Una enciclopedia
mantenida por voluntarios que brinda acceso libre a la suma del saber humano.
Su destino lógico era el caos. Pero se ha convertido en una de las maravillas
de Internet: un fenómeno global que ahora se posiciona para luchar contra la
posverdad. Entramos en su comunidad de la mano de su fundador, Jimmy Wales, y
de los editores
TODOS LOS DÍAS, después de comer, Lourdes Cardenal se sienta
delante del ordenador y no se levanta hasta las seis de la tarde: hora de su
café con leche y tostada con mermelada de naranja amarga.
Ahora está trabajando
en un artículo sobre Asiria: ampliándolo y añadiendo referencias. Ella misma
lo escribió el 13 de septiembre de 2004. Fue una de sus primeras aportaciones a
la Wikipedia en español, la filial de la popular enciclopedia online que ni los
más optimistas apostaron a que llegaría tan lejos: no solo sigue existiendo, 17
años después de su creación, sino que es la quinta web más visitada del
planeta, solo por detrás de Google, YouTube, Facebook y el buscador chino
Baidu. Maestra que dejó de ejercer después de casarse y amante del arte,
Cardenal empezó a editar con 63 años. Hoy tiene 78 y es una de las wikipedistas
más veteranas y esmeradas.
“No somos unos sabios”, defiende con entusiasmo.
“Simplemente vivimos con el afán de que otros aprendan lo que nosotros hemos
aprendido”. Para no olvidarse, en un papel ha apuntado la larga lista de temas
sobre los que ha escrito: despoblados, monasterios, cerámica, indumentaria,
zarzuelas… No concibe su vida sin Wikipedia. Y jamás hubiera imaginado que esa
afición tardía la llevaría en 2015 a los salones del teatro Campoamor de Oviedo
para recoger el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, que
reconocía el valor de esa “enciclopedia libre, políglota y editada
colaborativamente” que tantas alegrías le había dado. “Los voluntarios hemos
seguido trabajando por nuestra propia satisfacción. Wikipedia es un fenómeno
asombroso. Yo creo que ni Jimmy Wales se lo acaba de creer”.
Jimmy Wales (Huntsville, Estados Unidos, 1966) apenas tenía
tres años cuando su madre compró una enciclopedia para niños. Cuando aprendió a
leer, pasaba horas consultando las entradas ilustradas con fotografías en
blanco y negro. Le fascinaban esos 22 tomos que sus padres guardaban en la
estantería del salón. En 1994, tras terminar la universidad, Wales se mudó a
Chicago para trabajar en una compañía financiera —era un agente bursátil
concienzudo y certero, pero no demasiado agresivo, según su jefe—, y cuatro
años después, a San Diego para empezar una nueva vida: utilizó sus ahorros para
lanzar un portal web. Recuerden: estamos en los noventa, en el mundo antes de
Google, y por entonces Yahoo era el rey. El negocio iba razonablemente bien,
así que Wales decidió experimentar y, de paso, cumplir un sueño de infancia:
quería crear una enciclopedia online que se llamaría Nupedia. Contrató a Larry
Sanger, un doctorando de Filosofía al que había conocido en un foro de
Internet, para que gestionara el proyecto y en marzo del año 2000 se pusieron a
trabajar: pedían artículos a expertos, que luego sometían a un proceso de siete
pasos y que, superadas todas las revisiones, publicaban en la Red en su versión
definitiva. El método de trabajo habitual en las enciclopedias clásicas. El
objetivo era que, con el tiempo, Nupedia se sostuviera con ingresos
publicitarios. Pero, tras un año de trabajo, el balance no era precisamente
prometedor: había 21 artículos publicados y 150 en borrador. Algo tenía que
cambiar.
“Una enciclopedia libre es una idea inspiradora. Wikipedia es
lo que Internet debería ser”
Sanger se enteró, gracias a un amigo, de que existía una
herramienta de software denominada wiki que permitía escribir y editar de forma
colaborativa. Y decidieron probar suerte: Wikipedia nacía el 15 de enero de
2001. En un mes ya habían superado los 1.000 artículos y no tardarían en
aparecer ediciones en francés, español, italiano, alemán, ruso… Hoy suman 301
idiomas —entre ellos, catalán, euskera o gallego—. Casi dos décadas después,
Wales todavía recuerda que el tráfico se multiplicaba mes a mes y él mismo
tenía que instalar los servidores. Si un proyecto tan utópico —acceso libre a
la suma del conocimiento humano en un solo lugar y mantenido por voluntarios—
ha triunfado, cree, es porque “una enciclopedia libre representa una idea
inspiradora y emocionante. Es un sueño materializado: esto es lo que Internet
debería ser. Además, editar Wikipedia es divertido. Si pasas unas horas del
domingo investigando y escribiendo un artículo, te vas a dormir sintiendo que
el mundo es un poco mejor”.
Wales es una de las personalidades más destacadas de
Internet. El padre de uno de los grandes tesoros de la Red. Un compendio del
conocimiento libre que suma más de 15.000 millones de páginas vistas mensuales,
más de 47.000 millones de artículos y 72.000 editores activos. Un movimiento
que perdura gracias al esfuerzo, la dedicación y la capacidad de los
voluntarios, y que se enorgullece de su diferencia: en sus páginas no hay
publicidad, su única vía de financiación son las donaciones. También es, como
le gusta señalar a la prensa anglosajona, el único miembro no multimillonario
del club de los fundadores de las webs que acaparan la atención mundial —Mark
Zuckerberg, Larry Page y Sergey Brin, Jeff Bezos…—. Ataviado con camisa azul,
vaqueros negros y zapatillas Vans, mira por la ventana y señala: “Aquí en
Londres hay montones de banqueros que ganan más de lo que yo ganaré nunca, pero
mi vida es 10 veces más interesante. El éxito de Wikipedia no reside solo en su
popularidad: es la demostración de la bondad y la colaboración colectivas.
Además, gracias a ella puedo conocer a quien quiera, participar en proyectos
muy estimulantes y tener voz para opinar sobre asuntos que me importan, como la
libertad de expresión”.
El estadounidense vive en Londres desde 2012, cuando se casó
en terceras nupcias con Kate Garvey, antigua asistente de Tony Blair, y recibe
en las oficinas de su nueva aventura, WikiTribune —que, a pesar del prefijo, es
una iniciativa totalmente independiente de Wikipedia—, situada en un imponente
rascacielos proyectado por Renzo Piano a orillas del Támesis. Ahora Wales
quiere aplicar la fórmula Wikipedia a las noticias: en WikiTribune, que aún
está en fase de prueba, los artículos serán sometidos a una revisión tanto por
parte de periodistas profesionales como por miembros de la comunidad. Se trata,
subraya, de no desperdiciar la “inteligencia colectiva” relegándola a los
comentarios al final de la página. Periodismo de evidencia, lo llama. “Me perturba
la idea de que vivamos en un mundo posverdad. Es una locura. El modelo de
negocio de los medios de comunicación lleva mucho tiempo bajo ataque y hasta
los diarios serios se enfrentan al dilema de hacer periodismo de calidad, que
es muy caro, o contratar a chavales para escribir contenidos virales, que es
muy barato. Hay que encontrar nuevos modelos”.
No debemos esperar unas oficinas como las de Google,
advierten. “Somos una asociación sin ánimo de lucro”, justifica John Lubbock,
responsable de comunicación de Wikimedia UK, entidad afiliada a la Fundación
Wikimedia, organización que respalda Wikipedia y otros proyectos hermanos menos
conocidos como Wikcionario, Wikiviajes, Wikiversidad o Wikinoticias. Impulsada
por Wales en 2003, con sede en San Francisco y 302 empleados repartidos por
todo el mundo, esta fundación, dirigida por Katherine Maher —Wales ya no está
en el día a día, pero forma parte de la junta directiva y sigue pronunciando el
tradicional discurso conocido como el estado de la Wiki en la conferencia anual
Wikimanía—, se nutre de donaciones para realizar sus actividades: en el
ejercicio 2016-2017 recaudaron 91 millones de dólares y aproximadamente el 90%
de las aportaciones proceden de particulares que dan, de media, 15 dólares.
El poder de Wikipedia reside en Wikipedia: la comunidad tiene
un control total del contenido
Efectivamente, la oficina de Wikimedia en Londres se
encuentra en una calle cercana a la Tate Modern y es un rectángulo poco
fotogénico que termina en unos ventanales y luce la desgastada moqueta de
rigor. Para eso estamos en suelo británico. Tiene una pequeña sala de reuniones
y el resto del espacio lo ocupan las mesas de sus nueve trabajadores. “Aquí
fundamentalmente nos dedicamos a apoyar los proyectos de Wikimedia y a la comunidad,
a recaudar dinero, pues nos financiamos con una dotación de Wikimedia y fondos
propios, y a establecer proyectos de colaboración con instituciones culturales
y educativas”, explica Lubbock. En los principios, crear una nueva entrada en
Wikipedia o modificar una existente era tan sencillo como apretar al botón de
“Editar”. Ni siquiera hacía falta registrarse. “Ahora somos una comunidad
enorme y hay más reglas”, precisa. “Requiere de un cierto aprendizaje. Por eso,
cada vez organizamos más talleres para no perderse en Wikipedia”.
“Pobres novatos”,
suelen repetir con una media sonrisa los colaboradores más experimentados. ¿Por
qué no se puede crear la biografía de x persona? ¿Por qué me han borrado la
corrección que hice? ¡Solicito la intervención de un bibliotecario! Son
mensajes habituales en las páginas de discusión de la enciclopedia, que, entre
sus normas de buen funcionamiento, recuerda a los veteranos que no sean
hostiles con nadie en general y con los nuevos en particular. Hay mucho trabajo
por hacer. Evidentemente, no siempre atienden a razones, esta plataforma
colaborativa no es ajena a las disputas, pero carece de la toxicidad que campa
a sus anchas en muchos foros de Internet. “Creo que, en general, tenemos un
ambiente saludable porque nunca dijimos: ‘Wikipedia está con la libertad de
expresión sin cortapisas. Expresa lo que quieras’. Siempre tratamos de que
hubiera un comportamiento adecuado”, asegura Wales.
Y quienes velan tanto por
la calidad del contenido como por la armonía de la comunidad son los propios
voluntarios. La enciclopedia tiene una compleja jerarquía de usuarios que
poseen determinados derechos de edición y gestión de las páginas. Por ejemplo,
solo los confirmados, es decir, aquellos que hayan realizado un mínimo de 50
ediciones, podrán editar páginas que han sido semiprotegidas para evitar
vandalismos, y los bibliotecarios, la principal figura encargada del
mantenimiento del orden en la Wikipedia en español —esto puede variar en
función de la edición—, son elegidos por votación y entre sus atribuciones se
encuentran las de borrar o restaurar páginas y bloquear a otros usuarios. El
poder de Wikipedia reside en Wikipedia.
La comunidad se rige por una serie de
políticas y convenciones alcanzadas por consenso y no responde ante nadie: la
Fundación Wikimedia se ocupa de prestar soporte técnico y de la redistribución
de los recursos, pero no interviene en su funcionamiento diario ni ejerce
ningún tipo de control sobre el contenido. Es una república independiente. El
mismísimo Jimmy Wales tuvo sus más y sus menos con los empoderados editores
cuando quiso cambiar su fecha de nacimiento: su partida dice que vino al mundo
el 8 de agosto de 1966, pero en realidad lo hizo el 7 por la noche. Cuando
trató de corregir el dato, los wikipedistas se opusieron, y ahí se iniciaría un
debate que tardó años en resolverse. Y en realidad, a los usuarios no les
faltaba razón: había un documento oficial que respaldaba la fecha errónea y tan
solo el testimonio de Wales para defender la enmienda. De hecho, fue él quien
se encargó de perfilar los principios que los voluntarios veneran por encima de
todas las cosas: los artículos deben estar bien escritos, ser neutrales en sus
puntos de vista y apoyarse en fuentes fiables y verificables.
No tiene explicación. Es un vicio. Un virus. Casi un estilo
de vida. Los wikipedistas siempre están pensando en el siguiente artículo. Y no
viven la actualidad como el resto de los mortales: cuando se produce una
noticia, ellos están pendientes de introducir las novedades en la enciclopedia
(y de contener a los trolls con ganas de divertirse), que se actualiza a un
ritmo vertiginoso. A los pocos minutos de que ganara la moción de censura,
Pedro Sánchez ya figuraba como presidente del Gobierno de España. A Julen
Lopetegui incluso le nombraron entrenador del Real Madrid antes del anuncio
oficial y editores veteranos tuvieron que frenar el entusiasmo de quienes se
adelantaron a los acontecimientos —en todas las entradas de la enciclopedia hay
un historial y una página de discusión donde pueden consultarse todos los
cambios y los, en muchos casos, encendidos debates que suscitan—.
“Quizá sea
extremo, pero yo acudo a Wikipedia para informarme de hechos recientes en lugar
de a los periódicos porque ahí encuentro una historia con introducción, nudo y
desenlace. Y, por supuesto, cuando viajo lo hago con Wikipedia: consulto lo que
tengo que visitar, y si detecto que falta algo importante, lo completo”, relata
Miguel García, jurista vallisoletano de 26 años y editor desde los 15. “El año pasado
estuve en Atenas y me di cuenta de que no había artículo en español sobre el
Antiguo Palacio Real. ¡Cómo podía ser! ¡Si estaba en la plaza Sintagma, donde
se desarrollaron las manifestaciones contra los recortes durante la crisis!
Enseguida me puse manos a la obra”.
Lourdes Cardenal también se organiza excursiones con su
marido, Nicolás —él hace las fotos—, para visitar despoblados, uno de los temas
que le apasionan. Y en Wikimedia España —aquí la asociación tiene dos
trabajadores, Rubén Ojeda y Virginia Díez, y 165 socios— se han impuesto el
desafío de que no haya ni un solo municipio español sin foto en la
enciclopedia: en la última escapada recorrieron la provincia de Cuenca. Tan
solo les quedan 650 municipios para declarar cumplida la misión. “Wikipedia es
una red social del conocimiento: una maravillosa experiencia humana construida
desde el altruismo. No somos autómatas pegados al ordenador, al final acabamos
conociéndonos y haciéndonos amigos. Esa es la magia. Jimmy Wales podría ser un
Mark Zuckerberg, pero prefirió hacer las cosas de manera distinta. Si esta
fuera una iniciativa de Google, no sería lo mismo: sería una enciclopedia
convencional del siglo XXI, pero nada extraordinario”, razona García.
El pasado mes de marzo, durante una entrevista en el marco
del festival South by Southwest en Austin (Texas), Susan Wojcicki, directora
ejecutiva de YouTube, anunció que iban a aliarse con Wikipedia para batallar
contra la proliferación de teorías conspirativas y desinformación en esta
plataforma de vídeo de Google. Unas semanas después, Facebook también comunicó
que sus ingenieros estaban trabajando con la enciclopedia para frenar las fake
news en la red social. Dos gigantes tecnológicos se encomendaban a una
organización sin ánimo de lucro, de presupuesto ajustado y sostenida gracias al
esfuerzo de voluntarios, para tratar de resolver una crisis de calado.
En la comunidad wikipedista recibieron la noticia como un
espaldarazo a su trabajo: atrás quedaban los tiempos en los que se cuestionaba
la fiabilidad de una enciclopedia que, aunque imperfecta, se ha esforzado por
mejorar la calidad de su contenido. Otro triunfo para la historia de Wikipedia,
donde todavía resuena el dictamen de la prestigiosa revista Nature, que, tras
un riguroso análisis, concluyó que los artículos científicos de Wikipedia
apenas tenían nada que envidiar a los de la canónica Encyclopedia Britannica:
“Nuestros revisores encontraron una media de cuatro errores en cada entrada de
Wikipedia y tres en las de Britannica”.
Para Wales es una buena noticia que este tipo de compañías
valoren las millones de páginas de Wikipedia. “Somos una entidad que no
persigue fines comerciales y un enorme recurso público que todos, particulares
y empresas, pueden utilizar. Nuestro contenido es libre. Pedimos a nuestros
lectores que donen y creo que estas compañías que se benefician del trabajo de
la comunidad también deben poner su parte”.
El patrimonio wikipedista es muy útil para Google, que
obtiene de la enciclopedia buena parte de la información que nos ofrece en su
Gráfico de Conocimiento —ese recuadro que aparece a la derecha en determinadas
búsquedas y que si, por ejemplo, hemos buscado a “Clara Campoamor”, nos permite
ver de un vistazo sus datos biográficos, sus principales libros y
personalidades relacionadas—; para asistentes de voz como Siri de Apple o Alexa
de Amazon, que hallan en Wikipedia la respuesta a las preguntas que les
plantean, o para todos aquellos que trabajen en inteligencia artificial y
necesiten entrenar a sus algoritmos. Según Katherine Maher, directora ejecutiva
de la Fundación Wikimedia, se encuentran ante una gran oportunidad. “No
queremos depender de las donaciones de una única compañía, pero sí sería
importante para nosotros lograr un compromiso de apoyo a largo plazo de distintas
empresas, porque estamos creando un fondo que asegure el futuro de Wikipedia
incluso en el caso de que desapareciera la Fundación Wikimedia”.
En teoría, Wikipedia no debería funcionar. Su destino lógico
era el caos. Pero, en la práctica, lo hace. Aunque para apuntalar su futuro
Wales desgrana varias tareas pendientes. “Tenemos que seguir cultivando una
comunidad saludable, porque de otro modo desapareceríamos, y tenemos que
adaptarnos a los cambios tecnológicos. Cuando empezamos, los smartphones no existían
y ahora el 50% de nuestro tráfico se realiza desde estos dispositivos, que nos
traen muchos lectores, pero nosotros también queremos editores. Y no es tan
sencillo escribir un artículo desde un móvil. Eso representa un reto”. La
diversidad es otro punto débil: menos del 20% de las voluntarias de Wikipedia
son mujeres. “Estamos tratando de corregir el desequilibrio, y no solamente por
corrección política, sino por la calidad y diversidad del contenido. El
wikipedista medio es un hombre occidental de 28 años, soltero y sin hijos, y
por tanto muchas realidades le son ajenas. Necesitamos una comunidad variada
para cubrir la totalidad de la experiencia humana”, justifica.
Desde 2015, Wikimedia España ha organizado 33 jornadas de
edición colectiva —denominadas editatonas, del inglés edit-a-thon, combinación
de los términos edit y marathon— para reducir la brecha de género y mejorar los
contenidos sobre los logros de las mujeres en las ciencias, la literatura o la
informática. En la versión en español, las biografías femeninas se sitúan en un
20% —la media global se encuentra en el 17%—. El pasado 8 de marzo, justo a
tiempo para la efeméride, Adrián Estévez terminó los 100wikidays, el reto que
quizá mejor ilustra el fervor wikipedista: escribió un artículo al día durante
100 días consecutivos. En su caso, sobre escritoras que no tenían página en
Galipedia, la edición en gallego de la enciclopedia libre, como Anaïs Nin,
Alfonsina Storni o Pilar Millán Astray. María Sefidari, vicepresidenta de la
Fundación Wikimedia y voluntaria desde 2006, terminó su maratón exhausta. Ella
escribió o tradujo artículos de mujeres notables como la bioquímica australiana
Rita Harradence o la antropóloga donostiarra Begoña Aretxaga. Aún no sabe si
repetirá. “Fue duro”, recuerda. “Pero hay que aprovechar este recurso, único en
Internet, para luchar contra los sesgos y, sobre todo en el caso de las
mujeres, contra las inhibiciones internas que nos llevan a preguntarnos:
‘¿Quién soy yo para escribir sobre determinado tema?”.
Todos los martes. De 18.30 a 20.30. El grupo de trabajo
Cuarto Propio se reúne en uno de los laboratorios del centro cultural
Medialab-Prado, en Madrid. ¿Su misión? “Queremos que haya más referentes
femeninos en Wikipedia. Porque faltan”, explica Carmen Galdón Corbella,
fundadora de esa iniciativa que nació en 2015. Su núcleo duro está formado por
ocho miembros —el colectivo está abierto a hombres y, de hecho, desde hace tres
meses el profesor de lengua y literatura Jesús Eloy Pérez Alonso acude (casi)
todos los martes: está cubriendo lagunas en la categoría de autoras de novela
juvenil—. “Aquí realizamos una lectura colaborativa de todos nuestros
artículos. Nos celebramos y aplaudimos cuando publicamos”, relata Mónica
Fernández. Cuarto Propio ha creado las biografías de la matemática María Pazos
y la fotógrafa Paula Anta, y ha retocado la de Amparo Barayón para que sus
méritos —fue pianista y activista— figurasen antes que el oficio de sus
progenitores o su matrimonio con el escritor Ramón J. Sender. Una vez acumulen
más experiencia de edición, confiesan, aspiran a remangarse con entradas más
peliagudas como patriarcado, feminismo o violencia machista que, en su opinión,
no reciben el tratamiento debido en la enciclopedia.
“Pensamos mucho los
artículos de mujeres que escribimos para que estén impecables y no puedan
decirnos que no son interesantes o enciclopédicamente relevantes. Editar es
relativamente sencillo, pero luego te topas con la trastienda humana y los
juegos de poder, que también los hay: esta enciclopedia es un reflejo de la
sociedad”, asegura Galdón Corbella. “Wikipedia engancha porque te permite ver
tu contribución colectiva. Es emocionante y empoderante saber que puedes
escribir la historia”. O, al menos, reescribirla.
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