El riesgo de que se amplíe la desigualdad social,
las economías de plataforma, las tecnologías, nuevas tendencias en la gestión
del tiempo y los escenarios ambiental y demográfico marcan la cancha laboral
"¿Te viene bien?" La vecina del barrio
lleva en su mano una bolsa con envases plásticos, con la idea de dejarla en el
contenedor de materiales reciclables que está cerca de su casa. Al llegar,
muestra lo que lleva y se lo ofrece al hombre joven que está allí, hurgando en
el tacho amarillo para ver qué puede llevar. A las cosas que le sirven, él las
carga en un carro improvisado que empuja a pulmón por las calles porteñas. La
escena, habitual, sintetiza a su manera la realidad del escenario laboral y
representa oportunidades y debilidades a un mismo tiempo.
La economía verde, centrada en el cuidado del
planeta y que tiene entre sus ejes la reutilización de materiales de los bienes
que ya tuvieron una vida útil (para darles otra), es una de las áreas creadoras
de puestos de trabajo de
un futuro que, en buena medida, ya es presente. La conciencia sobre los efectos
ya producidos a la Tierra por una economía que no tuvo en cuenta la finitud de
los recursos actúa ahora como inspiradora de nuevas formas de producción y
consumo que podrían crear empleos, como contraparte de los que podrían perderse
por el propio cambio climático, por la inteligencia artificial o por los
robots.
La precariedad con que hace sus tareas el
protagonista de la historia del primer párrafo, por su parte, es muestra de los
desafíos de larga data en materia social. Los fenómenos intensamente
entrelazados de la pobreza y la informalidad revelan lo más urgente de las
cuestiones por resolver. El problema se arrastra desde hace décadas, pero ahora
los rápidos cambios en el mercado de trabajo agravarían la situación, si es que
los gobiernos y dirigentes sociales no mueven las piezas del juego.
"Si no intervenimos con resolución, estaremos
deambulando hacia un mundo donde la desigualdad irá en aumento, la
incertidumbre se acentuará y la exclusión se hará fuerte, con repercusiones
demoledoras a nivel político, social y económico", advierte un informe
recientemente presentado en Ginebra, en la sede de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), titulado "Trabajar para un futuro más
prometedor". Los motivos del riesgo son, entre otros, las brechas de
acceso a los avances digitales, la persistencia de la alta informalidad, la
falta de alineación entre las habilidades y los conocimientos de muchos
trabajadores con las necesidades de la producción y la concentración de poder
en firmas tecnológicas fuertes.
El mencionado informe lleva la firma de la Comisión
Mundial sobre el Futuro del Trabajo, presidida por el presidente de Sudáfrica,
Cyril Ramaphosa, y por el primer ministro sueco, Stefan Löfven, e integrada por
21 expertos en el tema que, a su vez, dialogaron durante el último año y medio
con funcionarios y dirigentes de diferentes países. Allí se expresan varias
recomendaciones que serán debatidas en junio, según dijo el director general de
la OIT, Guy Ryder, en la conferencia anual del organismo, de la que
participarán funcionarios, empresarios y sindicalistas.
Son varias las realidades comunes a muchos países
que, según el caso, reducen, amplían, complican o desafían el escenario
laboral. Entre ellas, una enorme desigualdad social; el envejecimiento
poblacional; la irrupción (sin reglas claras) de las economías de plataforma
(con servicios como los de Uber o los deliveries como Rappi o PedidosYa); la
aparición de otras formas de vínculos que desafían el actual sistema de representación
de las partes (empresas y sindicatos); el avance de la inteligencia artificial
y de la robotización; la mayor conciencia sobre la necesidad de cuidar el
ambiente, y la reflexión sobre la gestión del tiempo de quienes trabajan.
La realidad social y el riesgo de una mayor
desigualdad
Con una situación de pobreza que es sufrida por
tres de cada diez habitantes de la Argentina, los datos del Instituto Nacional
de Estadística y Censos ( Indec )
dan cuenta de que el 10% de la población mejor ubicada en la pirámide
socioeconómica se queda con el 30,8% del ingreso total, en tanto que el 40%
peor posicionado logra reunir una participación que no llega ni a la mitad de
eso: 14,6% (los datos corresponden al ingreso per cápita familiar).
La advertencia que hacen no solo los expertos
convocados por la OIT, sino también varios economistas, es que la
digitalización de tareas y los cambios que en general tiene el mercado laboral
podrían profundizar el problema social. Por eso, hay un llamado urgente a
establecer políticas públicas que incluyan medidas de protección y también de
capacitación continua, "para empoderar a los trabajadores, de manera que
sepan reorientar sus vidas ante la pérdida de puestos laborales".
Una de las recomendaciones es instituir como un
derecho el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Se propone que, entre las
herramientas para hacer efectivo ese derecho existan esquemas que les permitan
a los trabajadores tomarse tiempo libre para su formación, sin perder ingresos
y previo establecimiento de una cierta cantidad de horas reservadas para
aprender. El consejo se expresa a partir del diagnóstico de que las
competencias de muchas personas activas no coinciden con las demandas
laborales, y de que en el futuro habrá cambios acelerados que irán modificando
qué es lo que se debe saber para realizar tareas.
El informe pone énfasis en tres grupos sociales:
las mujeres, los jóvenes y las personas de edad avanzada que prolongan su vida
laboral. En el caso de las mujeres, hay un llamado a seguir generando políticas
para la igualdad de género y una advertencia respecto del ritmo de los cambios,
que resulta "frustrante por su lentitud". En nuestro país, la tasa de
actividad (personas que trabajan o buscan trabajar sobre la población total) es
de 49,1% entre las mujeres y de 69,5% entre los varones. La brecha se acentúa
con fuerza cuando se trata de hogares de bajos ingresos, según un informe
elaborado por la Dirección General de Estudios Macroeconómicos y Estadísticas
Laborales de la Secretaría de Trabajo.
Los temas de agenda sugeridos en el informe de la
OIT incluyen la adopción de políticas para promover un mejor reparto de las
tareas del hogar y del cuidado de personas. Y se aconseja la ampliación de
licencias por paternidad. Además, se insta a mejorar el acceso a los servicios
públicos, sobre todo en el caso de familias vulnerables, para las cuales muchas
veces una tarea doméstica no remunerada (y sí indispensable) es caminar varios
kilómetros para obtener algo básico: agua.
Entre las políticas recomendadas en materia social
está la que implicaría garantizar una "protección social universal"
que considere toda la vida de las personas. No se menciona específicamente el
caso del ingreso universal sin condicionantes y sin importar la situación
laboral, un sistema del que se hicieron pruebas en Finlandia, por caso, que por
ahora fueron suspendidas y de las que se esperan conclusiones formales.
Sí se expresa, entre los consejos a los países, la
conveniencia de que exista una "garantía laboral universal", para que
se cumplan los derechos de la libertad sindical, de ser representado en una
negociación colectiva y del no sometimiento a trabajo forzoso, infantil o a
discriminación; la garantía comprendería condiciones básicas: un salario vital,
limitación de las horas de trabajo y un marco de seguridad e higiene.
Regulación de economías de plataformas y
representación de partes
Instituir un ingreso básico y hacer una regulación
referida a horarios es una cuestión que tendría su particular impacto en las
llamadas economías de plataforma, que son las desarrolladas por empresas como
Uber, PedidosYa, Rappi o Glovo. El informe de la OIT no le dedica un capítulo
especial a esta forma de actividad, pero sí la menciona en referencia a varios
temas analizados y hace una serie de comentarios.
Uno es sobre la necesidad de que se aprueben
regulaciones y de que esta modalidad esté contemplada en la garantía laboral
universal citada en el punto anterior. Con alusión a las economías de
plataforma, el escrito advierte que "podrían recrear prácticas laborales
que se remontan al siglo XIX y futuras generaciones de 'jornaleros
digitales'". Por eso, se hace un llamado a garantizar que los trabajadores
tengan "opciones de flexibilidad y control sobre sus horarios",
mediante la vigencia de reglamentaciones que "establezcan un número mínimo
de horas garantizadas y previsibles de trabajo" y que dispongan una
remuneración por los tiempos de espera.
Los expertos dicen esperar que esta forma de
trabajo se expanda en los próximos años. Y recomiendan, entonces, la creación
de un sistema de gobernanza internacional para que se pueda exigir el respeto
por derechos básicos.
En la Argentina no hay datos oficiales sobre
cuántas personas trabajan en estas plataformas. Sí existe un pedido formal
hecho a la Secretaría de Trabajo para conformar un sindicato de la actividad.
Según fuentes de esa dependencia, la solicitud hoy está "en trámite".
Más allá de las observaciones sobre las economías
de plataforma, la comisión se refiere a la necesidad de garantizar la
representación colectiva de los trabajadores y de los empleadores y de que se
considere al diálogo social como "un bien público", previendo la
inclusión de quienes representan nuevos modelos de negocios (en las entidades
empresariales) y de quienes están en la economía informal (en los sindicatos).
Y se valora la negociación colectiva, asignándole especial relevancia en
"tiempos de transformación profunda".
Inteligencia artificial, robots y humanos, en
convivencia
Los miembros de la comisión convocada por la OIT
ponen énfasis en una cuestión que va más allá de las estimaciones numéricas
sobre los puestos de empleo que podrían destruirse (y que podrían crearse) a
partir de nuevas tecnologías. Esa cuestión es un llamado a adoptar un enfoque
de desarrollo de la inteligencia artificial "bajo control humano".
Significa que debe evitarse que las decisiones que afecten el trabajo de las
personas sean tomadas por algoritmos en lugar de por seres humanos. De lo
contrario, se advierte, podrían reproducirse prejuicios y ensancharse brechas
sociales que deben reducirse.
En el informe presentado en la OIT en la ocasión de
su centenario, que se celebra este año, no hay estimaciones propias sobre el
efecto que la automatización de tareas tendría sobre el empleo. Sí se citan
trabajos ya difundidos sobre el tema, como uno del Banco Mundial, que indica
que dos tercios de los puestos de los países en desarrollo podrían ser
reemplazados. Y uno de la consultora McKinsey Global Institute, que señala que,
con métodos ya probados, se podrían tecnologizar por completo menos de 5% de
los puestos, pero que, a la vez, podría prescindir del ser humano al menos un
30% de las tareas que están implicadas en el 60% de los empleos.
Hay un juego de doble dirección en las
consecuencias que se cree que podrían derivarse de un mundo laboral con más
presencia de robots e inteligencia artificial. Por una parte, "la
tecnología puede liberar del trabajo arduo, de la suciedad, de la monotonía, del
peligro y la penuria" a las personas. Pero la automatización puede también
"mermar la capacidad de control y autonomía de los trabajadores, así como
la riqueza del contenido del trabajo", lo cual podría reducir la
satisfacción. En el fondo, es un tema vinculado con el sentido último dado al
trabajo, más allá de ser la fuente de ingresos. El porqué hacemos lo que
hacemos es un planteo que puede tomar una nueva dimensión.
El trabajo advierte que es necesaria una mayor
inversión para cerrar la brecha digital y permitir masivamente el acceso a la
telefonía móvil, como eje para promover el emprendedurismo y el desarrollo de
un país. Además, se convoca a fijar pautas con respecto a la administración de
los datos de los trabajadores que es posible obtener gracias a las tecnologías,
y se advierte que debería aprovecharse esa información para mejorar la calidad
de los empleos.
Ampliar la soberanía sobre el tiempo, una misión
inquietante
En las poblaciones urbanas de la Argentina y según
datos del Indec, 11,8% de las personas activas está subocupada, lo cual
significa que trabaja menos de 35 horas semanales queriendo hacerlo por más
tiempo. Y, entre los ocupados, un 12,5% está del otro lado en cuanto a ese
indicador: trabaja más de 45 horas semanales, por lo que se considera que se
trata de trabajadores sobreocupados, un fenómeno que puede ligarse a la vida
profesional de personas de elevados ingresos, pero también a las necesidades
que impone la pobreza.
El equilibrio entre el tiempo dedicado al trabajo y
el disponible para otras actividades es una cuestión no ausente en el documento
presentado para el debate. Se menciona la necesidad de ampliar la
"soberanía sobre el tiempo". Y una de las preocupaciones expresadas
se refiere a qué pasa con el hecho de estar permanentemente conectados, a
través de la telefonía móvil u otras formas de contacto.
¿Qué hacer sobre este tema? Los expertos ponen el
desafío bajo la responsabilidad de gobiernos y también de organizaciones de
empleadores y sindicatos (se entiende que podrían fijarse pautas por la vía de
negociaciones colectivas). Por ejemplo, se indica, podría disponerse el
"derecho a la desconexión digital" para esos casos en los que el uso
de las tecnologías de la comunicación terminan por desdibujar los límites entre
el espacio temporal para el trabajo y el destinado a otras tareas o a
descansar.
Sociedades envejecidas y con una mayor conciencia
ambiental
Los cambios demográficos y climáticos impactan en
lo laboral. Un informe de Naciones Unidas indica que la tasa de dependencia (el
número de habitantes menores de 15 años y mayores de 65 años por cada 100 de
edades comprendidas entre los 15 y los 64 años) crecerá en América Latina en
forma moderada hacia 2050. Para nuestro país, se estima que hacia 2035
terminará el llamado bono demográfico, período previo al que empiezan a
impactar altos costos ligados al envejecimiento, justamente por el incremento
de esa tasa de dependencia. La expectativa de vida es hoy en la Argentina de
76,6 años, un lustro más que la registrada en 1990.
Una de las recomendaciones del informe global es la
de facilitar la continuidad laboral de los adultos mayores que quieran o
necesiten trabajar; por ejemplo, ofreciendo contratos flexibles con jornadas
reducidas y posibilidades de teletrabajo. "Los gobiernos podrían
incrementar los supuestos de jubilación parcial o subir la edad de retiro con
carácter facultativo", se aconseja, a la vez que se dice que es necesaria
una protección social para todas las personas, más allá de cuál haya sido su
trayectoria laboral. Un dilema para los sistemas fiscales, por el desafío que
plantean las necesidades de financiamiento.
En cuanto al cambio climático, la OIT estima que
por la aplicación del Acuerdo de París se perderían en el mundo unos 6 millones
de empleos, pero que, a la vez, podrían crearse otros 24 millones. Las
preguntas son si hay personas preparadas para esas ocupaciones y si podrá
lograrse que los puestos sean formales y cumplan con estándares de calidad
aceptables. Que los buscadores de materiales reciclables para aportar insumos a
una economía más respetuosa del medio ambiente -como el del primer párrafo de
esta nota- se integren en un sistema de trabajo formal y con ingresos
garantizados es algo que dependerá, en gran medida, de las acciones de los
gobiernos y las dirigencias. Acciones que, se advierte, deben prever
metodologías para medir sus resultados en términos de los empleos de un futuro
que, en rigor, ya está aquí.
Diez ejes para un plan de acción
Las recomendaciones de los expertos convocados por
la OIT para la elaboración del informe "Trabajar para un futuro más
prometedor"
1.
Aprendizaje permanente: Se propone que se reconozca un derecho universal
a la capacitación continua de las personas; para que eso sea algo cumplible,
una recomendación se refiere a definir una cantidad de horas que queden
destinadas a la formación; otra es que existan "fondos sociales" para
permitir las actividades educativas
2.
Apoyo en transiciones: Se aconseja elevar la inversión en las
instituciones, las políticas y las estrategias para ayudar a las personas en
momentos de transición: a los jóvenes, a la hora de querer integrarse al
trabajo; a los adultos mayores, cuando busquen seguir activos, y a los
trabajadores en general, en cambios de escenarios
3.
Igualdad de género: El informe pide aplicar planes transformadores y
mensurables para eliminar brechas entre varones y mujeres; una de las políticas
recomendadas se vincula con la ampliación de las licencias por paternidad y
también se menciona la necesidad de reforzar la representación colectiva de las
trabajadoras
4.
Cobertura universal: Un punto incluido en el escrito es el de la
necesidad de dar una protección social para las personas a lo largo de toda la
vida; se pide que a los trabajadores se les garanticen los derechos sociales
más allá de la modalidad que tenga su ocupación, incluida la realización de
tareas por cuenta propia
5.
Garantía laboral: Los autores del informe definen la necesidad de que se
fije un piso universal de derechos laborales . En concreto: respecto por la
libertad sindical, reconocimiento del derecho de negociación colectiva, derecho
a no ser sometido a trabajo forzoso ni infantil y a no ser discriminado,
salario vital y limitación de jornadas
6.
Soberanía del tiempo: Se describe que las tecnologías hoy permiten que
se hagan tareas en cualquier lugar y en cualquier momento, desdibujando los
límites entre los espacios de trabajo y de otras actividades. Se aconseja a los
gobiernos y dirigentes ocuparse del tema y fijar, por ejemplo, el "derecho
a la desconexión digital"
7.
Diálogo social: Se hace un llamado a promover no solo las negociaciones,
sino también una mejora en las representaciones de las partes de la relación
laboral, tanto empresas como sindicatos. Se define a la negociación colectiva
como "un derecho fundamental y una herramienta poderosa para la equidad
social"
8.
Uso de las tecnologías : Se promueve que los avances en la inteligencia
artificial sean "bajo control humano" y se recomienda procurar que
las decisiones que impacten sobre la actividad de las personas no sean tomadas
por algoritmos; se insta a usar la tecnología en general sacándole provecho
para mejorar el empleo
9.
Más inversiones: Se sugiere orientar estrategias hacia sectores que
podrían crear empleos, como la economía de los cuidados de personas y del área
rural. A la par de políticas pro actividad, según se advierte, debe ampliarse
la infraestructura para la provisión de servicios públicos y de conectividad
10.
Sustentabilidad: Una recomendación es remodelar las estructuras de
incentivos empresariales para alentar inversiones de largo plazo en la economía
real; además, se pide que se elaboren indicadores para poder medir la evolución
de aspectos como el bienestar, el estado del medio ambiente y la igualdad
Por: Silvia Stang
No hay comentarios:
Publicar un comentario