Los proyectos del belga Vincent Callebaut:
edificios voladores, ciudades que navegan y torres con granjas ecológicas.
Vincent Callebaut no cree que los edificios del
futuro tengan que ser cosas quietas como hasta ahora. Es por eso que, en menos
de 15 años de profesión, ya proyectó edificios que vuelan y ciudades que
navegan, y también enormes torres ocupadas con granjas para alimentar y oxigenar
las mega ciudades chinas.
Al joven arquitecto belga le gusta mezclar la naturaleza con la construcción,
es que está convencido de que de esa forma puede salvar al planeta. Como muchas
otras personas, Vincent cree que el crecimiento demográfico, la pérdida de la
biodiversidad y el desarrollo industrial descontrolado nos llevará a una crisis
ecológica global. Asegura que calamidades como el huracán Katrina, los
tsunamis, el calentamiento global y la contaminación son solo una muestra de
todo lo malo por venir.
Desde hace años, Callebaut viene tirando propuestas de eco-arquitectura para
enfrentar el cambio climático y la explosión urbana. Ese es el caso de Lilypad,
una ciudad flotante con tres montañosas cubiertas de verde incluidas y un base
sumergida en forma de tazón de vidrio, diseñada para aprovechar las vistas
submarinas. Como le gusta a Vincent, su ciudad flotante usaría distintos tipos
de energías renovables y aprovecharía todo lo natural, como el sol y el agua de
lluvia. Hasta su piel de dióxido de titanio podría absorber el dióxido de
carbono de la atmósfera. Bueno, no preguntemos cómo, los datos técnicos te los
debo, pero la voluntad está.
Lilypad fue la respuesta de Vincent al posible aumento del nivel de los mares,
algo que el calentamiento global sigue prometiendo. Del mismo modo, el belga
creó Hydrogenase, unas torres con forma de cohetes llenas de granjas de algas
que servirían para reciclar el dióxido de carbono de la atmósfera y, lo más
llamativo se podrían elevar en el aire gracias al uso de hidrógeno ¿Difícil de
creer, no? Motorizado por su eterna voluntad vanguardista, por su cuenta,
Callebaut ya desarrolló más de 50 proyectos verdes que nadie le pidió. Así y
todo, ganó decenas de premios y apareció en cientos de revistas.
Hace dos años, preocupado por el rápido crecimiento
de las ciudades chinas, Vincent proyectó un conjunto de enormes torres granja
para la ciudad de Shenzen, el corazón industrial de China. Su idea, un complejo
de seis edificios con vegetación y fauna en cada nivel, permitiría la
producción agropecuaria para consumo humano. Según Vincent, las torres podrían
funcionar con energía solar y eólica, y cada edificio reciclaría su propia
basura, así como se aprovisionaría de agua y agregaría oxígeno a la
contaminadísima ciudad china. Lo que se dice, el sueño de los ecologistas. Ojo,
el belga no es pura lírica, acaba de terminar el proyecto de un centro
comercial para la ciudad de Ruichang, a orillas del río Yangtze. Pero,
tratándose de Callebaut, el Wooden Orchids no podía ser menos que un shopping
eco-responsable que además atiende lo que Vincent considera “el principal
problema socio-económico de China”: la migración de la población rural a las
súper ciudades.
La preocupación de Vincent por el futuro urbano
chino se funda en dos razones: es uno de los lugares en los que las ciudades
crecen más rápido, lo que da lugar al hacinamiento, la contaminación y la
marginación. Por otro lado, parece el único lugar en el que le podrían dar bola
alguna vez.
Hace treinta años, sólo uno de cada cinco chinos
vivían en ciudades. En 2011, los habitantes urbanos superaron a los del campo.
Eso, a nosotros no nos asusta porque, en Argentina, el 80% de la gente vive en
ciudades. Pero los chinos urbanos ya llegan a 1.300 millones y se espera que superen
los 2 mil palos en 2020. Así, 221 ciudades tendrán e al menos un millón de
personas y 23 megaciudades superarán los cinco millones de chinos. Lo que se
dice, un montonazo.
Shenzen, por caso, la ciudad en la que Vincent
quiere sembrar sus torres granja, hace 30 años casi no existía y ahora tiene 10
millones de habitantes. Es más, crece a 15 millones cada año antes de navidad,
cuando las fábricas chinas trabajan a mil preparando los regalitos que nosotros
terminamos comprando en el shopping.
Ahí es donde aparece Callebaut anunciando que el
funcionamiento de las megalópolis en base consumo de energía y generación de
residuos está en crisis y muestra la carpeta de sus proyectos bajo el brazo.
Por más extravagantes y exóticos que parezcan sus proyectos, nadie se atreve a
decir que Vincent es un loquillo. Como están las cosas, siempre es bueno tener
un plan B.
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