Uno de los filósofos más
influyentes del presente sostiene que la pandemia puso en jaque al liberalismo.
Interpreta que Europa mira con envidia el sistema de control asiático -basado en
la vigilancia digital- que pudo contener la expansión de la peste.
Byung-Chul Han. 07/04/2020. Clarín.com
Revista Ñ Ideas
La pandemia está poniendo en
peligro el liberalismo occidental. Estamos viendo que es difícil compatibilizar
el liberalismo con la pandemia. ¿Está Occidente ante una amenaza de un regreso
a la sociedad disciplinaria? En los aeropuertos, por el peligro del terrorismo
nos sometemos ya sin chistar a unas medidas de seguridad que parecen absurdas y
que no pocas veces resultan humillantes. Cada uno de nosotros es un potencial
terrorista. El virus representa otro tipo de terrorismo incomparablemente más
peligroso que viene del aire y que se ha propagado por el mundo entero. Es
invisible y omnipresente y mata a mucha más gente que el terrorismo. ¿Será
capaz el virus de transformar permanentemente la sociedad liberal occidental en
una sociedad disciplinaria, en la que todos sin excepción somos tratados como
potenciales portadores del virus?
Ya en el siglo XVII a raíz de
la epidemia de peste se adoptaron en Europa unas medidas disciplinarias que hoy
parecerían inconcebibles y que desde entonces han caído en un olvido absoluto.
Michel Foucault hace una impactante descripción de ellas en su análisis de la
sociedad disciplinaria. Las casas se cierran con llave desde fuera. Las llaves
tienen que entregarse a las autoridades. Las personas que rompen
clandestinamente la cuarentena son condenadas a muerte. Se mata a los animales
que corren sueltos. La vigilancia es total. Se exige una obediencia
incondicional. Se vigila cada casa. Durante los controles todos los habitantes
de la casa tienen que asomarse a las ventanas. A quienes viven en patios
traseros se les asigna una ventana que dé a la calle. Llaman a cada uno por su
nombre personal y le preguntan cómo se encuentra. Quien miente se expone a la
pena de muerte. Se establece un sistema de registro exhaustivo. El espacio se
anquilosa en una red de células impermeables. Cada uno está encadenado a su
sitio. Quien se mueve arriesga la vida. El poder penetra hasta en los detalles
más nimios de la existencia. Toda la sociedad se transforma en un panóptico y
es penetrada por completo por la mirada panóptica.
Como consecuencia de la
pandemia, Europa ha perdido todo su carisma. En estos momentos Europa mira a
Asia con asombro y envidia. Los países asiáticos han sabido controlar muy
rápidamente la epidemia. ¿Qué hacen los asiáticos mejor que los europeos? A
pesar del neoliberalismo, los estados asiáticos siguen siendo, a diferencia de
Occidente, una sociedad disciplinaria. En Asia impera un colectivismo con una
fuerte tendencia a la disciplina. Ahí se pueden imponer, sin mayor problema,
medidas disciplinarias radicales que en los países europeos toparían con un
fuerte rechazo. Más que como restricciones de los derechos individuales se
perciben como el cumplimiento de deberes colectivos. Las necesidades
individuales son relegadas a favor de los intereses colectivos. Países como
China y Singapur tienen un régimen autocrático. En Corea del Sur y Taiwán,
hasta hace pocas décadas, también lo había. Los regímenes autoritarios educan a
las personas para hacer de ellas obedientes sujetos disciplinarios. En Asia,
por encima de todo, se está implantando un régimen de vigilancia digital. Los
asiáticos se someten a él prácticamente sin protestar. Todas estas
peculiaridades han resultado ser ventajas que su sistema ofrece para contener
la pandemia. Por tanto, ¿se acabará imponiendo el modelo asiático a escala
global? Eso sería el final del liberalismo.
Con un rigor y una disciplina
que para los europeos serían inconcebibles, los asiáticos están venciendo al
virus. Sus rigurosas medidas evocan aquella sociedad disciplinaria que durante
la época de la epidemia de peste se instauró en Europa y que desde entonces ha
caído en un olvido absoluto. Según Naomi Klein, la conmoción es un momento
propicio que permite establecer un nuevo sistema de gobierno. Viktor Orbán mira
con envidia a los estados autocráticos en Asia. Ya no confía en Europa. A causa
de la pandemia se decreta por ley el estado de alarma por tiempo indefinido.
Por tanto, ¿hemos de temer que a raíz de la pandemia también Occidente acabe
regresando al estado policial y a la sociedad disciplinaria que ya habíamos
superado? Por culpa del virus ¿el liberalismo y el individualismo occidentales
serán ya pronto cosa del pasado?
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