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link: Museo del futuro: la innovación de hoy en la ciencia ficción de ayer -
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13 de
enero de 2019
Además de tener un nombre y un perfil ideales para un
personaje de novela o película de ciencia ficción, el físico Michio Kaku,
especializado en teoría de cuerdas, es una celebridad en el campo del
futurismo, con varios best sellers en su haber. Una de las preguntas que
más le hacen en los auditorios, contó días atrás en una entrevista, es si
prefiere La Guerra de las Galaxias o Viaje a las estrellas. Kaku contestó que si
era por los efectos especiales y por el cuidado estético, se quedaba con la
primera opción, con Star Wars. Pero
si en la balanza pesa más el "poder predictivo" y anticipatorio, en
particular por todas las discusiones éticas y filosóficas sobre la relación
entre los humanos y las máquinas, sin duda se inclinaba por la historia del
señor Spock es decir, con Star Trek.
La pregunta de cuán eficiente es el género de ciencia
ficción (en libros, films, series, historietas, etcétera) para predecir
correctamente el futuro viene de hace décadas. J. C. Ballard sostuvo en 1971
que "lo que los escritores modernos de ciencia ficción escriben hoy,
ustedes y yo lo veremos mañana". La novedad más reciente es que varias
empresas (Nike, Ford, Intel, Hersheys, entre otras) apelan a metodologías
clásicas de los autores de ficción para predecir contextos con el objetivo de
apuntar a productos y servicios que sigan siendo relevantes en el futuro.
Los ejemplos de esta ruta de ida y venida son miles. Uno icónico fue iniciado
en 1956 por el novelista Philip K. Dick, cuando publicó una historia corta que
narra las tribulaciones de un jefe de policía en un futuro en el que manda la
computación predictiva, los humanos conectados a computadoras y las
comunicaciones a través de pantallas. Para adaptar estas ideas a una película
de US$100 millones casi 50 años más tarde, Steven Spielberg envió a su jefe de
producción al MIT, donde un científico fanático a su vez del trabajo de Dick,
John Underkoffer, experimentaba con una tecnología nueva que permitía manipular
datos con las manos en una superficie trasparente. La tecnología apareció en
2002 en Sentencia Previa ( Minority Report) y motivó centenares de
patentes e inspiró productos como la versión original del iPhone.
El ejemplo de retroalimentación de Sentencia Previa se repite en
predicciones más clásicas. En 1865 Julio Verne escribió sobre el viaje a la
Luna; en 1888 Edwards Bellamy describió un mundo utópico con tarjetas de
crédito en lugar de dinero físico; Ray Bradbury se imaginó los auriculares en
1953 (en su novela Fahrenheit 451);
Aldous Huxley se refirió a antidrepresivos en 1931; Arthur Clarke mostró las
tabletas con diarios en formato digital en 1968, entre muchos otros ejemplos.
Minority Report
Para el físico y experto en ciencia de datos argentino
Daniel Collico "hay una capacidadsupercool
que tiene la ciencia ficción anterior a la predicción y es la de detectar el
inconsciente de la sociedad a la que pertenecen los autores. Mary Shelley
escribió suFrankenstein en medio de
la sociedad victoriana de la Inglaterra de 1818. El monstruo que enfrentaba
esta sociedad era mucho más sutil: los cambios de la Revolución Industrial.
Shelley inauguró esta tendencia de un grupo de escritores que puede bucear en
el inconsciente colectivo y que extrajo tendencias más allá del cacharro
científico. Ray Bradbury percibió la alienación, la pérdida del individualismo,
la gente conectada a objetos o redes. Y Asimov previó computadoras que
resolvían todo (Univac) pero, sobre todo, vinculó a su personaje de Hari Seldon
con la psicohistoria, que no es ni más ni menos que una mezcla de big data, analytics y
ciencia de datos".
Según Collico, en la saga titulada Fundación e Imperio (que será una serie
en poco tiempo), Seldon les dejaba instrucciones a sus seguidores a través de
los siglos, para poder enfrentar las crisis que se sucederían. "En la
novela están todos los elementos deldata
science: la necesidad de mucha y buena data para tener buenos resultados,
las predicciones posibles gracias a modelos y supercomputadoras; se usan
porcentajes para dar cuenta de las predicciones, se admite que las predicciones
sobre los individuos son difusas -el foco es acertar sobre la sociedad- y,
finalmente, se reconoce que la predicción a lejanos futuros se empobrece, del
mismo modo en que una piedra lanzada produce ondas en un estanque, que se van
atenuando con el tiempo".
Pero no todo es tan sencillo. El problema con postular
una enumeración de ideas que aparecieron antes (décadas y hasta siglos antes)
en la imaginación de escritores con su potencial predictivo es lo que el
escritor Nassin Taleb llama falacia narrativa: "unir puntos hacia
atrás" es mucho más sencillo que hacerlo hacia adelante, y da la falsa
impresión de que el mundo y su realidad son más predecibles (y conspirativos)
de lo que en realidad son. Un ejemplo típico de este fenómeno son las notas y
los documentales que seleccionan algunas advertencias y señales previas a los atentados
a las Torres Gemelas de 2001 y que dan la falsa idea de que el atentado fue de
alguna forma anticipable, o que tal vez formó parte de una conspiración con
muchos involucrados.
Las señales existieron, pero eran más bien vagas o
pistas entre millones, imposibles de procesar para las fuerzas de seguridad.
Taleb lo llama "falacia narrativa": la realidad es tan compleja y
abrumadora que comprimirla en una historia lineal nos tranquiliza y baja la
ansiedad.
A nivel epistemológico este problema también se conoce
como el de los "monos infinitos": si se ponen en un ambiente de
infinitas dimensiones una infinita cantidad de monos, cada uno con una máquina
de escribir, durante infinito tiempo, eventualmente alguno escribirá Hamlet. Los novelistas de ciencia ficción
acumulan centenares de aciertos, pero una cantidad todavía mayor de
"pifiadas": Isaac Asimov anticipó una increíble cantidad de
invenciones futuras, pero imaginaba que para esta época habría colonias muy
pobladas en la Luna. En términos económicos, la "función" que los
novelistas maximizan no es la de ser precisos con sus escenarios futuros, sino
la de contar historias atrapantes para sus audiencias.
Los
cuatro futuros
Esta función es justamente la que se modifica en una
naciente industria de "prototipeo con ciencia ficción": hay
consultoras de innovación que aprovechan la metodología y la profundidad del
género, con autores acostumbrados a pensar en detalle mundos con sus sistemas
de gobierno, economías, culturas, provisión de energía, etcétera. Cada mundo
lleva centenares o miles de horas de investigación, en las que se intenta
extrapolar tendencias sociales y de tecnología para imaginar futuros posibles a
corto y mediano plazo, que sean útiles para los negocios.
Experimental
Design, el emprendimiento de Alex
McDowell, construye estos mundos cercanos, posibles, en profundidad, para
empresas que pagan de US$100.000 para arriba. Tiene en su lista a 200
escritores de ciencia ficción a los que se les piden historias cortas y luego
se filtran las más "probables" (no las más interesantes). Su empresa
ya trabajó para Ford, Nike, Boeing y para la Sociedad Americana de Ingenieros,
entre otros clientes. Las historias buscan extrapolar "arcos de
tendencia" hacia un futuro cercano que puede no ser agradable para el
cliente, sino que muchas veces se lo alerta sobre riesgos que se pueden
prevenir. SciFuture es otra consultora que trabaja en la misma línea.
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