Fuente: LA NACION - Crédito:
Pablo Vigo. Joaquín Sánchez Mariño. 14 de julio de 2019
El futuro de la humanidad es
materia fascinante de análisis y especulación. Lejos de la ciencia ficción,
físicos, lingüistas, filósofos, urbanistas y politólogos responden 20 preguntas
sobre cómo será -o podría ser- la vida en 2069.
1. ¿Qué idioma hablaremos?
¿Los traductores inteligentes unificarán la lengua?
Mucho se habla sobre el avance
del chino, del español incluso, y de la puesta en jaque del inglés como idioma
universal. Pero ¿tiene sentido seguir preguntándose eso cuando cada vez es más
habitual ver traducciones automáticas? En la película Matrix (1999), el
protagonista aprendía un idioma con solo descargarlo en su cabeza; ya ni eso
suena sensato. Las tecnologías harán las traducciones, no el cerebro. En el
mismo sentido opina Paula Salerno, doctora en Lingüística (UBA) y asesora en
discursos: "Sobre la comunicación global, el mayor desarrollo de
iniciativas como Google translate va a hacer que no sea imprescindible aprender
idiomas para hablar con gente de otras partes del mundo ni para conseguir trabajo.
Es decir, posiblemente haya un envejecimiento de la población bilingüe y una
notoria disminución de políglotas. Las personas van a dejar de usar su dinero y
su tiempo en clases de inglés, ruso, chino, pero van a "hablar" estos
idiomas a través de sus dispositivos. También, es posible que se acentúe la
variedad y heterogeneidad de medios para comunicarnos y que aumenten las
"traducciones" entre distintos sistemas semióticos (imagen, texto,
sonido, y también braille, lengua de señas, etc.). Por último, sería un gran
avance que se adoptaran formas más igualitarias para expresar las diversidades
de todo tipo: de género, culturales, etcétera. El lenguaje no solo transmite la
realidad, sino que la construye".
2. ¿Cómo nos comunicaremos?
No es lo mismo pensar en qué
idioma hablaremos que en qué plataformas o de qué modo lo haremos. Andrés
Rieznik, doctor en Física y neurocientífico, dice: "Lo que no va a pasar,
que muchos especulan, es que nos comuniquemos con el pensamiento, que tengamos
electrodos que nos lean el cerebro y puedan transmitir lo que estoy pensando.
Pero sí, que la comunicación a distancia va a ser más parecida a la que tenemos
cuando hablamos en persona. Lo que no vamos a poder comunicar son los olores ni
el gusto. Todo lo demás va a ser cada vez más cercano a la realidad y seguro va
a haber hologramas o imágenes muy parecidas a uno.
3. ¿Cómo serán las ciudades?
Carlo Ratti, director del
Senseable City Lab del Massachusetts Institute of Technology (MIT), es uno de
los creadores del concepto senseable city (ciudad sensible o sensata), y uno de
los urbanistas que más sabe sobre el futuro de los centros urbanos. Si bien no
se opone al término más popular, Smart City (ciudad inteligente), cree que la
clave no está necesariamente en lo que pueda aportar la tecnología, sino en
cómo el hombre jerarquizará esas herramientas. "Los elementos clave de la
arquitectura no cambiarán, pero sí cómo viviremos en la ciudad", sostiene.
Para él, avanzará la presencia de la naturaleza sobre las urbes, que serán necesariamente
más verdes. La economía compartida ( sharing economy) será una parte clave:
herramientas como Airbnb (trascendidas ya para ese entonces, asumimos) habrán
sentado precedente. Los espacios muertos, los autos estacionados sin uso, los
departamentos vacíos deberían ser cosa del pasado. Habrá menos, y mejor
utilizado. En ese aspecto, serán ciudades llenas de movimiento y vértigo, con
autos autónomos yendo de acá para allá y resolviendo los problemas de densidad,
a fuerza de un ordenamiento inteligente de los recursos. Ciudades donde todo es
de todos, cubiertas de verde, ¿monitoreadas de manera permanente? Todo
pronóstico es siempre una posible mentira arrojada hacia adelante, pero es
también un intento de verdad.
4. ¿Cómo pagaremos por las
cosas?
Opina Pierpaolo Barbieri,
especialista en inclusión financiera y herramientas de Fintech (tecnología
financiera): "En términos de pagos, va a ser biométrico: las tarjetas no
van a existir más, las billeteras tampoco, pero también creo que los teléfonos
van a ser menos importantes. Va a pasar todo por la muñeca, o por el iris del
ojo, o con la huella dactilar, que es lo más fácil y rápido, y muy difícil de
falsificar. Tendemos hacia la integración entre lo electrónico y lo biológico.
Esto empieza con la internet de las cosas y los wearables (artículos que se
llevan como una prenda más de vestir por ejemplo), donde llevamos cosas que
monitorean nuestra salud y también son métodos de pago. Creo que vamos hacia un
momento donde quizá tengamos un implante que no solo chequee nuestra salud en
tiempo real sino que nos permita hacer pagos o entrar en lugares siendo
nosotros".
5. ¿Qué país será la máxima
potencia mundial?
Antes de irse tan lejos,
habría que imaginar cómo sería el enfrentamiento interhegemónico entre Estados
Unidos, China y Rusia. Si se establece una bipolaridad como en la Guerra Fría
(dos potencias de un lado, EEUU del otro), eso puede extenderse durante muchos
años, y llegar a mantener una cierta estabilidad. Ahora, si se produce una
guerra entre Estados Unidos y China, como plantea John Mearsheimer, reconocido
teórico de relaciones internacionales, no sabemos cómo va a seguir el mundo
para adelante. Primero, habría que preguntarse qué va a pasar en los próximos 10
años, aseguran. El politólogo estadounidense Graham Allison habla de la trampa
de Tucídides. Dice que así como la guerra del Peloponeso fue desatada por el
temor de Esparta frente a la expansión de Atenas, lo mismo podría pasar con
Estados Unidos frente a la expansión China.
6. ¿En qué soporte leeremos?
Antes, otra pregunta:
¿leeremos? En el caso de que sí, ¿cómo? Responde Nicolás Artusi, lector y
estudioso de los hábitos de consumo cultural: "Por un lado, pienso que se
va a consolidar la idea de una lectura espasmódica y fugaz contra el acto de
lectura reposado que nosotros teníamos como sinónimo de la actividad de leer.
Por lo general, las personas que no leen usan como excusa la dificultad del
ambiente. Dicen que necesitan una cabaña alejada en un bosque, con un fuego, un
vaso de brandy en la mano. Pero en realidad la época actual demuestra que la
lectura es espasmódica porque leemos todo el tiempo: las redes sociales, la
información de una parada de colectivos, la información nutricional en un
paquete de galletitas. Entonces, entiendo que leer es un acto que está en
transición: abandona la idea del consumo cultural o formativo (porque uno leía
novelas o manuales), y se volverá cada vez más hegemónica la forma de
comunicación entre los humanos. De hecho, leer junto con pensar sean
probablemente las dos o tres actividades más inherentes al ser humano que
puedan existir.
Por otro lado, creo que el
formato libro sí será objeto de una mutación, porque el libro aumentado nos
permitirá compartir subrayados, párrafos, ideas, impresiones. Entonces, también
tendremos que preguntarnos si leer cambiará de forma, si mirar una imagen en el
futuro será entendido como leer y dejará de estar asimilado al verbo mirar.
Finalmente, pienso que el acto de leer va a dejar de ser individual para ser
colectivo, como hoy es conversar. Pienso que vamos a leer más que nunca, porque
lo que antes se transmitía de manera verbal, ahora se transmite de manera
escrita, ya acaso eso dará origen a un nuevo sistema de códigos que todavía no conocemos,
pero que inevitablemente tendremos que leer".
7. ¿Hasta dónde habrá llegado
la inteligencia artificial?
Andrés Rieznik, doctor en
Física, neurocientífico e investigador del Conicet, dice: "Hay un famoso
punto de inflexión desde que Turing, el inventor de la computadora, pensó que
nunca íbamos a llegar, pero creo que estamos por llegar. Es el famoso test de Turing:
si yo me comunico con alguien a través de un chat, pero no puedo verle la cara,
no puedo saber si realmente estoy hablando con un humano. Pero por más que me
pongan la mejor inteligencia artificial del otro lado, hoy todavía voy a
descubrirlo. Creo que ese punto lo vamos a pasar, estamos cerca. Va a ser
indistinguible una charla con un ser humano que con una máquina. Ese va a ser
el principal cambio de acá a 50 años y vamos a replantearnos qué es lo humano
en ese sentido. Las computadoras comienzan a tener intuición, lo que
antiguamente creíamos que era intuición. Hace un tiempo creíamos que lo humano
era la inteligencia, hasta que las computadoras comenzaron a jugar mejor que
nosotros al ajedrez y dijimos: ah, no, lo humano era la intuición. Y ahora, las
computadoras, por ejemplo, en muchos juegos donde es necesaria la intuición
comienzan a comportarse mejor que nosotros y tienen "intuiciones".
Hacen movimientos que parecen no tener explicación, pero te das cuenta de que
era una excelente jugada a largo plazo. Entonces, si ahora también tienen
intuición, habrá que preguntarse qué es lo humano y qué es la conciencia, y
llegará el momento en que nos preguntemos si esas computadoras tiene o no
conciencia.
8. ¿Habrá desaparecido el
terrorismo?
Gilles Kepel escribe en Terror
en Francia que el fundamentalismo islámico es el responsable de la amenaza
terrorista y dice que la radicalización se debe a la agudización de una
política de identidad. Más allá de quién ejecutará el terrorismo, parece que en
tanto se prolonguen los problemas de identidad de los pueblos, seguirá habiendo
terrorismo. El mapa actual muestra múltiples conflictos de identidad de los
pueblos. Los teóricos norteamericanos Schmid y Jongman escriben en Political
Terrorism que seguirá habiendo un panorama en el que las víctimas se eligen al
azar. Según ellos, la violencia tiende a expandirse en nuestro mundo y no a
contraerse. En ese sentido, es imposible pensar que va desaparecer el
terrorismo.
9. ¿Cómo utilizaremos nuestro
tiempo?
¿Todo será determinado por la
tecnología? ¿Puede el principal cambio surgir de la condición humana y no de la
técnica? Para responder esta pregunta, recurrimos a Esteban Ierardo, filósofo y
escritor que sabe como pocos interpelar el modo en que vivimos. "Es una
pregunta que desafía la capacidad de comprensión de la mente humana, porque con
la aceleración de la innovación tecnológica, proyectar de forma racional un
mundo posible, incluso dentro de 10 años, ya es un desafío. De todos modos, en
esta pregunta hay un presupuesto, que es suponer que dentro de 50 años vamos a
poder seguir manejando el tiempo. Creo que se podrían dar dos escenarios: uno,
en el cual las tendencias actuales por invadir y controlar nuestro tiempo desde
un sistema consumista de entretenimiento sea cada vez más perfecto, de modo tal
que dentro de 50 años nuestro tiempo no sea manejado por nosotros, sino por un
sistema de excitación y entretenimiento diseñado para nutrir una dinámica de
consumo continuo. Esa sería una visión en la cual no seríamos dueños de nuestro
tiempo, sino que sería digitado por la reproducción del sistema. Un escenario
más optimista es quizá que, junto a la construcción de un tiempo de
entretenimiento, el individuo pueda construir su propio tiempo de forma
paralela a ese digitado, y utilizarlo como una energía de exploración hacia
distintas posibilidades de conocimiento; hacia enlaces incluso virtuales de
otros tiempos históricos u otros espacios planetarios. En síntesis, sería la
posibilidad de que el tiempo esté abierto a un acto creativo y explorador, de
modo tal de crear un mundo propio, un mundo individual y paralelo al mundo
globalizado, que probablemente exista, y mucho más fortalecido".
10. ¿Seguirá la mayoría bajo
el sistema capitalista?
Para Valentín Muro, filósofo,
seguirá siendo el sistema regente: "Si la historia de algo sirve es para
proyectar hacia el futuro, y eso es terriblemente discutible, probablemente
perfeccionemos aún más el capitalismo, que con creces ha demostrado ser el
sistema que correlaciona con mayor bienestar alrededor del mundo. Naturalmente,
para preservarse, el capitalismo deberá transformarse y atender situaciones
como la crisis ambiental que acentúa y el aumento de la desigualdad". De
nuevo a Pierpaolo Barbieri, fundador de Ualá e historiador económico, que se
manifiesta de acuerdo. "Creo que el sistema republicano y el capitalismo
van a seguir. Creo que vamos a tener un capitalismo mucho más responsable y
sustentable, con una idea de una economía que sea carbon neutral, como se dice
ahora en Europa, que son los objetivos para 2050 que se están hablando en
Alemania. Básicamente, se trata de crear una economía donde nuestra huella de
carbono tienda a ser cero. Lo más difícil para hacer eso son los viajes aéreos,
pero en el resto de las cosas, la tecnología ya está, así que creo que hacia
eso vamos".
11. ¿Se habrá inventado algún
arte? ¿Cómo serán las que ya existen?
Para muchos, desde los años 80
ya existe una nueva forma de arte y son los videojuegos. Esa posibilidad crece
cada vez más con la expansión de la realidad aumentada. Esos dos factores
constituirán un método de expresión. Por supuesto, no es que crearemos un nuevo
arte, sino que consideraremos arte lo que hoy, tal vez, es solo
entretenimiento. Valentín Muro dice: "Cada nueva posibilidad técnica abre
nuevas posibilidades artísticas. Es por esto que podemos esperar nuevas
expresiones creativas siempre que sigamos desarrollando tecnología. Por otro
lado, cuesta imaginar cómo podríamos lidiar con la creciente complejidad de
nuestra cotidianidad si no es bajo el tamiz de las diversas formas de
expresarse artísticamente".
12. ¿Seguiremos comiendo
carne?
Ante el avance del veganismo y
el vegetarianismo, pareciera que el consumo de carne es cada vez más discutido.
Soledad Barruti, autora de Mal comidos y Mala leche (ambos de Planeta), dice:
"El problema con la carne es en parte el consumismo que se genera a su
alrededor. Un alimento hoy frecuente como es la hamburguesa debería ser algo
moderado, espaciado en el tiempo. Si esto continúa lo que se avizora es un
futuro trágico. El Amazonas está siendo rematado para producir granos para
alimentar animales que viven en campos industriales. La respuesta a eso viene
de la mano de la industria también: las marcas que lideran el replanteo
productivo ya están utilizando los mismos monocultivos que se utilizan para
alimentar a la vacas. Bajo este sistema global, en el que con unos pocos
alimentos se le pretende dar de comer a todo el mundo, las perspectivas son de
desastres ambientales. Y la ganadería es uno de los grandes responsables. Hay
que volver a pensar de dónde viene cada uno de los alimentos que llevamos a la
mesa".
13. ¿Habremos revertido la
crisis ambiental?
Máximo Mazzoco, fundador y
presidente de Eco House Asociación Civil, dice: "Considerando que lo único
permanente es el cambio, es muy difícil saber con exactitud cómo evolucionará
el planeta en los próximos 50 años. No obstante, en base a los datos actuales,
percibo dos opciones: 1) La pesimista: a julio de 2019, el 70% de los
ecosistemas marinos y terrestres están gravemente alterados, un millón de
especies se encuentran en peligro de extinción y el cambio climático nos
acecha. En consecuencia, el panorama no es alentador. 2) La optimista: muchos
estamos convencidos de que todavía hay tiempo para modificar las causas
estructurales del problema y amortiguar las consecuencias (digo amortiguar
porque estar extinto no es reversible). Si tomamos la firme decisión de ayudar
a todas las especies, la naturaleza encontrará la forma de salir adelante.
Estamos en un punto de inflexión y existe la oportunidad de cambiar. Por lo
tanto, la única forma de predecir el futuro es creándolo".
14. ¿Qué trabajos ya no
existirán? ¿Cómo será el trabajo?
La mejor ilusión: nadie va a trabajar,
lo harán los robots por nosotros. La peor ilusión, seremos esclavos de esos
robots. Lo más probable, un equilibrio entre uno y otro. Si lo que dice el
filósofo surcoreano Byung-Chul Han se mantiene, nos explotaremos cada vez más a
nosotros mismos. Según el historiador Carl Frey (referente en las
investigaciones sobre el futuro del trabajo), "existen dos tipos de
tecnologías: las que nos reemplazan en nuestras tareas y ponen muchísima
presión en el mercado de trabajo; y las que aumentan la productividad y ofrecen
nuevas oportunidades laborales". Según cuál se imponga, el modelo de
trabajo que conoceremos. La inteligencia artificial reemplazará a muchos
puestos de trabajo humanos, así como la automatización. ¿Cuál será nuestra área
de expertise como especie? Probablemente todavía no estén las condiciones dadas
para saberlo.
15. ¿Cómo viajaremos? ¿Cómo
serán los autos, los aviones, los trenes?
Ya Elon Musk adelantó que
tiene en sus planes lograr los viajes interplanetarios. ¿Será él quien logre
vuelos que lleguen a Marte? Bien podría ser parte de su legado (¡y cumplir lo
que alguna vez prometió Menem: subir a la estratósfera y bajar, llegando a
China en tan solo un par de horas!). Por lo demás, y para mantener los pies en
la Tierra, sí sabemos que podemos esperar un futuro donde los transportes
autónomos dominen la escena. ¿Autos voladores? Es la fantasía de todos, pero
antes que ello llegarían los túneles que comunican lugares que se encuentran a
una larga distancia. El conflicto a solucionar con los vuelos es su huella de
carbono, y por el momento no parece haber un reemplazo para los barcos de
grandes dimensiones. ¿Seguiremos dependiendo del traslado de grandes cargas?
Esa es otra pregunta. Lo que es seguro es que la velocidad de los transportes
de pasajeros aumentará notoriamente, como viene aumentando hace décadas.
16. ¿Habremos encontrado la
cura del cáncer?
El doctor Santiago Méndez
Huergo, del laboratorio de Inmunopatología del doctor Gabriel Rabinovich,
Instituto de Biología y Medicina Experimental, Conicet, explica: "Se habla
del cáncer como si fuera una sola enfermedad, pero son muy distintos unos de
otros. Incluso, son muy distintos entre pacientes, entonces tratamientos que
sirven para unos, no sirven para otros, por eso es muy difícil hablar de una
cura. Para ganarle la batalla al cáncer, creo que lo más importante es la
prevención, y es el campo en el que se ha ganado más terreno: encontrarlo cada
vez en estadíos más tempranos. Hablar de una cura es complejo. Hay mucho
todavía por hacer en el campo de la inmunoterapia. ¿Qué mejor que tu sistema
inmune para ir a pelearle a un cáncer? Hay que trabajar para poder fortalecerlo
de la mejor forma, para que estas terapias tengan cada vez más éxito. Podemos
aspirar a que en 50 años el cáncer se pueda transformar en algo crónico, es
decir, algo que no te mate, sino que se logre pararlo a tiempo".
17. ¿Cómo serán las familias?
Yuval Harari, uno de los
intelectuales más relevantes de nuestro tiempo, dice que todo va a cambiar
porque la dinámica de cambio es demasiado veloz. Según él, el concepto de
familia es inimaginable de aquí a 50 años. Entonces, antes que cómo serán las
familias, habría que preguntarse qué serán las familias, o si habrá familias.
Según Luigi Zoja, un intelectual italiano autor de El gesto de Héctor, el
concepto tradicional del patriarcado nació en la Grecia arcaica y está
desapareciendo. Dice que el padre, que tuvo mucha importancia en los últimos
siglos, fue sacado del hogar debido al capitalismo y a las guerras. Esto
provocó, según él, una caída en su importancia. A su vez, la inserción laboral
de la mujer también la sacó del hogar y propició la transformación de la
familia. Una vez más, es imposible saber qué pasará en 50 años, pero es
indudable que lo que hoy entendemos como familia no será igual en ese momento.
La teórica feminista Judith Butler, acaso retomando los pensamientos de Gilles Deleuze
y Félix Guattari, augura y defiende la misma posibilidad de transformación.
¿Habrá caído finalmente el patriarcado en 50 años? Parece imposible pensar que
los movimientos sociales de hoy no repercutirán en el tiempo venidero.
18. ¿Habrá bases en otro
planeta?
Según el físico Luis Lehner,
único argentino en que colaboró en la primera foto de un agujero negro, para
2069 ya deberíamos tener "un catálogo enorme de planetas". Dice:
"Podríamos tener candidatos firmes dentro de ellos capaces de tener vida (basada
en átomos de carbono). Deberíamos tener telescopios muy sensibles, que nos
darán idea de la atmósfera en esos planetas y hasta el tipo de actividad que
habría. Algunos de ellos deberían dar indicios típicos de actividad biológica.
En nuestra tierra, algunos harían planes como ir o como mandar nuestro ADN a
dichos lugares".
19. ¿Cómo serán las guerras?
Albert Einstein dijo alguna
vez que no sabía cómo sería la Tercera Guerra Mundial, pero que la Cuarta
seguro sería con garrotes y palos. La idea de que todo comenzará de nuevo
producto de una posible debacle ronda siempre el tema de las guerras. Serán
efectivamente aniquiladoras de la especie o, por el contrario, podrá la
industria armamentística profundizar en el direccionamiento de los ataques. Una
posibilidad es ciertamente que las bombas arrasen todo, la otra es que el daño
sea cada vez más teledirigido, más certero. Según Horacio Sánchez Mariño,
Coronel (R) del Ejército y doctor en Ciencias Políticas (con tesis de doctorado
justamente sobre la guerra), "la robótica, la inteligencia artificial, el
uso del espectro electromagnético -es decir, la ciberdefensa-, va a emplearse
en las guerras. Obviamente, se va a expandir a todos los dominios: ya está en
la tierra, en el mar, en el aire; pero llegará al espacio, probablemente.
Además, va a crecer el uso de las neurociencias al servicio de hacer la guerra.
Las armas de destrucción masiva -como las armas químicas de corto alcance que
se usaron en Siria- crecerán, no así el poder nuclear, porque ya hay conciencia
en que son armas que se diseñan para no ser usadas, porque si se usan, se acaba
la vida humana".
Según John Mearsheimer,
teórico de relaciones internacionales, se está acabando la hegemonía liberal
norteamericana y eso puede producir una guerra. Sugiere que Estados Unidos
tiene que salir a demostrar su poder militar. A su corriente del pensamiento la
llaman el realismo ofensivo: propone que hay que salir a disputar el dominio
mundial, mantener la primacía norteamericana. Si esto sucediera y Mearsheimer
es escuchado, ¿qué podría ocurrir?
20. ¿Cómo será el amor?
Tamara Tenenbaum publicó este
año un libro titulado El fin del amor (Paidós). ¿Llegó a su fin el amor tal
como lo entendíamos? ¿Volverá a empezar de acá a 50 años? ¿Hay algo que nos
deba importar más que esto? Tamara arriesga su análisis de cómo podrá ser la
cuestión. "La única respuesta posible a esa pregunta es diverso. Lo que
estamos tratando de pensar y construir no es una nueva forma de amar, un nuevo
formato, sino corrernos de la estructura de copia y modelo, corrernos de la
estructura del ideal, de la estructura del amor que sí y los amores que no.
Hablemos de expresiones de deseo. Lo que estamos trabajando para que exista en
todo caso son formas muy diversas de vivir el amor. Tanto desde lo que se
entiende tradicionalmente como diversidad sexual, no solamente la orientación
sexual (ese concepto tan sigloventista), sino también en los modos en que se
viven los vínculos. Y otra vez, no solo en términos tan sigloventistas como
pareja abierta o cerrada, sino incluso salir de pensar el amor solamente por
dentro de la pareja y por dentro de los vínculos que entendemos como estables y
jerarquizados de determinada manera. El futuro del amor es diverso en todos sus
sentidos. Diverso y rizomático. Cada vez poniendo más en jaque las jerarquías y
el concepto de un amor modélico con el cual los demás se comparan".
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