Jeremy Rifkin es asesor de gobiernos y
corporaciones en todo el mundo.
29 de abril de 2020
El sociólogo estadounidense Jeremy
Rifkin , que se define como activista en favor de una transformación radical
del sistema basado en el petróleo y en otros combustibles fósiles, lleva
décadas reclamando un cambio de la sociedad industrial hacia modelos más
sostenibles.
Rifkin tiene 74 años y es asesor de
gobiernos y corporaciones de todo el mundo. Ha escrito más de veinte libros
dedicados a proponer fórmulas que garanticen nuestra pervivencia en el planeta,
en equilibrio con el medio ambiente y también con nuestra propia especie.
¿Cuál cree que será el impacto de la
pandemia de la COVID-19 en el camino hacia la tercera revolución industrial?
-No podemos decir que esto nos haya
cogido por sorpresa. Todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio
climático, del que han venido advirtiendo los investigadores y yo mismo desde
hace tiempo. Hemos tenido otras pandemias en los últimos años y se han lanzado
advertencias de que algo muy grave podría ocurrir. La actividad humana ha
generado estas pandemias porque hemos alterado el ciclo del agua y el
ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta. Los desastres naturales
-pandemias, incendios, huracanes, inundaciones.- van a continuar porque la
temperatura en la Tierra sigue subiendo y porque hemos arruinado el suelo. Hay
dos factores que no podemos dejar de considerar: el cambio climático provoca
movimientos de población humana y de otras especies; el segundo es que la vida
animal y la humana se acercan cada día más como consecuencia de la emergencia
climática y, por ello, sus virus viajan juntos.
Es esta una buena oportunidad para
extraer lecciones y actuar en consecuencia, ¿no cree?
-Ya nada volverá a ser normal. Esta es
una llamada de alarma en todo el planeta. Lo que toca ahora es construir las
infraestructuras que nos permitan vivir de una manera distinta. Debemos asumir
que estamos en una nueva era. Si no lo hacemos, habrá más pandemias y desastres
naturales. Estamos ante la amenaza de una extinción. Usted trabaja, estará
trabajando estos días, con gobiernos e instituciones de todo el mundo. No
parece que impere el consenso respecto al futuro inmediato. Lo primero que
debemos hacer es tener una relación distinta con el planeta. Cada comunidad
debe responsabilizarse de cómo establecer esa relación en su ámbito más
cercano. Y sí, tenemos que emprender la revolución hacia el Green New Deal
global, un modelo digital de cero emisiones; tenemos que desarrollar nuevas
actividades, crear nuevos empleos, para reducir el riesgo de nuevos desastres.
La globalización se ha terminado, debemos pensar en términos de glocalización.
Esta es la crisis de nuestra civilización, pero no podemos seguir pensando en
la globalización como hasta ahora, se necesitan soluciones glocales para
desarrollar las infraestructuras de energía, comunicaciones, transportes,
logísticas.
¿Cree que durante esta crisis, o
incluso cuando se rebaje la tensión, los gobiernos y las empresas tomarán
medidas en esa dirección?
-No. Corea del Sur está combatiendo la
pandemia con tecnología. Otros países lo están haciendo. Pero no estamos
cambiando nuestro modo de vida. Necesitamos una nueva visión, una visión
distinta del futuro, y los líderes en los principales países no tienen esa
visión. Son las nuevas generaciones las que pueden realmente actuar.
Usted plantea un cambio radical en la
forma de ser y de estar en el mundo. ¿Por dónde empezamos?
-Tenemos que empezar con la manera en
la que organizamos nuestra economía, nuestra sociedad, nuestros gobiernos; por
cambiar la forma de ser en este planeta. La nuestra es la civilización de los
combustibles fósiles. Se ha cimentado durante los últimos 200 años en la
explotación de la Tierra. El suelo se había mantenido intacto hasta que
empezamos a excavar los cimientos de la tierra para transformarlo en gas,
petróleo y carbón. Y pensábamos que la Tierra permanecería allí siempre,
intacta. Hemos creado una civilización entera basada en el uso de los fósiles.
Hemos utilizado tantos recursos que ahora estamos recurriendo al capital de la
tierra en vez de obtener beneficios de ella. Estamos usando una tierra y media
cuando solo tenemos una. Hemos perdido el 60% de la superficie del suelo del
planeta; ha desaparecido y se tardará miles de años en recuperarlo.
¿Qué les diría a quienes creen que es
mejor vivir el momento, el aquí y el ahora, y esperan que en el futuro vengan
otros para arreglarlo?
-Estamos realmente ante un cambio
climático, pero también a tiempo de cambiarlo. El cambio climático provocado
por el calentamiento global y las emisiones de CO2 altera el ciclo del agua de
la tierra. Somos el planeta del agua, nuestro ecosistema ha emergido y
evolucionado a lo largo de millones de años gracias al agua. El ciclo del agua
permite vivir y desarrollarse. Y aquí está el problema: por cada grado de
temperatura que aumenta como consecuencia de las emisiones de gases de efecto
invernadero, la atmósfera absorbe un 7% más de precipitaciones del suelo y este
calentamiento las fuerza a caer más rápido, más concentradas y provocando más
catástrofes naturales relacionadas con el agua. Por ejemplo, grandes nevadas en
invierno, inundaciones en primavera por todas las partes del mundo, sequías e
incendios en toda la temporada de verano y huracanes y tifones en otoño barriendo
nuestras costas. Las consecuencias se irán agravando con el tiempo. Nos
enfrentamos a la sexta extinción y la gente ni siquiera lo sabe. Dicen los
científicos que van a desaparecer la mitad de todos los hábitats y animales de
la tierra en ocho décadas. Ese es el marco en el que estamos, nos encontramos
cara a cara con una extinción en potencia de la naturaleza para la que no
estamos preparados.
¿Cuán grave es esa emergencia global?
¿Cuánto tiempo nos queda?
-No lo sé. He sido parte de este
movimiento en favor del cambio desde los años 70 y creo que se nos ha pasado el
tiempo que necesitábamos. Nunca volveremos dónde estábamos, a la buena
temperatura, a un clima adecuado. El cambio climático va a estar con nosotros
por miles y miles de años; la pregunta es: ¿podemos nosotros, como especie, ser
resilientes y adaptarnos a ambientes totalmente distintos y que nuestros
compañeros en la tierra puedan tener también la oportunidad de adaptarse? Si me
pregunta cuánto tiempo nos llevará cambiar a una economía no contaminante,
nuestros científicos en la cumbre europea del cambio climático en 2018 dijeron
que nos quedaban 12 años; ya es menos lo que nos queda para transformar
completamente la civilización y empezar este cambio. La Segunda Revolución
Industrial, que provocó el cambio climático, está muriendo. Y es gracias al
bajo coste de la energía solar, que es más rentable que el carbón, el petróleo,
el gas y la energía nuclear. Nos estamos moviendo hacia una Tercera Revolución
Industrial.
¿Es posible un cambio de tendencia
global sin EE.UU. de nuestro lado?
-La Unión Europea y China se han unido
para trabajar conjuntamente y Estados Unidos está avanzando porque los estados
desarrollan las infraestructuras necesarias para lograrlo. No olviden que somos
una república federal. El gobierno federal solo crea los códigos, las
regulaciones, los estándares, los incentivos; en Europa sucede lo mismo: sus
estados miembros han creado las infraestructuras. Lo que ocurre en Estados
Unidos es que prestamos mucha atención al señor Trump pero, de los 50 estados,
29 han desarrollado planes para el desarrollo de energías renovables y están
integrando la energía solar. El año pasado en la conferencia europea por la
emergencia climática, las ciudades estadounidenses declararon una emergencia
climática y ahora están lanzando su Green New Deal. Están sucediendo bastantes
cambios en Estados Unidos. Si tuviéramos una Casa Blanca diferente sería genial
pero, aún así, esta Tercera Revolución Industrial está emergiendo en la UE y en
China y ha comenzado en California, en el estado de Nueva York y en parte de
Texas.
¿Cuáles son los componentes básicos de
esos cambios tan relevantes en diferentes regiones del mundo?
-La nueva Revolución Industrial trae
consigo nuevos medios de comunicación, energía, medios de transporte y
logística. La revolución comunicativa es Internet, como lo fueron la imprenta y
el telégrafo en la Primera Revolución Industrial en el siglo XIX en Reino Unido
o el teléfono, la radio y la televisión en la segunda revolución en el siglo XX
en Estados Unidos. Hoy tenemos más de 4.000 millones de personas conectadasy
pronto tendremos a todos los seres humanos comunicados a través de Internet;
todo el mundo ahora está conectado. En un periodo como el que vivimos, las
tecnologías nos permiten integrar a un gran número de personas en un nuevo
marco de relaciones económicas. El internet del conocimiento se combina con el
internet de la energía y con el internet de la movilidad. Estos tres internet
crean la infraestructura de la Tercera Revolución Industrial. Estos tres
internet convergerán y se desarrollarán sobre una infraestructura de internet
de las cosas que reconfigurará la forma en que se gestiona toda la actividad en
el siglo XXI.
¿Qué papel van a jugar los nuevos
agentes económicos en la formación de ese nuevo modelo económico y social?
-Estamos creando una nueva era llamada
glocalización. La tecnología cero emisiones de esta tercera revolución será tan
barata que nos permitirá crear nuestras propias cooperativas y nuestros propios
negocios tanto física como virtualmente. Las grandes compañías desaparecerán.
Algunas de ellas continuarán pero tendrán que trabajar con pequeñas y medianas
empresas con las que estarán conectadas por todo el mundo. Estas grandes
empresas serán proveedoras de las redes y trabajarán juntas en lugar de
competir entre ellas. En la primera y en la segunda revolución, las
infraestructuras se hicieron para ser centralizadas, privadas. Sin embargo, la
tercera revolución tiene infraestructuras inteligentes para unir el mundo de
una manera glocal, distribuida, con redes abiertas.
¿De qué forma afecta la superpoblación
a la sostenibilidad del planeta en el modelo industrial?
-Somos 7.000 millones de personas y
llegaremos muy pronto a 9.000 millones. Esa progresión, sin embargo, se va a
terminar. Las razones para ello tienen que ver con el papel de las mujeres y su
relación con la energía. En la antigüedad las mujeres eran esclavas, eran las
proveedoras de energía, tenían que mantener el agua y el fuego. La llegada de
la electricidad está íntimamente relacionada con los movimientos sufragistas en
América; liberó a las mujeres jóvenes, que iban a la escuela y podían continuar
su formación hasta la universidad. Cuando las mujeres se volvieron más
autónomas, libres, más independientes, hubo menos nacimientos.
No parece usted optimista y, sin
embargo, sus libros son una guía para un futuro sostenible. ¿Tenemos o no un
futuro mejor a la vista?
-Todas mis esperanzas están
depositadas en la generación millenial. Los millenials han salido de sus clases
para expresar su inquietud. Millones y millones de ellos reclaman la
declaración de una emergencia climática y piden un Green New Deal. Lo
interesante es que esta no es como ninguna otra protesta en la historia, y ha
habido muchas, pero esta es diferente: mueve esperanza, es la primera revuelta
planetaria del ser humano en toda la historia en la que dos generaciones se han
visto como especies, especies en peligro. Proponen eliminar todos los límites y
fronteras, los prejuicios, todo aquello que nos separa; empiezan a verse como
una especie en peligro e intentan preservar a las demás criaturas del planeta.
Esta es probablemente la transformación más trascendente de la conciencia
humana en la historia.
* Juan M. Zafra es profesor asociado
en el Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual, Universidad Carlos
III, Madrid, España.