martes, 29 de enero de 2019

MUSEO DEL FUTURO. INNOVACIONES DE HOY Y CIENCIA FICCIÓN DE AYER

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13 de enero de 2019  
Además de tener un nombre y un perfil ideales para un personaje de novela o película de ciencia ficción, el físico Michio Kaku, especializado en teoría de cuerdas, es una celebridad en el campo del futurismo, con varios best sellers en su haber. Una de las preguntas que más le hacen en los auditorios, contó días atrás en una entrevista, es si prefiere La Guerra de las Galaxias o Viaje a las estrellas. Kaku contestó que si era por los efectos especiales y por el cuidado estético, se quedaba con la primera opción, con Star Wars. Pero si en la balanza pesa más el "poder predictivo" y anticipatorio, en particular por todas las discusiones éticas y filosóficas sobre la relación entre los humanos y las máquinas, sin duda se inclinaba por la historia del señor Spock es decir, con Star Trek.
La pregunta de cuán eficiente es el género de ciencia ficción (en libros, films, series, historietas, etcétera) para predecir correctamente el futuro viene de hace décadas. J. C. Ballard sostuvo en 1971 que "lo que los escritores modernos de ciencia ficción escriben hoy, ustedes y yo lo veremos mañana". La novedad más reciente es que varias empresas (Nike, Ford, Intel, Hersheys, entre otras) apelan a metodologías clásicas de los autores de ficción para predecir contextos con el objetivo de apuntar a productos y servicios que sigan siendo relevantes en el futuro.

Los ejemplos de esta ruta de ida y venida son miles. Uno icónico fue iniciado en 1956 por el novelista Philip K. Dick, cuando publicó una historia corta que narra las tribulaciones de un jefe de policía en un futuro en el que manda la computación predictiva, los humanos conectados a computadoras y las comunicaciones a través de pantallas. Para adaptar estas ideas a una película de US$100 millones casi 50 años más tarde, Steven Spielberg envió a su jefe de producción al MIT, donde un científico fanático a su vez del trabajo de Dick, John Underkoffer, experimentaba con una tecnología nueva que permitía manipular datos con las manos en una superficie trasparente. La tecnología apareció en 2002 en Sentencia Previa ( Minority Report) y motivó centenares de patentes e inspiró productos como la versión original del iPhone.
El ejemplo de retroalimentación de Sentencia Previa se repite en predicciones más clásicas. En 1865 Julio Verne escribió sobre el viaje a la Luna; en 1888 Edwards Bellamy describió un mundo utópico con tarjetas de crédito en lugar de dinero físico; Ray Bradbury se imaginó los auriculares en 1953 (en su novela Fahrenheit 451); Aldous Huxley se refirió a antidrepresivos en 1931; Arthur Clarke mostró las tabletas con diarios en formato digital en 1968, entre muchos otros ejemplos.
Minority Report
Para el físico y experto en ciencia de datos argentino Daniel Collico "hay una capacidadsupercool que tiene la ciencia ficción anterior a la predicción y es la de detectar el inconsciente de la sociedad a la que pertenecen los autores. Mary Shelley escribió suFrankenstein en medio de la sociedad victoriana de la Inglaterra de 1818. El monstruo que enfrentaba esta sociedad era mucho más sutil: los cambios de la Revolución Industrial. Shelley inauguró esta tendencia de un grupo de escritores que puede bucear en el inconsciente colectivo y que extrajo tendencias más allá del cacharro científico. Ray Bradbury percibió la alienación, la pérdida del individualismo, la gente conectada a objetos o redes. Y Asimov previó computadoras que resolvían todo (Univac) pero, sobre todo, vinculó a su personaje de Hari Seldon con la psicohistoria, que no es ni más ni menos que una mezcla de big dataanalytics y ciencia de datos".
Según Collico, en la saga titulada Fundación e Imperio (que será una serie en poco tiempo), Seldon les dejaba instrucciones a sus seguidores a través de los siglos, para poder enfrentar las crisis que se sucederían. "En la novela están todos los elementos deldata science: la necesidad de mucha y buena data para tener buenos resultados, las predicciones posibles gracias a modelos y supercomputadoras; se usan porcentajes para dar cuenta de las predicciones, se admite que las predicciones sobre los individuos son difusas -el foco es acertar sobre la sociedad- y, finalmente, se reconoce que la predicción a lejanos futuros se empobrece, del mismo modo en que una piedra lanzada produce ondas en un estanque, que se van atenuando con el tiempo".
Pero no todo es tan sencillo. El problema con postular una enumeración de ideas que aparecieron antes (décadas y hasta siglos antes) en la imaginación de escritores con su potencial predictivo es lo que el escritor Nassin Taleb llama falacia narrativa: "unir puntos hacia atrás" es mucho más sencillo que hacerlo hacia adelante, y da la falsa impresión de que el mundo y su realidad son más predecibles (y conspirativos) de lo que en realidad son. Un ejemplo típico de este fenómeno son las notas y los documentales que seleccionan algunas advertencias y señales previas a los atentados a las Torres Gemelas de 2001 y que dan la falsa idea de que el atentado fue de alguna forma anticipable, o que tal vez formó parte de una conspiración con muchos involucrados.
Las señales existieron, pero eran más bien vagas o pistas entre millones, imposibles de procesar para las fuerzas de seguridad. Taleb lo llama "falacia narrativa": la realidad es tan compleja y abrumadora que comprimirla en una historia lineal nos tranquiliza y baja la ansiedad.
A nivel epistemológico este problema también se conoce como el de los "monos infinitos": si se ponen en un ambiente de infinitas dimensiones una infinita cantidad de monos, cada uno con una máquina de escribir, durante infinito tiempo, eventualmente alguno escribirá Hamlet. Los novelistas de ciencia ficción acumulan centenares de aciertos, pero una cantidad todavía mayor de "pifiadas": Isaac Asimov anticipó una increíble cantidad de invenciones futuras, pero imaginaba que para esta época habría colonias muy pobladas en la Luna. En términos económicos, la "función" que los novelistas maximizan no es la de ser precisos con sus escenarios futuros, sino la de contar historias atrapantes para sus audiencias.

Los cuatro futuros
Esta función es justamente la que se modifica en una naciente industria de "prototipeo con ciencia ficción": hay consultoras de innovación que aprovechan la metodología y la profundidad del género, con autores acostumbrados a pensar en detalle mundos con sus sistemas de gobierno, economías, culturas, provisión de energía, etcétera. Cada mundo lleva centenares o miles de horas de investigación, en las que se intenta extrapolar tendencias sociales y de tecnología para imaginar futuros posibles a corto y mediano plazo, que sean útiles para los negocios.
Experimental Design, el emprendimiento de Alex McDowell, construye estos mundos cercanos, posibles, en profundidad, para empresas que pagan de US$100.000 para arriba. Tiene en su lista a 200 escritores de ciencia ficción a los que se les piden historias cortas y luego se filtran las más "probables" (no las más interesantes). Su empresa ya trabajó para Ford, Nike, Boeing y para la Sociedad Americana de Ingenieros, entre otros clientes. Las historias buscan extrapolar "arcos de tendencia" hacia un futuro cercano que puede no ser agradable para el cliente, sino que muchas veces se lo alerta sobre riesgos que se pueden prevenir. SciFuture es otra consultora que trabaja en la misma línea.

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