Se transformaron
nuestros hábitos, pero también cómo somos y cómo vemos el mundo. A la vez, la
brecha digital es enorme y sólo 17% de las empresas argentinas alcanzó los
estándares 4.0.
Ya hay más
celulares que cepillos de dientes. La mayor flota de “taxis” del mundo
pertenece a una firma que no tiene autos propios: Uber. Sólo en Argentina, la
plataforma Airbnb supera en capitalización a las grandes cadenas hoteleras, sin
tener ninguna habitación a su nombre. La compañía que aglutina a nivel mundial
el mayor caudal de contenidos (Facebook) no necesita editores ni genera,
realmente, texto. Amazon, la inmensa compañía de logística, carece
prácticamente de stock. Y no hay modo de huirle a esos conceptos que millones
de sujetos dominan con la misma soltura con que (aún) muchos resisten:
“algoritmos”, “ciberseguridad”, “smart cities”, “Internet de las cosas” o el
temible “big data”.
Algo cambió. Algo
enorme y radical, de peso histórico. Los expertos creen que como lo estamos
viviendo ahorita no nos damos cuenta de su magnitud. Y además: que no tiene un
final previsto, justamente porque es parte de su esencia ser innovación, ser
transformación permanente. Es la Cuarta
Revolución Industrial.
Antes de chocar
contra la pared del “¡no estamos listos!”, algunas definiciones. La Primera Revolución Industrial había
tenido de protagonista a la máquina de vapor, y vio el pasaje de la economía
rural y agrícola a una de carácter urbano y mecanizada.
"De las 10
primeras compañías a nivel mundial, 7 son tecnológicas y 3, automotrices. Hace
una década era exactamente al revés"
En la segunda, el tamaño de los mercados se
ensanchó gracias a la industrialización y las nuevas fuentes de energía: gas,
petróleo y electricidad. La tercera,
de perfil “científico-tecnológica”, trajo energías renovables y tecnología
inteligente (smart grid).
Pero hasta hace
quince o veinte años todavía se podía oír a varios (modelo 60, modelo 70)
lamentándose así: “Uh, me olvidé el reloj. Me siento desnudo”. Habría que andar
unas horas sin smartphone para vivenciar algo semejante, y aun así la sensación
de desnudez sería distinta y peor.
En el marco del
Smart City Expo Buenos Aires que se hizo esta semana, Érica Chávez Castillo, de
Microsoft, fue clara: “Esta no es una época de cambios sino que el cambio marca
la época. Lo que es innovador ahora no lo va a ser más en dos meses”.
Un dato fuerte en
palabras de Aníbal Carmona, presidente de la Cámara de la Industria Argentina
del Software (CESSI): “De las diez primeras compañías a nivel mundial, hoy
siete son tecnológicas y sólo tres automotrices. Hace una década era
exactamente al revés”.
Además explica
que “si pasás del disco de pasta al CD-Rom estás sustituyendo tecnología. Pero
del CD-Rom a Spotify lo que cambiás es el modelo de negocios”.
Las heladeras,
semáforos, sensores fluviales, todo va a poder estar interconectados y generar
un volumen de datos.
Referentes de las
grandes empresas acuerdan en darle un lugar central a la reflexión sobre estos
cambios. Es el caso de Diego Bekerman, gerente general de Microsoft en
Argentina, que dialogó con Clarín: “Venimos de tres revoluciones industriales
tangibles y concretas, cada una separada más o menos por un siglo. Pero esta, la cuarta, es la revolución del
conocimiento, de la innovación, atravesada por la tecnología, y es menos
tangible. Además sólo pasaron 50 años”.
“Básicamente
hablamos de la ‘nube’ y de la capacidad de acceder al procesamiento, captura y
generación de información a altísima velocidad, lo que da gran acceso a los
gobiernos y corporaciones, pero también a un municipio chico o una pyme, porque
el costo es como pagar la luz”, aclara el gerente de Microsoft, y adelanta:
“Hoy hablamos de la nube y pensás en tu smartphone, pero las heladeras,
semáforos, sensores fluviales, todo va a poder estar interconectado y generar
un volumen de datos”.
"Los
empresarios saben muy bien que están en una disyuntiva: innovar o morir. Es un
tema de supervivencia".
Con optimismo,
Bekerman esboza que estas “innovaciones son habilitadores antes que amenazas”.
Y suma: “Si estamos listos o no, no sé si es el mejor ángulo para verlo. La
transformación digital te permite usar la tecnología como un habilitador para
buscar oportunidades de impacto económico y social”.
Antes no existía
una idea de madurez por fuera de su sentido biológico. Ahora sí. “Nos pusimos a
medir la madurez digital empresarial”, cuenta Carmona, e informa: “Sólo el 17%
de las empresas argentinas están avanzadas en su proceso de transformación
digital. Pero el 95% coincidió en darle gran importancia a la tecnología”. Su
juicio es tajante: “Ellos saben muy bien que están en una disyuntiva: innovar o
morir. Es un tema de supervivencia”.
"En la
Argentina, una de cada tres personas tiene acceso a Internet, y casi el 40%
carece de conocimientos para manejarlo".
Según se
explicita en un informe de diagnóstico nacional que desde el Ministerio de
Modernización compartieron con este medio, “aunque la conectividad parezca un
recurso tan básico, en Argentina sólo una de cada tres personas tiene acceso a
Internet, y casi el 40% carece de conocimientos para manejarlo”.
“Además (sigue el
texto), a partir de un relevamiento hecho al inicio de la gestión descubrimos
que más del 90% de los municipios del país no brindaba trámites a distancia, no
ofrecía wi-fi gratuito en espacios públicos, ni publicaba datos de gestión.
Muchos no contaban con programas básicos como el paquete Office o computadoras
para poder gestionar”.
El World Economic
Forum advierte que en los países emergentes falta convergencia en los temas de
preparación tecnológica y la capacidad de las economías de usar estas
innovaciones para el beneficio de la sociedad
Clarín se
contactó con el World Economic Forum (WEF o Foro Económico Mundial) para
ahondar en su visión sobre los logros y cuentas pendientes ante las exigencias
que plantea la Cuarta Revolución Industrial. Es que, como afirmó el organismo
en informes pasados, los grandes líderes mundiales -políticos y empresariales- no
estarían realmente tomando nota de los nuevos desafíos.
Así lo explicó
desde ese gigante internacional el economista Daniel Gómez Gaviria. A partir
del Informe Global de Competitividad 2017-2018 publicado esta semana, “países
emergentes como China, India e Indonesia ya empiezan a acercarse a las
capacidades de innovación de líderes mundiales como Suiza y Estados Unidos.
Pero no hubo suficiente convergencia en los temas de preparación tecnológica y
la capacidad de las economías de usar estas innovaciones para el beneficio de
la sociedad”.
El experto
detalló que “el Informe Global de Competitividad incluye un pilar sobre las
instituciones, incluso las públicas, que analiza la eficacia y eficiencia de
los gobiernos, al igual que temas como ética y corrupción, transparencia en el
gobierno, seguridad y estado de derecho. En este pilar, que refleja la
preparación de gobiernos para estas transformaciones, hay grandes disparidades
entre regiones. Latinoamérica vio deterioros y se ubica ‘de últimas’, junto con
países de África sub-sahariana”.
"Un
principiante en el área tecnológica gana $ 20.000; para salir de la línea de
pobreza una familia necesita $ 15.000"
Nada muy nuevo.
Ahora bien, si la innovación tecnológica es de vida o muerte, ¿por qué no es un
tópico de campaña, a tres semanas de las elecciones legislativas?
A estos temas se
refirió el decano de la Escuela de Ingeniería y Tecnología del Instituto
Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), Noberto Lerendegui: “Una persona formada en
programación encontraría hoy un espacio muy grande de trabajo. Países como
India hicieron una revolución en esto, y son líderes en provisión de software
para exportación. Una política claramente inclusiva”.
"Cada 10
puntos de transformación digital en Argentina, el empleo crece 1,2% y casi 0,7%
el PBI"
Es que, se sabe,
la brecha social amenaza con volverse realidad aumentada. Porque, como remarcó
Lerendegui, “las primeras revoluciones industriales modificaron cómo hacemos
las cosas, pero esta cambió cómo somos. En las primeras se aumentó la
productividad, pero la revolución que estamos transitando ahora cambió nuestra
mirada sobre el mundo y cómo lo percibimos”.
Habría que
preguntar: ¿cómo se va a medir el costo de quedarse afuera? La relación entre
inclusión y transformación digital no es tampoco tan lineal, desde ya. El
presidente de la Cámara del Software aclara los números: “Cada 10 puntos de
transformación digital en Argentina, el empleo crece 1,2% y casi 0,7% el PBI”.
Todos aseguran
que el meollo están en la educación. Carmona es contundente: “Un chico que
recién empieza en el área tecnológica gana 20.000 pesos; para salir de la línea
de pobreza una familia necesita 15.000. Nuestro sueño es convertir la frase mi
hijo el doctor en mi hijo el programador”.
"En los
países sajones, el problema es crear la ley, pero el cumplimiento está
garantizado. En los latinos, parece al revés: somos buenos para hacer leyes,
pero en el seguimiento no tanto"
Los especialistas
consultados comparten una visión optimista de los pasos que viene dando la
Argentina. Lerendegui quizás sea el más cauto: “Tenemos mucho talento
histórico. Pero una cosa es tener sensibilidad por el fenómeno y percibirlo, y
otra distinta, incorporarlo. En esto no hemos sido muy buenos los argentinos. A
veces tenemos buenas ideas pero nos falla su seguimiento. Es un problema
endémico, cultural... en los países sajones, el problema es crear la ley, pero
el cumplimiento está garantizado. En los latinos, parece al revés: somos buenos
para hacer leyes, pero en el seguimiento no tanto”.
"Como
usuarios entregamos demasiados datos a cambio de que nos hagan la vida más
fácil. La nube debe ser inteligente, privada y segura"
Hablando de
leyes, un tema que despierta paranoias de todo tipo es el manejo de tanto dato.
Por suerte, Bekerman no trató de exagerada a la cronista cuando ésta le expresó
su preocupación: “Estoy totalmente de acuerdo. La tecnología habilita, pero en
Argentina hay una ley de protección de datos personales y debe ser respetada.
El tema es entender que esto es una negociación: como usuarios entregamos
demasiados datos a cambio de que nos hagan la vida más fácil. Hay que
asegurarse de que el entorno sea seguro. La nube debe ser inteligente, privada
y segura”.
"El objetivo
es que se pase del “Internet del consumo” al “Internet de la producción”. Que
los consumidores sean prosumidores"
Bekerman insiste
en un punto clave: leer los infatigables términos y condiciones. Es que el
crecimiento digital no le compete sólo a las empresas: “Es necesario reeducarse
en ciudadanía y madurez digital”.
Los expertos
dicen que la fuerza del trabajo ya no importa tanto como el talento. Que los
servicios basados en el conocimiento (el talento) impactan en el 22% del PBI
(en Estados Unidos es el 38%). Que la información no es un bien escaso, pero la
formación sí. Dicen que el objetivo es que se pase del “Internet del consumo”
al “Internet de la producción”. Que los consumidores sean prosumidores.
Y dice, por fin,
Carmona: “Tenemos casi 90% de consumidores de la web, pero no tenemos productores.
Es nuestro objetivo. Hay que seguir andando. Paralizarse no está permitido”.
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