Cuando a comienzos de este mes la
sonda espacial china Chang'e 4 se estacionó en el lado oculto de la luna
-llegando donde ni estadounidenses ni rusos, ni japoneses, ni europeos habían
llegado antes- lo hizo no solo empujada por su combustible y por el ingenio de
miles de ingenieros y científicos que milimétricamente planificaron la misión.
Lo hizo en especial impulsada por la imaginación de una nueva generación de
escritores de ciencia ficción chinos que desde sus libros la habían dirigido,
le habían abierto el camino. Y que ahora están conquistando el mundo.
La nueva ola
Literatura de frontera
El favorito de Obama y Zuckerberg
El abanderado de este
sorprendente fenómeno editorial que traspasó ya las fronteras del gigante
asiático, su patriarca, es un hombre: un ingeniero de sistemas de 55 años que
trabajó toda su vida en una central eléctrica. De día era un empleado más. De
noche, escribía, creaba mundos, universos. Hoy Liu Cixin -o Cixin Liu, según la
convención china y japonesa según la cual el apellido precede al nombre de
pila- es una celebridad literaria.
Con su trilogía El problema de
los tres cuerpos, desplazó el centro de gravedad de la ciencia ficción de Oeste
a Este. Lo hizo ayudado por su imaginación opulenta cuando en 2006 soñó con el
primer contacto con una civilización extraterrestre. Así comienza esta odisea:
cuando, durante la Revolución Cultural de Mao en la década del sesenta, una
joven astrofísica envía un mensaje a un sistema estelar cercano. La avanzada
civilización que lo recibe -los trisolarianos, al borde de la extinción- se
embarca en una misión de siglos para invadir la Tierra, con la ayuda de varios
terrícolas decepcionados con la especie humana.
"En innumerables ocasiones
imaginé un tipo de literatura capaz de revelarme la inmensidad y profundidad
del universo -señala Cixin-, que me permitiese experimentar los escalofríos
provocados por las innumerables posibilidades de mundos más allá del
nuestro".
Por su perspectiva y escala
cósmica -la tercera entrega de la saga de Cixin, El fin de la muerte, concluye
con la muerte térmica del universo- es comparable a la saga de la Fundación de
Isaac Asimov y a Last and First Men de Olaf Stapledon. Los primeros lectores de
esta epopeya galáctica fueron estudiantes universitarios. Luego caló hondo
entre científicos por su precisión en los detalles a la hora de describir
fenómenos que impliquen a las leyes de la física.
Después fue el mundo literario
mainstream el que sintió curiosidad, cuando en 2014 el gran escritor Ken Liu la
tradujo al inglés. Un año después Cixin ganó el Premio Hugo, el Oscar de la
ciencia ficción.
Habitualmente comparado con
Arthur C. Clarke y conocido como el "Tolstoi chino", sus opiniones
son veneradas. Influyen entre sus legiones de fanáticos y en especial dentro la
comunidad científica. De hecho, Liu Cixin es consultor de la Agencia Espacial
China. Sus obras impulsaron la construcción del gran radiotelescopio FAST,
ubicado en el suroeste del país. Si una civilización alienígena envía una
señal, esta gran oreja será la primera en escuchar el mensaje.
La nueva ola
La ciencia ficción en China no es
una tendencia nueva. Ha recorrido un largo camino para convertirse actualmente
en el género literario más popular de un país heterogéneo y complejo de más de
mil millones de personas, con una cultura que se remonta a miles de años; una
nación que saltó directamente del pasado al futuro.
Las primeras historias de este
tipo se publicaron a comienzos del siglo XX, cuando la última dinastía feudal
estaba al borde del colapso. Por entonces, los intelectuales apoyaron a la
ciencia y la tecnología y el ingreso de ideas extranjeras como única esperanza
para salvar a la nación de la pobreza y el atraso generalizado. Obras como
Cuentos de la colonia lunar (1904) de Huang Jiang Diao Suo imaginan un futuro
en el que China es fuerte, próspera y avanzada, una nación respetada.
El optimismo permeó la fundación
de la República Popular en 1949. El futuro de la tecnología siempre era
deslumbrante. Hasta que emergió en la década del noventa una nueva generación
de escritores y, como en otras partes del mundo, aquella fe ciega en el
progreso se derrumbó. En su lugar, con esta nueva ola de escritores que se
consolidaron a principios del siglo XXI, advinieron historias de advertencia,
de ansiedad ante un futuro oscuro e incierto.
La literatura nunca florece en un
vacío. Se la debe leer siempre en relación al contexto social en el que se
produce: la ciencia ficción china, así, es una continuidad de las
transformaciones sociales, culturales, tecnológicas de un país con constantes
violaciones a los derechos humanos, una de las economías más robustas del mundo
en un contexto cambiante de globalización y volantazos tecnológicos acelerados.
China ha aprendido que las
conquistas científicas espectaculares confieren prestigio a las naciones. En su
caso, son parte fundamental para volver realidad lo que llaman el "sueño chino":
restituir al país como el centro del mundo, lugar que ocupó por milenios. De
ahí su ambicioso programa espacial, que ya puso once individuos y una estación
espacial en órbita, llegó a la luna dos veces y planea construir una base lunar
permanente y posibles misiones a Marte.
En ese marco de convulsión de las
ideas y esperanzas, la ciencia ficción germina. Y alienta.
Literatura de frontera
Los nombres de autores como Bao
Shu, Hao Jingfang, Chen Qiufan, Xia Jia y Tang Fei, además de Cixin, quizás resulten
extraños como seguramente sucedió en gran parte del mundo cuando empezaron a
circular los nombres de los protagonistas del llamado "boom
latinoamericano" en la deécada del sesenta.
Pero están ahí. Y tras años de
invisibilidad lingüística, ahora sus obras son traducidas. La ciencia ficción
china atraviesa actualmente una Edad de Oro, similar a la de los Estados Unidos
en la primera mitad del siglo XX. Y demuestra que las representaciones del
futuro -hasta ahora predominante blanco, masculino- no son exclusivas de
Occidente. "La ciencia ficción es ahora un fenómeno global -indica el
investigador Mingwei Song en The Reincarnated Giant: An Anthology of
Twenty-First-Century Chinese Science Fiction-. Este ha sido uno de los
desarrollos más notables del género porque trasciende esta dominación
occidental y particularmente angloamericana del género".
El problema es que los autores
chinos contemporáneos del género forman una comunidad llena de diferencias
internas -diversidad de enfoques, temáticas y estilos- , por lo que resulta
difícil destacar este movimiento por un solo rasgo. En Una canción para la
vida, Wang Jinkang cuenta la historia de un científico que cría un robot como
su propio hijo; en 2066 de Han Song, China es la única superpotencia y Estados Unidos
está cayendo en rápido declive; Chan Koonchung imagina en Los años de grasa la
misteriosa desaparición de un mes completo de todos los registros oficiales; en
Doblando Beijing, Hao Jinfang describe una sociedad distópica donde las
personas están estrictamente separadas en tres clases diferentes.
"En mi opinión, su
característica más destacada es la frecuente exploración de los temas de
liberación de antiguos sistemas culturales, políticos e institucionales",
dice Wu Yan, director del Centro de Investigación Creativa de Ciencia Ficción
de la Universidad de Pekín.
Si bien la ciencia ficción es un
género universal, uno de los aspectos que más llama la atención a los lectores
no chinos son las diferencias culturales que atraviesan estas historias.
"En países extranjeros, detrás de la ciencia ficción siempre está la
impronta de la cultura religiosa -afirma Liu Cixin-. En Occidente, si se
clonasen personas sería una acción antirreligiosa, porque la creación está
reservada a Dios. En China, en cambio, se consideraría un progreso científico.
Otro asunto fundamental es el del Apocalipsis, un tema muy recurrente en
Occidente, cuando ese concepto prácticamente no existe en Oriente. El futuro
imaginado de la humanidad a menudo se parece mucho al pasado de Estados Unidos:
la guerra por la independencia, el salvaje oeste, el movimiento de los derechos
civiles".
Quizás una de las razones de
tanta experimentación es que los autores no han sido censurados por el gobierno
chino pese a que usan la imaginación para explorar realidades invisibles. O
sea, futuros alternativos como formas enmascaradas de protesta. "La
ciencia ficción es una literatura nacida en la frontera -dice la escritora Xia
Jia-: entre lo conocido y lo desconocido, la magia y la ciencia, el sueño y la
realidad, el yo y el otro, el presente y el futuro, Oriente y Occidente. Se
renueva a medida que la frontera se mueve y migra".
El favorito de Obama y Zuckerberg
En ocasiones, ciertos libros
atraen la atención mundial no por sus características inherentes, sino por el
peso de sus lectores. Sucede cuando Bill Gates comparte su lista de lecturas
del año ( Sapiens, de Yuval Noah Harari, es un ejemplo). En 2017, Barack Obama
y Mark Zuckerberg se confesaron fanáticos de Liu Cixin. Y su nombre ganó más
impulso del que ya tenía.
Lo que destaca a Cixin, además de
su mezcla balanceada de cosmopolitismo y nacionalismo y tocar temas globales
como la supervivencia de la especie humana, es su mensaje de precaución. Cixin
-quien en noviembre de 2018 ganó el Premio Arthur C. Clarke- se ha vuelto un
verdadero filósofo del primer contacto: en el segundo volumen de la trilogía,
uno de los personajes afirma que ninguna civilización debería anunciar su
presencia al cosmos.
"No quiero ser un profeta
-asegura-. Pero debemos ser conservadores. La historia muestra que cuando dos
civilizaciones se encuentran la más débil tiene todas las de perder, como
sucedió cuando España conquistó América". Esta sombría perspectiva cósmica
es conocida como la "teoría del bosque oscuro", pues concibe a cada
civilización en el universo como un cazador que se esconde sigiloso en un
bosque, escuchando los crujidos de un rival, de una posible presa.
Ha habido varios intentos de
llevar E l problema de los tres cuerpos al cine, pero han fallado. Según el
diario Financial Times, Jeff Bezos tendría intenciones de producir una serie
basada en esta odisea para ocupar el vacío dejado por Game of Thrones. Las
historias de Cixin -5 novelas y 17 colecciones de cuentos- son ambiciosas,
descomunales. En 2019 se estrenará en el cine una adaptación de La Tierra
Errante. En el libro, científicos descubren que el sol está a punto de
expandirse más allá de la órbita de Marte. Así pergeñan un plan faraónico para
mover al planeta del Sistema Solar a una nueva estrella, Proxima Centauri.
Sobre todo, Cixin es un enamorado
de las ciencias: "Creo que las historias más destacadas y bonitas que ha
creado el ser humano no han sido contadas por los poetas o los novelistas, sino
por la ciencia-dice- Estas historias se encuentran encriptadas por ecuaciones
que la mayoría de la gente no entiende.Por medio de la ciencia ficción intento
crear mi propio mundo para dar a conocer la poesía de la naturaleza".
Por: Federico Kukso
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