofisticados, no solo con la tecnología, sino también con la
naturaleza humana y las formas en que uno impacta al otro. Los tecnólogos deben
abordar la innovación y el diseño con la conciencia de proteger las formas en
que somos manipulados; necesitamos más atención sobre lo que protege y cura la
naturaleza humana y los sistemas sociales", dice. Desde su centro, ofrecen
una guía de diseño de productos gratuita para explorar y evaluar cómo la
tecnología nos afecta a nivel individual, relacional y social.
El segundo punto
que aborda Harris es cómo se está desarrollando la inteligencia artificial
(IA). "La IA tiene que ser para el humano, no una IA abrumadora. Hoy ya
tiene un poder asimétrico sobre las vulnerabilidades humanas. Necesitamos
convertir eso en IA para que actúe en nuestro interés haciéndolos fiduciarios a
nuestros valores, lo que significa prohibir los modelos comerciales de
publicidad que se extraen de esa relación íntima", describe. Y el tercer
aspecto por tener en cuenta es el de los incentivos regenerativos humanos.
"Debemos abandonar el fracking de atención de la gente, desarrollar un
nuevo conjunto de incentivos que aceleren una competencia en el mercado para
solucionar estos problemas. Guardianes de la tecnología como Apple y Google
pueden alentar a las aplicaciones a competir por nuestra confianza, no por
nuestra atención, al remodelar las tiendas de aplicaciones, los modelos de
negocios y la interacción entre aplicaciones que compiten en pantallas de
inicio y notificaciones", propone Harris. También cita a los inversores,
accionistas, políticos, periodistas y usuarios en general, todos actores
necesarios para gestionar una nueva era digital.
"Reconocer
esta manipulación y nuestros sesgos es el primer paso. El uso del móvil difiere
de otras tecnologías anteriores, porque ahora es la primera vez que lo tenemos
con nosotros todo el tiempo y a toda hora; el consumo es personal, la oferta de
contenidos es ilimitada y además es multifunción", dice Santiago Bilinkis,
autor del libro Guía para sobrevivir al presente, atrapados en la era digital
(Sudamericana, 2019), donde buscar alertar y explicar el funcionamiento de
estas tecnologías y sus implicancias en nuestras vidas.
Queremos que
Instagram sea un entorno positivo e inclusivo. Que el tiempo de uso sea
intencional
Natalia Paiva,
directora de políticas públicas de Instagram para América latina
Para Bilinkis,
una parte de la solución pasa por hacernos las preguntas correctas para
entender el negocio detrás de las aplicaciones que usamos, cómo son creados los
algoritmos para poder exigir transparencia en la información. "Estamos
dentro de un sonambulismo tecnológico que, a través de filtros, distorsiona la
realidad y genera ansiedad. Para los padres es un nuevo terreno en el cual
guiar a nuestros hijos, donde ellos son nativos y nosotros, a veces, estamos
tan empantanados como ellos. Reconocerlo y traerlo a la conversación familiar
es parte de la solución", dice. La preocupación por el d iseño de los
algoritmos es tal que investigadores como Mark J. Nitzberg, director del Center
for Human-Compatible IA de la Universidad de Berkeley, está proponiendo que el
desarrollo y diseño de apps tenga que atravesar una especie de fases de tests
clínicos, como deben hacerlo las drogas antes de convertirse en medicamentos
comerciales.
Los dueños de la
pelota
Una de las redes
sociales más cuestionadas en cuanto al efecto que causa en sus usuarios es
Instagram. Diversos estudios, como el elaborado por la Real Sociedad Británica
de Salud Pública en 1500 jóvenes de entre 14 y 24 años, la han clasificado como
la más nociva para la salud mental de los jóvenes por conducir a sentimientos
de inadecuación y ansiedad con su imagen. La empresa de Zuckerberg está al
tanto, y en el primer semestre de este año presentó una serie de propuestas en
su marco de bienestar digital. Natalia Paiva, directora de políticas públicas
de Instagram para América Latina, explica cuál es la estrategia: "Queremos
que Instagram sea un entorno positivo e inclusivo para nuestra comunidad. Que
el tiempo de uso sea intencional, que es un concepto que tiene mucho que ver
con el bienestar, y no es solo desde lo moral, porque debemos, sino que es
estrategia a largo plazo. Si los usuarios no tienen una buena experiencia, no
tendremos futuro como plataforma de creación y expresión", dice.
Instagram tiene
tres pilares en su estrategia de digital wellbeing: desde cómo ofrece la
información de sus políticas de uso, herramientas para que las personas puedan
controlar la experiencia y las asociaciones a nivel local con organizaciones,
expertos en salud mental y tecnología en cada país donde tiene presencia. Por
ejemplo, desde este año la red permite silenciar palabras, hashtags y emojis
con los que el usuario no quiere encontrarse, como también configurar el tiempo
que se quiere usar la red mediante alertas que avisan cuando se alcanzó el
límite. Por otra parte, si alguien busca un hashtag con palabras sensibles como
d epresión, ansiedad, angustia o suicidio, aparece una ventana con propuestas
para que el usuario le pida ayuda a un amigo o institución especializada.
Fuente: LA NACION
- Crédito: Ángel Boligan
Un cambio
relevante es la prueba que Instagram está haciendo en siete países para que la
cantidad de me gusta (expresados en corazones) y reproducciones no estén a la
vista de todos, con el fin de evitar que los usuarios suban material por el
solo hecho de ver la acumulación de aprobaciones ajenas. "Queremos que las
personas se concentren más en la calidad de sus conexiones que en sus métricas
de performance", dice Paiva desde San Pablo, Brasil, uno de los países que
está haciendo la prueba. Facebook está evaluando hacer lo mismo en su
plataforma, y también este año dio a conocer un paquete de funcionalidades para
darle al usuario mayor poder sobre su información y la que consume.
Consultada por la
tardanza de las empresas en presentar estas herramientas, teniendo en cuenta
que muchos usuarios ya cumplieron hasta una década usando Instagram o Facebook,
Paiva contesta que "la idea de la conexión de salud mental y uso de las
redes sociales es muy nueva y todos -empresas, científicos, academia y
usuarios- estamos intentando entender algo complejo de lo que se aprende todos
los días y se intenta responder a los hallazgos que se van presentando de la
mejor manera posible".
También desde
Google están abordando el tema desde su motor de búsqueda y desde Android, el
sistema operativo más usado por los argentinos. En las últimas semanas
anunciaron nuevas funcionalidades. "El bienestar digital es el estado de
estar totalmente cómodo y contenido por cómo la tecnología se ajusta a nuestra
vida, es diferente para cada usuario y cada familia: es el resultado de estar
consciente y en control de la tecnología que uno utiliza", describe Matías
Fuentes, responsable de Comunicaciones de producto de Google Argentina. A
principios de septiembre, YouTube, la plataforma de videos de Google, recibió
una multa de 170 millones de dólares por parte de la Federal Trade Commission,
debido a las demandas que la acusaban de recolectar datos personales de niños
sin el consentimiento de los padres. Por esto, la red decidió quitar las
publicidades sugeridas para los niños.
El gigante de
Silicon Valley asegura que al entrenar a su asistente virtual y agregar
inteligencia artificial a sus productos, genera uso más eficiente y seguro de
la plataforma. Android cuenta con el modo Wind Down para desconectarse o el
modo Rutina para dormir, que permite mediante la voz configurar una alarma,
apagar las luces, reducir el sonido de la música y escuchar el clima del día
siguiente. El modo Foco permite seleccionar aquellas aplicaciones que los
suelen distraer y silenciarlas cuando esta función está activada.
La virtualidad no
es tal, lo virtual es real en lo digital. La ansiedad que genera en un chico es
real
Sebastián
Bortnik, experto en seguridad informática
Para el control
parental ofrece Family Link: a través de funcionalidades que permiten
configurar aplicaciones, el contenido y el tiempo en pantalla, los padres
pueden definir pautas digitales para sus hijos. Tanto la calidad como la
cantidad de tiempo que los chicos están conectados es un tema que se está
estudiando desde la comunidad médica. Por ejemplo, en la American College of
Cardiology (ACC) Latin American Conference 2019, que se celebró del 25 al 27 de
julio en Cartagena, se presentó un paper que reveló que los jóvenes que
utilizan más de cinco horas al día los teléfonos inteligentes tienen mayor
probabilidad de sobrepeso y obesidad, lo que obliga a replantear estrategias y
hasta usar la tecnología como aliada para promover la actividad física en ese
segmento etario. En junio de 2018, la OMS incluyó entre los trastornos mentales
la adicción a los videojuegos.
En esta
revolución digital, la infancia está en el centro del cambio en un país como
Argentina, que está en el top 10 de personas conectadas más tiempo a internet,
con ocho horas al día. "Las tecnologías producen percepciones ambivalentes
y reacciones binarias en padres y adultos en general: por un lado, los medios
digitales se perciben como indispensables en vistas de la mejor preparación
para el futuro, y por el otro, crece la preocupación por el bienestar digital
de niños y niñas. Esta confusión genera desconcierto en la búsqueda del balance
y menos claridad en temas de crianza digital. Cada vez son más los adultos que
expresan la necesidad de mejorar la experiencia de la vida conectados propias y
de sus hijos", cuenta Mariela Reinman, directora de la ONG Chicos.net
Si bien son
varias las problemáticas relacionadas con los hábitos y los medios digitales
(temas de convivencia, manipulación de la información y noticias falsas,
grooming, autopercepción), para Reinman, el bienestar digital hace referencia a
dos grandes temas: tiempo de uso y privacidad. La experta explica que el tiempo
de pantallas no es malo o bueno en sí mismo. Además, no hay una oposición
radical entre lo digital y lo físico. Todo se está mezclando, chicos y jóvenes
usan las redes para encontrarse en el mundo físico y viceversa. "Más que
limitar cuantitativamente, deberíamos prestar atención al tipo de actividad que
realizan chicas y chicos, promoviendo aquellas más creativas y desplazando el
consumo pasivo por el uso activo: utilizar dispositivos para diseñar arte
digital, música, editar videos, crear historias, programar, entre muchas otras
propuestas".
Fuente: LA NACION
- Crédito: Ángel Boligan
El segundo tema
es el de la privacidad, que tiene una doble lógica: lo que los chicos deciden
publicar (y es importante reflexionar con ellos la distinción entre público,
privado e íntimo) y, por otro lado, la privacidad de nuestros datos como
usuarios de tecnología, es decir, qué entregamos a cambio de qué. "Cada
vez somos más conscientes de la información que generamos y ofrecemos cuando
realizamos actividades en internet. Cada me gusta, cada compartir, las
geolocalizaciones. constituyen algoritmos complejos que almacenan una inmensa
cantidad de datos sobre gustos, perfiles, preferencias. Es importante que los
niños sepan desde temprana edad que internet parece gratuito, pero no lo es: el
uso se paga con información personal. Esto es muy relevante para la internet
actual y futura: internet de las cosas e inteligencia artificial", cierra
Reinman.
Marco digital
La regulación es
uno de los componentes indispensables, pero no suficientes para la construcción
de una interacción más saludable con la tecnología. Por ejemplo, en Estados
Unidos, el senador republicano Josh Hawley está proponiendo leyes contra los
elementos adictivos presentes en las redes sociales. Se busca poner límites a
la industria tecnológica para que sus productos sean menos manipulativos. En palabras
de Tristan Harris, sería regular la economía de atención extractiva.
"Cuando hablamos de regulación, nos referimos a limitar las estrategias
que se diseñan y perfeccionan para captar la atención de los usuarios. Hay una
relación directa entre atención del usuario y crecimiento, revenue y éxito de
las empresas, y entonces allí surgen preguntas y conflictos éticos y
psicológicos", dice la directora de Chicos.net.
Las plataformas
crecen monetizando nuestra atención. El autoplay y las predicciones de YouTube
y Netflix, la tecnología persuasiva, el modelo de recompensas de las redes
sociales, que incentiva a pasar más tiempo conectados consumiendo publicidad y
cediendo datos personales. Todo esto exige nuevas regulaciones hacia la
humanización de los modelos de negocios. Otra de las voces más críticas al
modelo actual es la de Jaron Lanier, científico computacional considerado el
padre de la realidad virtual, que propone rever desde cero los modelos de
negocios de plataformas como Google y Facebook y pensar si no sería más sano
pagar por suscripciones que el modelo publicitario actual.
Concientizar
sobre que lo digital es real es una de las principales preocupaciones para
Sebastián Bortnik, experto en seguridad informática y uno de los fundadores de
la ONG Argentina Cibersegura, que ha recorrido infinidad de escuelas los
últimos 10 años para crear conciencia sobre temas de bienestar digital.
"Cualquier padre podría decir que quiere que su hijo crezca sano y seguro,
por lo que se trata de pensar el paralelismo también con el uso de las
tecnologías. Nos preocupan las amenazas de la vida real, como la seguridad en
la calle y que los hijos coman sano, pero todo esto debe ser trasversal a la
vida digital", dice. Según Bortnik, uno de los principales mitos que alejan
a los adultos de procurar un uso adecuado es lo que escucha de muchos padres:
"Mi hijo la tiene mucho más clara que yo", lo que genera una falsa
sensación de sanidad y seguridad que dista mucho de plasmarse en el uso que
hacen los chicos. Pero es peligroso creer que no hay que hacer crianza en
concientización. "Por otra parte, la virtualidad no es tal, lo virtual es
real en lo digital. La ansiedad que genera en un chico es real y con la idea de
lo virtual nos comportamos como si eso no existiera. Los chicos aprenden a
partir del ejemplo y el diálogo", describe Bortnik.
Fuente: LA NACION
- Crédito: Ángel Boligan
Para abordar el
bienestar digital a través de voces que resulten atractivas para los
adolescentes, Unicef y el gobierno de la provincia de Buenos Aires lanzaron el
concurso Rap Digital, apadrinado por Dozer, el actual campeón argentino de
freestyle de la competencia de gallos, en el que se invita a los adolescentes a
reflexionar sobre su rol en cuidar la huella digital.
Unicef también
publicó una guía de sensibilización sobre convivencia digital y otra llamada
Chic@s conectados, para entender sus hábitos de conexión. "A veces, pensar
un buen uso con los chicos no es fácil, porque los adultos tomamos el tema del
lado equivocado. Si vamos y les decimos no me gusta que estés todo el día con
el jueguito y hablando solo, mientras que estuvo en un juego de estrategia con
dos de sus grandes amigos, no nos toman en serio", completa Bortnik.
Para Ezequiel
Passeron, director de la ONG Faro Digital, existe un uso abusivo de las
pantallas digitales y es necesario tomar decisiones normativas para poder
regular el diseño de estas aplicaciones en pos de los derechos de las personas.
"Y consideramos que la reglamentación debe darse a nivel global o regional,
ya que limitarlo a nuestro país sería casi inútil por el alcance de estas
tecnologías", advierte.
Desde Faro
Digital trabajan en el uso responsable y reflexivo de las tecnologías
digitales, tanto en los talleres con jóvenes como en las capacitaciones con adultos
en general (familias y docentes). El objetivo es dar información y herramientas
para que las personas puedan ser conscientes en la utilización de las
plataformas digitales y romper la naturalización con la que se suelen usar
estos dispositivos. "Una de las metodologías que aplicamos en nuestros
talleres es la de codiseño, que nos permite poner en el centro a las personas y
escuchar sus percepciones y construcciones de sentido. Esto nos posibilitó
identificar ciertas complicaciones a la hora de hacer un uso equilibrado de lo
digital. Algo que no solo sucede entre los más chicos, sino también en los
adultos, quienes manifiestan estar cada vez más pendientes del celular",
explica Passeron. Cuando trabajan temas como bienestar digital o desconexión notan
que el público encuentra un espacio de reflexión genuino para un tema que por
lo general les cuesta conceptualizar, por la propia vorágine del día a día. Y
en esos momentos de compartir con otros lo que les sucede a diario respecto de
sus vínculos con lo digital, aparecen cuestiones de mucha preocupación y
alerta. Es decir, hay consciencia acerca de la problemática, pero no
estrategias para modificarla.
"Las
posibles soluciones ante esta problemática deben ser integrales y contemplar
distintas variables (no es algo que se resuelva con una ley o con una app),
pero lo que sí deben tener como horizonte es el cuidado y el respeto por los
derechos humanos de las personas, y no solamente el desarrollo económico de las
tecnologías digitales", dice el titular de Faro Digital, que señala como
fundamental la creación de instancias de educación crítica respecto de los
medios de comunicación digitales.
El
bienestar digital está hoy en boca de todos los actores del ecosistema de
internet y su construcción será el resultado de los esfuerzos de cada uno:
empresas que deben ser transparentes y diseñar sus productos de manera
responsable, gobiernos que deben velar por el desarrollo de este ecosistema y
proponer políticas que acompañen en la era digital, ONG que controlen y evangelicen
sobre una conexión sana y usuarios que hagan un uso más reflexivo, intencional
y responsable. En la suma de todos esos esfuerzos es posible que nazca una
tecnología más humana.