Algunos robots reemplazarán al hombre, otros
transformarán radicalmente sus tareas ¿Comienza una era de desempleo masivo o
solo de nuevos esquemas de trabajo? En esta nota, las alternativas de un futuro
para el que ya hay que estar preparado.
Por Nadia Nasanovsky. 29 de
diciembre de 2017
El
miedo no es nuevo pero parece más real que nunca. ¿Los robots dejarán a los
hombres sin trabajo o se convertirán en sus aliados? ¿Quiénes serán los más
afectados? ¿Cómo prepararse mejor para el mercado laboral del futuro? Nadie
tiene aún las respuestas definitivas a estas preguntas, pero lo que sí se sabe
es que en cuestión de pocas
décadas asistiremos a una transformación profunda de la producción de bienes y
servicios que impactará de lleno en los trabajadores y en las economías de todo
el planeta.
"En
el pasado, las revoluciones
industriales fueron diferentes, porque siempre permitían hacer el
trabajo de la persona de manera más eficiente, la volvían más productiva,
generaban más empleo, creaban nuevos servicios. Si bien algunos perdían el
trabajo, lo que se creaba era tanto que el impacto neto era positivo",
explicó a DEF Patricio O'Gorman, investigador especialista en estrategias
digitales y coautor de Diginomics.
"Lo
que se está viendo ahora es que esta nueva revolución es distinta, por el tipo
de reemplazo que se está dando. El
trabajo se está reemplazando por máquinas, robots o algoritmos, que hacen algo
más eficientemente y no crean nada nuevo, simplemente reemplazan la unidad
básica de trabajo".
Si
bien no hay acuerdo con respecto a cifras precisas, los expertos coinciden en
vaticinar que no falta mucho para que la automatización de los trabajos sea la
norma en todas las áreas. Según un informe de la consultora Accenture, el 37 % del total de empleo privado de
Argentina podría ser automatizado casi por completo en los próximos 15 años. La
transformación, según la compañía, "involucrará por igual a todas las
empresas, sin distinción de tamaño y a trabajadores de todas las edades".
Ese porcentaje se eleva al 50 % a nivel mundial, de
acuerdo con la firma McKinsey & Company. "Estimamos que alrededor de
la mitad de las actividades por las que actualmente se les paga a los
trabajadores en el mundo podrían ser automatizadas al adaptar tecnología ya
existente", sostiene un informe publicado en enero de 2017.
Sin
embargo, más allá de la contundencia de estos guarismos, no se trata de un
fenómeno lineal. En McKinsey & Company trabajan con un marco temporal fijado
en el año 2055, pero destacan que este proceso podría atrasarse o adelantarse
hasta 20 años, dependiendo de varios factores, entre los que se incluyen la
factibilidad técnica, el costo tanto del software como del hardware necesarios
y la relación con el precio de la mano de obra humana.
Los rubros más afectados serán aquellos en los que
los trabajadores realizan tareas simples y repetitivas. "Los
trabajadores que hacen actividades que incluyen trabajo físico predecible, así
como procesamiento y recolección de datos, son los que tienen mayor
probabilidad de ver sus tareas automatizadas mediante la adaptación de
tecnologías que ya existen", explicó a DEF en diálogo telefónico Michael
Chui, socio de McKinsey Global Institute y miembro del equipo que redactó el
informe.
"Así como la primera ola de automatización
robótica afectó a las grandes plantas de producción de automóviles, la
automatización digital apunta a los empleos administrativos simples, que no
requieren criterios sofisticados de decisión",
aseguró por su parte O'Gorman. "En general, las profesiones muy atadas a
la información y a su procesamiento tenderán a sufrir más a medida que la inteligencia
artificial siga mejorando".
Los telemarketers, los cajeros y los choferes de
vehículos figuran entre los que más riesgo tienen de ser reemplazados en su
trabajo por una máquina.
"En
general, cualquier empleo simple en el que no se realicen tareas heterogéneas,
está en riesgo", detalló O'Gorman. Por el contrario, quienes llevan adelante tareas de management, de
interacción social, o que requieran aplicar cierto grado de expertise en
procesos de toma de decisiones, enfrentarán un riesgo mucho menor de ver sus
trabajos automatizados. En este grupo se encuentran los terapeutas,
nutricionistas, enfermeros, entre otros.
"Ya
estamos viviendo esta transformación sin darnos cuenta", aseguró O'Gorman
y citó como ejemplo la manera en que ahora se sacan los pasajes y alojamientos
en vacaciones, todo sin recurrir a empleados de una agencia de viaje, sin
intermediario, mediante sitios web, con algoritmos. Sin embargo, el
especialista aclaró que "el reemplazo no va a ser persona por robot sino
persona por un soporte híbrido, en varias industrias".
¿Menos trabajos o nuevos trabajos?
Pero
incluso los más optimistas admiten que la automatización tendrá un impacto
negativo en los niveles de empleo. Un informe de McKinsey Global Institute de
enero de 2016 prevé una pérdida
neta de 5,1 millones de puestos de trabajo a nivel global entre 2015 y 2020,
mientras que la ganancia neta para el mismo período se estima en 2 millones. La
mayores pérdidas se concentrarán en los sectores administrativos, de acuerdo
con las estimaciones.
Para
Chui, sin embargo, si bien la
amenaza del desempleo es real, las máquinas serán las encargadas de mantener
los niveles de producción en un mundo que cada vez tendrá menos trabajadores. "Muchos
se preocupan de que con la automatización se producirá desempleo masivo.
Nuestro punto de vista es que lo que se requiere es en realidad un plan para un
reordenamiento masivo de trabajadores", señaló.
"En
los últimos años, el crecimiento económico ha dependido del aumento en la
fuerza laboral, es decir, había más trabajadores, más mujeres, personas que
vivían más años, etc. Sin embargo, en los próximos 50 años, todo eso va a
terminarse simplemente debido al envejecimiento de las poblaciones. No
tendremos más la cantidad de trabajadores necesaria para mantener el
crecimiento del PBI per cápita. Necesitamos
que todos trabajen, tanto las máquinas como las personas, para lograr el
crecimiento económico que requerimos".
En
un intento de zanjar el debate entre quienes auguran una pérdida neta de
puestos de trabajos y quienes, por el contrario, relativizan este pronóstico,
James Bessen, profesor de la Boston University School of Law, diseñó un modelo
económico de la demanda laboral que toma como variable independiente el uso de
computadoras por trabajadores en cada trabajo e industria, y como variable
dependiente, al crecimiento relativo del empleo.
"La
idea de que la automatización lleva necesariamente a una pérdida masiva de
puestos de trabajo ignora la respuesta económica dinámica a la automatización,
que incluye tanto cambios en la demanda como la sustitución entre
trabajos", explicó Bessen en un artículo para el Foro Económico Mundial.
Su
investigación revela que los trabajos con mayor uso de computadoras tienden a
crecer más rápido (1,7 % al año), y que lo que sucede en realidad es un fuerte
efecto de sustitución, por el cual no
se trata de máquinas que reemplazan a humanos, sino de humanos que usan
máquinas para reemplazar a otros humanos, tal como hicieron los diseñadores
gráficos con las computadoras que desplazaron a los maquetadores en su momento.
Pero
más allá de los debates sobre las cifras de la pérdida de puestos de
trabajo, la necesidad de que los
trabajadores se reconviertan, de que se adapten a los cambios, es innegable. Este
proceso trae aparejado inevitablemente el temor a un aumento de las
desigualdades entre trabajadores ricos, muy bien preparados, y aquellos sin
capacitación acorde a este nuevo escenario.
"La
evidencia sugiere que mientras las computadoras no causan pérdidas de puestos
de trabajo, los trabajadores de menores salarios están perdiendo sus
trabajos", asegura Bessen. "Estos trabajadores necesitan nuevas
habilidades para poder hacer la transición hacia trabajos nuevos y mejores
pagos".
En un escenario de hombres trabajando junto con máquinas,
los expertos coinciden en que habrá trabajadores que serán desplazados, sus
tareas serán automatizadas, para mayor eficiencia. El problema que se deriva de
esta situación es qué hacer con estas personas, en qué emplearlas y cómo.
"La
gente va a tener que trabajar junto con las máquinas para producir el
crecimiento en el PBI per capita al cual los países del mundo aspiran",
afirman los investigadores de McKinsey Institute en su informe. "La
implementación efectiva de la automatización requiere la transformación de los
procesos al interior de las empresas, cambiar lo que la gente hace, inclusive
aquellos que no se ven reemplazados directamente por la automatización. Los procesos de trabajo van a cambiar, nuevos
roles van a surgir, como el de entrenador de robots".
"La
gente deberá estudiar y aprender robótica, ciencias de la computación,
ingeniería, todos esos campos que producen, desarrollan y despliegan estas
tecnologías", respondió Chui a la consulta sobre cómo se reacomodarán los
trabajadores en este escenario. "Representarán un pequeño porcentaje de la
población, pero es un porcentaje importante", agregó. Para el resto de los
trabajadores, Chui recomienda prestar atención a estas tendencias y
desarrollarse profesionalmente en función de ellas.
O'Gorman
es menos optimista: "Si suponemos que la demanda en un sector dado no
subirá, como para que sean necesarios estos trabajadores reemplazados por
máquinas, el gran debate que viene es qué hacer con ellos, con los que se
quedan afuera".
El
especialista advirtió sobre la necesidad de empezar a pensar qué medidas tomar
en materia de seguridad social, por ejemplo, cuando los países ya no requieran
más gente para mantener sus niveles de productividad. "Nos tenemos que preparar para un mundo con desempleo m y
estructural, no ocasional. Va a haber desempleo masivo por estas
cuestiones de reemplazo", aseveró
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