La Tierra se está
transformando aceleradamente por la actividad humana y ya hay científicos que
sostienen que entramos en un nuevo estadio con altas chances de ser el final. La
Tierra se está transformando aceleradamente por la actividad humana y ya hay
científicos que sostienen que entramos en un nuevo estadio con altas chances de
ser el final
Manuel Torino. 2 de noviembre
de 2019
Una bolsa de plástico puede
tardar más de 500 años en degradarse. Una pila tirada a la basura tiene
componentes que seguirán siendo nocivos 1000 años después. Una botella de
vidrio necesita 4000 años para desaparecer. Y el polvo radiactivo de las
explosiones nucleares podrá ser detectado dentro de 100.000 años.
Indelebles, las marcas de la
actividad humana sobre la Tierra parecen estar adquiriendo relevancia
geológica. Así como hoy podemos estudiar a los dinosaurios por sus huesos, en
un futuro posapocalíptico se podría conocer más sobre el malogrado Homo sapiens
por lo que algunos científicos llaman "tecnofósiles". Desde un
tarjeta de crédito hasta un cepillo de dientes podrán ser parte del registro
geológico de nuestra época.
No es el único aporte de la
geología al debate medioambiental. El impacto de la humanidad sobre el planeta
se aceleró tanto en estas últimas décadas que muchos especialistas sostienen
que estamos entrando en un nuevo -¿y final?- estadio: el Antropoceno. Es decir,
la época de los humanos.
"Ciertamente, el ser
humano está dejando marcas geológicas, considerando el efecto de actividades
como la agricultura a gran escala, la minería o la acumulación de determinadas
sustancias que producimos solo nosotros, como los plásticos. Son tremendas
modificaciones del ambiente", opina el prestigioso conservacionista
Claudio Campagna, Ph.D. en Biología por la Universidad de California y miembro
de la Wildlife Conservation Society. Y agrega: "Hablamos de una nueva
época geológica porque no estamos dejando prácticamente elemento de la
naturaleza sin modificar".
Un repaso
¿Cómo era esto de las eras
geológicas? Va un repaso de geografía: los 4600 millones de años del planeta
pueden analizarse a través de las capas concéntricas que forman la geosfera.
Para simplificar la inmensa cantidad de información, los científicos definieron
los períodos en eras, períodos y épocas geológicas.
Durante la mayor parte de este
tiempo de la historia de la Tierra, el clima no ha sido precisamente acogedor
para los seres humanos. Entre grandes glaciaciones y lluvias de meteoritos,
hace apenas unos 10.000 años que disfrutamos de condiciones climáticas
estables. Estos milenios de bonanza se llaman Holoceno. De ser creyentes, los
científicos describirían esta época como un milagro geológico, un equilibrio
que supone una combinación perfecta de dióxido de carbono en la atmósfera, de
acidez justa en los océanos, de hielo en los polos y de bosques en el Ecuador,
condiciones necesarias para el desarrollo de la vida humana.
Todos los logros de la
humanidad, sus evoluciones y sus revoluciones -agrícola, industrial, tecnológica-,
se dieron durante el Holoceno. Pero su mayor marca podría ser justamente forzar
un cambio de época. Según los científicos, la actividad humana un siglo atrás
era insignificante en términos ambientales. Hoy, en cambio, nos hemos
convertido en una poderosa fuerza geológica a escala planetaria. A punto tal
que muchos de los indicadores ambientales que definen los límites del Holoceno
están siendo superados. ¿Llegó la hora de dar por terminada la confortable
época actual y buscarle un nombre que refleje el impacto humano?
"Para algunos, siempre
han existido grandes cambios y extinciones en escalas temporales amplias. Para
otros, el hecho de que científicos de todas las disciplinas, así como la
sociedad en sentido amplio, estén pensando el mundo desde el Antropoceno hace
que los geólogos deban repensar su disciplina para poder responder a las
necesidades y preocupaciones sociales y ecológicas actuales", sostiene
Mara Dicenta, antropóloga ambiental e investigadora que realiza su trabajo de
campo en Tierra del Fuego.
La discusión sobre el
Antropoceno lleva sus años -el concepto fue acuñado por el premio Nobel de
Química holandés Paul Crutzen en el año 2000-, pero se reeditó gracias al
inquietante documental Anthropocene: The Human Epoch, que por estos días sacude
conciencias en los cines de los Estados Unidos.
La sola posibilidad de poder
estar entrando en una inexplorada época geológica pone en perspectiva la
dimensión de la crisis ambiental. Mientras por aquí las elecciones, y en otros
países las manifestaciones callejeras, sugieren un nuevo orden, un antes y
después, el verdadero cambio, quizás el más trascendente de la historia de la
humanidad, está teniendo lugar frente a nuestras narices. "La dicotomía
entre desarrollo y sustentabilidad es falsa. Sin planeta no hay economía que
valga", suele contestar Al Gore, el exvicepresidente estadounidense
reconvertido en activista ambiental, cuando le consultan cómo es posible
priorizar la agenda medioambiental frente a otros problemas urgentes, como la pobreza,
la inflación o las guerras. Ya sea en el Holoceno, en el Antropoceno o en la
época geológica que nos depare el futuro, lo importante es entender que no hay
planeta B.
El autor es periodista
especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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